ROBO DE IDEAS
Enviado por • 23 de Abril de 2014 • 1.488 Palabras (6 Páginas) • 259 Visitas
“Por eso estamos como estamos”
¿Merecemos los problemas que estamos viviendo?imagen 2
Debo de advertir que la anterior exclamación debería de ir “entre comillas” en vez de ir con los evidentes signos de interrogación. Es muy dado en el lenguaje coloquial del mexicano atribuir a agentes externos a nuestro propio ser todas las desgracias y los sinsabores que atajan nuestra vida nacional, ni importar si hablamos del presente, del pasado…incluso del mañana.
Considero que el libro de Carlos Elizondo (titulado de la misma manera que este artículo) pretende romper con este primer prejuicio que subyace en el colectivo inconsciente del mexicano. Tenemos la situación que nos merecemos, porque simplemente tenemos el gobierno que queremos. Ahora sí. Nuestra participación ciudadana, nuestro espíritu crítico, nuestra participación – o no participación- en las elecciones y los procesos cívicos de importancia en la vida del país ha provocado, o simplemente ha permitido, que los políticos y los gobernantes actuales hayan tomado las medidas que en la actualidad nos perjudican o simplemente benefician de manera pírrica.
Generalmente, en los primeros semestres de una carrera universitaria, hay materias de tronco común, entre las cuales siempre existirán un par o más que llevan al análisis político y social de nuestra contemporaneidad nacional. Pues bien, creo que este libro cubriría con creces dicho espacio, superando el lenguaje coloquial de “echarle la culpa al gobierno” de manera fácil y poco argumentada.
¿Por qué tiene la culpa el gobierno? ¿Por qué tienen la culpa los políticos? Este libro nos presenta el análisis y las conclusiones de Carlos Elizondo, con un lenguaje lo suficientemente culto para ser descriptivo y presentarnos “los pelos de la burra en la mano”, sin por ello caer en el academicismo de quien se dedica a la investigación, convirtiendo su diálogo en una glosa literaria de altura. Ni es un lenguaje vulgar (entíendase popular) ni tampoco cae en el academicismo petulante.
Para empezar, el análisis del libro describe la situación actual: somos un país con un crecimiento mediocre, con legislaciones atávicas que en buena parte impiden el desarrollo económico y social que necesita el país, un corporativismo político que se ha preocupado más por adquirir o recuperar el poder que en ejercerlo de manera responsable y productiva. Muchas de las instituciones que existen en nuestro México actual sencillamente no responden a las necesidades del México actual, porque fueron hechas para el México de otras épocas. Las políticas públicas de nuestros gobernantes pocas veces responden al deseo de poner al país un escalón arriba de lo que ahora está. Pareciera que la historia de México ha enseñado a los mexicanos que lo importante no es progresar, sino sobrevivir.
Hablando de historia, el Doctor Carlos Elizondo realiza una retrospectiva sobre la historia, la economía y la sociedad de México, a partir de la Independencia. Se demuestra cómo la irregularidad institucional, las diferencias ideológicas y la falta de un sentido de nación perjudicaron grandemente la constitución de nuestra nación como una patria en condiciones de poder integrarse de manera efectiva al concierto mundial. Respecto del porfiriato, el autor ataja las causas y los factores que se combinaron en esta etapa de desarrollo económico y desigualdad social, que a la postre acarrearían la simiente de la Revolución Mexicana.
Históricamente hablando, pareciera que nos hemos movido de manera pendular entre dos grandes políticas de organización estatal. La fragmentación y la centralización. Cada una propició momentos de relativa estabilidad política, pero al mismo tiempo de ineficiencias administrativas que terminaron por auspiciar movimientos sociales que pugnaban por cambios: Los liberales defendían el federalismo, y los conservadores el centralismo. El federalismo propició que muchos estados no apoyaran al Gobierno Federal en la guerra contra Estados Unidos, y esa falta de fondos provocó un gobierno anémico permanentemente. Los gobiernos estatales tenían sus propios impuestos, los cuales se negaban a compartir con la federación. El porfiriato y el mismo gobierno posrevolucionario propiciaron un centralismo en los hechos, con un federalismo simulado. Esto provocó una relativa tranquilidad del país, al tiempo que las diferencias políticas e ideológicas eran castigadas con una mezcla de autoritarismo y represión.
En la actualidad, mientras vivimos en la merecida transición a la democracia, pareciera que regresamos a la otra parte del recorrido pendular. Los gobernadores, en tiempos del PRI, se sentían lacayos que obedecían. Ahora se sienten
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