Necesidades socioeconómicas y de salud de las mujeres mayas en su rol como cuidadoras informales del municipio de Kanasín, Yucatán
Enviado por Karen Meléndez • 19 de Noviembre de 2022 • Documentos de Investigación • 12.661 Palabras (51 Páginas) • 138 Visitas
ACADEMIA NACIONAL DE INVESTIGACIÓN EN TRABAJO SOCIAL
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ACADEMIA DE CIENCIAS SOCIALES Y DESARROLLO HUMANO ACANITS PROGRAMA DE MAESTRÍA EN DESARROLLO SOCIAL
Necesidades socioeconómicas y de salud de las mujeres mayas en su rol como cuidadoras informales del municipio de Kanasín, Yucatán
PROTOCOLO DE INVESTIGACIÓN PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRÍA
EN DESARROLLO SOCIAL
P R E S E N T A JESSICA NAYELI BE CANUL
MAESTRA RESPONSABLE:
DR. MARTÍN CASTRO GUZMÁN
KANASÍN, YUCATÁN MAYO 2022
CAPITULO 1
1.- Antecedentes del problema.
La familia es la primera y más importante fuente de cuidados, así como de atenciones que demandan personas que se encuentran en alguna situación de vulnerabilidad, por ejemplo: personas con discapacidad y con enfermedades crónica degenerativas; así como niñas, niños, adultos mayores, por citar algunos ejemplos. Generalmente, el rol de provisión de cuidados se atribuye a una sola persona y es quien se encarga de brindar atención y fungir como acompañante o guía. Al ejercicio de este rol se le conoce como persona cuidadora primaria y en México son aproximadamente 286 mil las personas dedicadas a esta actividad (INEGI, 2017).
Hablar de la provisión de cuidados, es un tema que difícilmente visibilizamos pero que se encuentra presente en la sociedad, desde cada uno de los grupos etarios, o bien, en los diversos grupos vulnerables tales como: personas con discapacidad, adultos mayores, personas con enfermedades crónico-degenerativas, por citar algunos ejemplos.
Tan solo en México, poco más de 11.1 millones de personas han desempeñado el trabajo del cuidado, de las cuales el 9.7 millones de personas cuidadoras proveen cuidados a menores de 15 años (7.2 millones de mujeres y
2.5 millones de hombres); mientras que el 1.3 millones de personas cuidadoras (882 mil mujeres y 388 mil hombres) se dedican a enfermos temporales (El trabajo de cuidados ¿responsabilidad compartida? Estudio del Instituto Nacional de las Mujeres, 2012). Dichos datos, permiten visualizar que la provisión de cuidados no es un tema que concierne únicamente a mujeres, pero que es un trabajo en la que se desempeñan principalmente las mujeres.
En Yucatán la realidad no difiere de las estadísticas obtenidas a nivel nacional, puesto que se sigue manifestando como una actividad no remunerada
con bajo reconocimiento en la sociedad. Son escasos los estudios que abordan el tema en el contexto local, tanto que se carece de datos estadísticos exactos que magnifiquen la problemática en los municipios del estado.
Dada la realidad socioeconómica de las personas en el país, especialmente en el estado de Yucatán, esta actividad, determinada principalmente por los vínculos familiares, se convierte en una función demandante que genera grandes afectaciones, iniciando con la persona receptora de cuidados y en segundo momento con la familia; en el país, 90 millones de personas mayores de 12 años realizan trabajos domésticos y de cuidados en sus hogares sin recibir remuneración alguna y es una tarea representada mayoritariamente por las mujeres (Villa, 2019).
Lo anterior permite cuestionar ¿Por qué son las mujeres las principales provisoras de cuidados? ¿Cuáles son los factores socioculturales que destinan a las mujeres en este trabajo? ¿El cuidado informal es visibilizado como un trabajo?
¿Qué necesidades surgen a partir de esta provisión de cuidados? Así como estas interrogantes, surgen otras en las que se exhorta identificar este tema como una problemática social y de género, en la cual las necesidades de las personas cuidadoras requieren de una atención, no solo por ser actores primordiales para la atención a la salud, sino principalmente por ser personas sujetas de Derechos
En este sentido, es importante observar el perfil epidemiológico contemporáneo en donde las enfermedades que antes eran consideradas como agudas o de muerte inminente, hoy pueden considerarse como crónicas (Rivas y Ostiguín, 2011), y donde el número de personas que presentan alguna discapacidad, o bien, se encuentran en una situación de vulnerabilidad, haya incrementado considerablemente (Sánchez, 2012), son algunos detonantes para que las personas en dichas condiciones requieran de cuidados fundamentales para realizar actividades en la vida cotidiana.
Es preciso referir, que existen otros tipos de situaciones que requieren la función de una persona proveedora de cuidado, como es el caso del cuidado de la
niñez, adultas y adultos mayores. Situaciones que son de igual relevancia como señala el panorama presentado.
En este sentido resulta fundamental plantearse la siguiente pregunta
¿Quiénes son las personas encargadas de proveer cuidados a cada integrante de la familia que lo necesite y que atraviesan al menos alguna de las situaciones antes mencionadas? Determinando que, cuando una familia carece de los recursos suficientes para contratar a una persona profesional que se encargue de la atención de estas personas, son las mismas integrantes de la familia quienes velan por los cuidados, denominándose cuidadoras o cuidadores informales. Lo informal, surge debido a que quien provee cuidados no cuenta con reconocimiento económico, preparación profesional ni apoyo de alguien que cuide de forma secundaria (profesional).
2.- Argumentación del problema
La provisión de cuidados es un tema que, de acuerdo con Ostiguín (2011), con frecuencia lleva a pensar en estrés familiar al tener que cuidar a una persona en condiciones de vulnerabilidad, ya que como se ha señalado, regularmente algún integrante de este mismo núcleo es quien lleva a cabo los cuidados requeridos. En este sentido, estudios señalan que, en las últimas décadas aumentó el interés por el tema del cuidado informal, caracterizado por no recibir algún tipo de remuneración económica y ser asumido por personas de la familia o de la red social directa. (Lara, González y Blanco, 2008).
En la revisión documental, y mediante el trabajo de investigación, se identifica que el perfil de la persona provisora de cuidados (a nivel primario) presenta características como que la mayoría son mujeres casadas, amas de casa, y normalmente, de parentesco “hijas” de la persona receptora de cuidados (Lara, González y Blanco, 2008), considerando aptas para el cumplimiento de esta función por sus cualidades particulares como la caridad, la bondad, el servicio entre otros factores.
Lo anterior, se asocia a la feminización de los cuidados que, en consecuencia, refleja la desigualdad de género en el estatus social y posición económica de las mujeres, ya que en su papel de cuidadoras se identifica el riesgo de pérdida del empleo o de dificultad para acceder a uno, debido a la mayor carga de trabajo asumida (Larrañaga, Martín, Bacigalupe, Begiristáin, Valderrama, Arregi, 2008).
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