ORIGEN DEL JUICIO DE AMPARO
Enviado por Angeljweb • 18 de Octubre de 2013 • 27.419 Palabras (110 Páginas) • 320 Visitas
La lucha por el derecho
Rudolf von Ihering
La obra que aquí publicamos, La lucha por el derecho, corresponde al texto de una conferencia
pronunciada en la Universidad de Viena en el año de 1872 por el, en ese entonces, destacadísimo
jurista romanista alemán, Rudolf von Ihering.
Nacido el 22 de agosto de 1818, en el seno de una familia aristócrata -recordemos que la
partícula von constituye en Alemania un distintivo para quien lo posea de su noble origen-,
Rudolf von Ihering, emulando a su padre, se titula como abogado en 1842, iniciándose de
inmediato en la labor docente.
Como maestro de derecho romano, su actividad fue sumamente destacada, impartiendo la cátedra
tanto en Berlín como en Basilea, Rostoc, Kiel, Giessen, Viena y Gottinga.
Discípulo del afamado jurista Savigny, creador de la corriente filosófica-jurídica conocida con el
nombre de Escuela histórica del derecho, cuya influencia en él fue, por lógica, inevitable, conviene,
sin embargo, precisar que si bien en la obra escrita de Rudolf von Ihering es posible encontrar
claros rastros de su proclividad hacia la Escuela histórica, sería inexacto situarle como
representante de esa corriente. Tómese en cuenta que en aquél tiempo la Escuela histórica del
derecho se encontraba en pleno apogeo, máxime en Alemanía en donde surgió. Así, aunque tanto
Friedrich Karl von Savigny como Friedrich Julius von Sthal, por tan sólo hacer mención de los
más preclaros representantes de dicha corriente, influyeron en él, no fue él uno de sus continuadores.
De su obra escrita cabe destacar, aparte de la conferencia que aquí publicamos, El fin del derecho,
El espíritu del derecho romano y su Teoría de la posesión.
Rudolf von Ihering moriría el 22 de septiembre de 1892 dejando una muy apreciable herencia al
acervo jurídico mundial.
Von Ihering, concibe el derecho como una extensión de la persona humana; en sí su visión del
derecho más que asemejarse a la de un Étienne de la Boétie o de Henry David Thoreau, tal y
como lo presupone Diego Abad de Santillán en la presentación que hace a la edición de esta obra
en papel, producida por la editorial Cajica en 1957, parécenos mucho más propio el ubicarla en
el personalismo de Mounier.
Como buen romanista, Ihering hace sobresalir como fuente primigenia de validez del derecho, no
al derecho público sino al derecho privado. La fuente del derecho se encuentra en el sentimiento
que tanto individuos como grupos sociales tengan del mismo. Sentir mi derecho, nuestro derecho
constituye la base misma del derecho. Así, en la medida en que ese sentimiento de mí y de
nuestro derecho se patentice en la vida cotidiana, queda garantizada la vida social; y, a la inversa,
en la medida en que ese sentimiento de mi y de nuestro derecho no se manifieste sino de
manera muy tenue en la vida cotidiana, la vida social se encamina a su pulverización.
Tenemos entonces que la lucha por el derecho no es, en suma, otra cosa que la lucha por mí derecho
o por nuestro derecho, no por abstracciones.En fin, esta obra se presta mucho a la polémica
ya que constituye una abierta y manifiesta invitación a la reflexión.
Esperamos que quien lea esta edición virtual asimile la invitación hecha por Ihering a la reflexión
sobre el gran valor que tiene la autoestima tanto en el desarrollo de los individuos, como en el de
los grupos sociales, las comunidades y las sociedades.
Chantal López y Omar Cortés
Y tanto como a la autoestima con que nos reviste el amor vincular, regalándonos trascendencias;
cabe mencionar al amor propio profundo que desde nuestras raíces y nuestras savias, desde el
silencio y ocultamiento de nuestras inmanencias, nos acerca cada día y siempre, y en particular
cuando nuestra autoestima desfallece, la energía necesaria para la elevación de estos esfuerzos.
Francisco Javier de Amorrortu
Prefacio
En la primavera de 1872 di una conferencia en la Sociedad Juridica de Viena, y en el verano del
mismo año, en forma esencialmente ampliada y con vistas a un público mayor de lectores, vió la
luz bajo el titulo La lucha por el derecho. El propósito que me guió en la elaboración y publicación
del escrito, era originariamente menos teórico que ético-práctico, dirigido menos al conocimiento
cientifico del derecho que a estimular aquella convicción de la que éste debe tomar su última
fuerza: la de la actuación valerosa y firme del sentimiento del derecho.
Las continuas ediciones que ha tenido el pequeño escrito son para mi la prueba de que sus primeros
éxitos no los ha debido al estimulante de la novedad, sino al convencimiento del gran público
de la exactitud de la opinión básica defendida en él. Me confirma en ello también el testimonio
del extraniero, que se manifiesta en la gran cantidad de traducciones del folleto.
En 1874 aparecieron en traducciones:
1. Una húngara de G. Wenzel, Pest;
2. Una rusa en una revista juridica que aparece en Moscú, por un anónimo;
3. Una segunda rusa de Wolkoff, Moscú;
4. Una griega de M. A. Lappas, Atenas;
5. Una holandesa de G. A. van Hamel, Leyden;
6. Una rumana en la revista Romanulu (24 de junio y sigts.) que aparece en Bucarest;
7. Una servia por Christic, Belgrado;
En 1875:
8. Una francesa de A. F. Meydieu, Viena y París;
9. Una italiana de Raffaele Mariano, Milán y Nápoles;
10. Una danesa de C. G. Graebe, Copenhague;
11. Una checa por un anónimo, Brünn;
12. Una polaca de A. Matakiewicz, Lemberg;
13. Una croata por H. Hinkovic, primero en la revista Pravo, después en folleto independiente,
Agram.
En 1879:
14. Una sueca por Ivar Afzelius, Upsala;
15. Una inglesa por John J. Lalor, en Chicago, de la cual se estaría imprimiendo la segunda edición.
En 1881:
16. Una española por Adolfo Posada y Biasca, Madrid.
En 1883:
17. Una segunda española por Alfonso de Pando y Gómez, Madrid;
18. Una segunda inglesa por Philip A. Asworth, Londres.
En 1885:
19. Una portuguesa de Joáo Vieica de Aranjo, Recife, Brasil.
En 1886:
20. Una japonesa de Nischi, Tokio.
En 1890:
21. Una segunda francesa por O. de Meulenaere, París.
En las ediciones posteriores he suprimido el comienzo del escrito, pues expresaba una idea que,
en el escaso espacio que se le había concedido, no era muy comprensible. No sé si en la difusión
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