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Publicación del libro


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2013  •  Ensayo  •  633 Palabras (3 Páginas)  •  262 Visitas

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Cuando se publica un libro, no es obra exclusiva del autor. Éste recibe ayuda de diversas fuentes de otras tantas maneras. Pero algunas contribuciones para mi obra han venido de gente a quien nunca he conocido y a la que probablemente nunca conoceré. A pesar de lo cual estoy agradecida a los habitantes de la ciudad de Portland y del condado de Multonomah, Oregón, cuyos impuestos sostienen la biblioteca del Multonomah County; sin los libros de consulta que encontré allí no hubiese podido escribir este libro.

También agradezco a los arqueólogos, antropólogos y demás especialistas que escribieron los libros en los que he recogido la mayor parte de la información para usarla como telón de fondo y antecedentes de esta novela.

Muchas personas me ayudaron más directamente; entre ellas, deseo agradecer especialmente a:

Gin DeCamp, la primera en escuchar la idea de mi historia, una amiga cuando más falta me hacía, que leyó un enorme manuscrito con entusiasmo y sin dejar pasar un error, y quien esculpió un símbolo para la serie. John DeCamp, amigo y colega escritor, que sabía de la agonía y el éxtasis, y que tenía el sentido de la oportunidad para llamar exactamente cuando yo necesitaba hablar con alguien. Karen Auel, que alentó a su madre más de lo que imaginaba, porque reía y lloraba cuando se suponía que debía hacerlo, aunque sólo se trataba de un primer esbozo.

Cathy Humble, a quien solicité el favor más grande que se le puede pedir a una amiga -una crítica sincera- porque valoraba su sentido de las palabras. Hizo lo imposible: su crítica fue a la vez amable y llena de discernimiento. Deanna Sterett, porque se encontró presa de la historia, y sabía lo suficiente de cacerías para señalar algunos descuidos. Lana Elmer, que escuchó con una atención incansable horas enteras de disertación, y que aun así gustó de la historia. Anna Bacus, que brindó sus percepciones, únicas en su género, y su dominio de la ortografía.

No todas mis investigaciones se llevaron a cabo en bibliotecas. Mi esposo y yo hicimos muchas excursiones de campo para aprender directamente diversos aspectos de la vida junto a la naturaleza. En cuanto a la experiencia directa, hay que agradecer especialmente a Frank Heyl, experto de la supervivencia en el Ártico del Museo de Ciencia e Industria de Oregón, quien me enseñó a hacerme la cama en una choza de nieve y ¡se aseguró que me acostara en ella! Sobreviví a aquella fría noche de enero sobre las faldas del Monte Hood, y aprendí muchísimo más acerca de la supervivencia con el señor Heyl, junto a quien declaro estar dispuesta a pasar la próxima Era Glacial.

Estoy en deuda con Andy Van’t Hul por haber compartido conmigo sus conocimientos especiales en cuanto a vivir en el entorno natural. Me mostró cómo encender un fuego sin cerillas, hacer hachas de piedra, lograr el torcido de cuerdas y el trenzado de canastas, fibras

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