Música E Identidad En El Contexto De La Globalización

El fenómeno de la globalización, económica y cultural, ha determinado el desvanecimiento de las identidades nacionales y los imaginarios asociados a los conceptos de Estado-Nación y territorio. Como consecuencia, la diferenciación sociocultural ha cobrado importancia, y en esto los medios de comunicación masivos han jugado un papel relevante: los públicos receptores van reconstruyendo identidades en combinación con la oferta de la industria cultural.

Esto ha dado lugar a lo que podríamos llamar el “boom” de la diferencia, que no es otra cosa que la exteriorización y colectivización de campos de afirmación cultural o identidad que antes eran del ámbito privado, de referencia “hacia adentro” de los sujetos, y ahora son motivo de reivindicaciones colectivas. Así, prácticas que, fuera de la esfera laboral y territorial, se podrían ubicar en la esfera de la cultura, son politizadas y llevadas a la lucha por derechos y compromisos: diferencias de género, etnia, cosmovisión, culturas tribales arcaicas y posmodernas y otras.

Es aquí donde la música (popular), entendida como forma comercial que es producida como mercancía y que se distribuye a través de medios de comunicación como cultura de masas, parecería jugar un papel fundamental en la construcción de esta, llamémosla, multiculturalidad. Incluso más importante su papel que el de otros modelos de cultura de masas como la televisión o el cine ya que permite una experiencia sensible directa que no necesariamente está mediada por ilusiones o idealizaciones.

“Producimos y consumimos la música que somos capaces de producir y consumir” lo que quiere decir que cada grupo social hace música de acuerdo al capital y expectativas culturales propias: los gustos en el pop se asocian a culturas y subculturas de clase y los estilos están relacionados con grupos específicos por lo que se vincula etnicidad y sonido.

En este sentido, es la música popular la que construye identidad, la que actúa sobre los individuos y define el “ser algo”, la estética de una minoría, y no lo contrario (desde el colectivo: la expresión que se traduce en un gusto que lo identifica). Música “indígena”, música “negra”, música “latina” que no es la manifestación espontanea de esto (el ser indígena, negro o latino) sino que busca definirlo. Y todo esto haciendo uso de los medios masivos de comunicación y del mercado.

Es el papel de la música particularmente trascendente como generadora de identidad, debido a ciertas cualidades que le reporta su abstracción:

- Sus posibilidades expresivas, que brindan una fuerte intensidad emocional a aquello que queremos comunicar.

- Su naturaleza de memoria colectiva.

- La notable cualidad que tiene esta de ser “poseída”. Esto es: la intensidad con que nuestros gustos musicales nos definen, se convierten en parte de nuestra propia identidad y la incorporamos

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