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PENSAMIENTO COMPLEJO


Enviado por   •  20 de Febrero de 2013  •  5.038 Palabras (21 Páginas)  •  262 Visitas

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Formar competencias reales durante la etapa escolar

general supone una

transformación considerable de la relación de los p

rofesores con el saber, de

sus maneras de «hacer clases» y, a fin de cuentas,

de su identidad y de sus

propias competencias profesionales.

Se puede considerar, con Meirieu [1990 b], que nos

encaminamos hacia

una nueva profesión, en que el desafío es hacer apr

ender más que enseñar.

El enfoque por competencias añade a las exigencias

de la centralización en

el alumno la pedagogía diferenciada y los métodos a

ctivos, ya que éste

también invita firmemente a los profesores a:

- considerar los saberes como recursos para moviliz

ar;

- trabajar regularmente a través de problemas;

- crear o utilizar otros medios de enseñanza;

- negociar y conducir proyectos con los alumnos;

- adoptar una planificación flexible e indicativa,

improvisar;

- establecer y explicitar un nuevo contrato didácti

co;

- practicar una evaluación formadora, en situacione

s de trabajo;

- dirigirse hacia una menor separación disciplinari

a.

Examinemos más de cerca las implicaciones de cada u

no de estos

componentes, analizados aquí según las condiciones

de creación de

competencias verdaderas desde la escuela.

TRATAR LOS SABERES COMO RECURSOS PARA MOVILIZAR

Un «simple erudito», incapaz de movilizar sus conoc

imientos de manera

apropiada será, frente a una situación compleja, qu

e exige una acción

rápida, casi tan inútil como un ignorante. Un enfoq

ue por competencias

precisa el lugar que ocupan los saberes eruditos o

no en la acción: estos

constituyen recursos a menudo determinantes para id

entificar y resolver

problemas, preparar y tomar decisiones. Sólo son vá

lidos si están

disponibles en el momento adecuado y logran «entrar

en fase» con la

situación. No se trata de exponer sabiamente, con t

oda tranquilidad, todo lo

que se habría podido hacer, reflexionando calmadame

nte, recordando de

manera metódica los conocimientos olvidados y consu

ltando gruesos libros,

sino de decidir en las condiciones efectivas de la

acción, con informaciones

incompletas, a veces urgentemente o bajo estrés, te

niendo en cuenta

compañeros poco cooperativos, condiciones poco favo

rables e

incertidumbres de todo tipo.

Cuando los profesores enseñan, actúan de esa manera

. ¿Lo saben? En la

práctica, ¿no dan acaso la preferencia a una acción

reflexiva, dictada por el

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conocimiento y la razón? Cuando se analiza lo no-di

cho, la improvisación,

los trabajos (manualidades), el malabarismo en su a

cción [Perrenoud,

1994, 1996 c], algunos se reconocen, otros se resis

ten fuertemente y

encuentran que esta representación es desvalorizado

ra: «¿Miedo yo?

¡Jamás! Siempre sé lo que hago, preparo mis cursos,

sigo mi plan, no me

dejo desorientar o sobrepasar, contengo las peticio

nes de los alumnos,

domino las situaciones, avanzo como estaba previsto

en mi programa, sin

precipitación ni pánico, evalúo serenamente, capítu

lo por capítulo.»

La comedia del dominio impide a los profesores sabe

r lo que realmente

hacen y construir una imagen realista de sus propia

s competencias

profesionales. Esto los priva de las claves para re

presentarse la naturaleza,

la génesis y el empleo de competencias en los alumn

os. Si los profesores

estiman que actúan, en clases, esencialmente gracia

s a sus saberes ya la

razón, ¿cómo adherirían a la idea de que desarrolla

r competencias no

equivale pura y simplemente a asimilar saberes?

Así mismo, cuando los profesores aceptan la idea de

competencia,

algunos pueden sentirse, primero, responsables de d

ar conocimientos

básicos a sus alumnos, considerando que deben adqui

rirlos antes de

movilizarlos en una situación según una progresión

metódica y organizada

en el «texto del saber». ¿No es ésta la única vía d

e acceso a saberes

coherentes y completos? Los profesores acostumbrado

s a un enfoque

disciplinario no creen, en efecto, poder «transmiti

r su materia a través de

un problema», mientras que toda la tradición pedagó

gica los lleva a dar

autonomía a la exposición de los saberes y a conceb

ir las situaciones de

empleo como simples ejercicios de comprensión o de

memorización de

saberes previamente enseñados en un orden “lógico”.

La formación de competencias exige una pequeña «rev

olución cultural»

para pasar de una lógica de la enseñanza a una lógi

ca de la capacitación

(coaching)

basada en un postulado bastante simple: las compete

ncias se

crean frente a situaciones que son complejas desde

el principio. Es así como

las facultades de medicina al optar por el aprendiz

aje por problemas

prácticamente han renunciado a los cursos ex-cátedr

a. A partir del primer

año, los alumnos se enfrentan a verdaderos problema

s clínicos, que los

obligan a buscar las informaciones y los saberes, p

or lo tanto, a identificar

los recursos

que les faltan ya adquirirlos para volver a tratar

la situación

mejor armados. La tarea de los profesores no es, en

tonces, improvisar

cursos. Esta tiene por objeto la regulación del pro

ceso y, en los niveles

superiores, la creación de problemas de complejidad

creciente. Ahí se

encuentra la mayor inversión: se ve que éste remite

a otra epistemología y

a otra representación de la creación de saberes en

la inteligencia humana.

Hoy, a pesar de más de un siglo de movimientos de e

scuela nueva y de

pedagogías activas, a pesar de varias décadas de en

foques constructivistas,

interaccionistas y sistémicos en ciencias de la edu

cación, los modelos de

transmisión y asociación conservan su legitimidad y

, a menudo,

...

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