Revisionismo Histórico.
Enviado por Eliana Urvide • 21 de Junio de 2016 • Ensayo • 1.934 Palabras (8 Páginas) • 194 Visitas
Universidad nacional de general sarmiento |
Revisionismo Histórico |
CAU- Taller |
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19/02/15 |
Introducción
En el estudio de la historia argentina, se encuentran dos posturas enfrentadas que difícilmente tengan posiciones en común. Se trata de la historiografía “oficial”, que justifica el proyecto de librecambio y modernización europeísta sobre el cual se organizó la república liberal, y el revisionismo histórico, que ha desarrollado una impugnación de ese proyecto al rescatar la alternativa nacionalista y federalista derrotada en el siglo XXI. El gobierno nacional, mediante decreto 1880/2011, instauró el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, dependiente de la Secretaria de cultura de la Presidencia de la Nación. Entre las finalidades explicitadas se enuncian estudiar, investigar y difundir la vida y obra de personalidades y circunstancias destacadas de nuestra historia que no han recibido el reconocimiento adecuado en un ámbito institucional de carácter académico, acorde con las rigurosas exigencias del saber científico.
A partir de este suceso, surgieron opiniones a favor y en contra de la creación del Instituto Dorrego, es fundamental entonces, conocer las declaraciones de diferentes especialistas en el tema. En el presente informe, por consiguiente, se propone exponer los argumentos de los historiadores y académicos participantes de éste debate, ya que, quienes están en contra denuncian desconocimiento y desvalorización prejuiciosa de la diversa y amplia producción historiográfica que se realiza en las universidades y organismos dependientes de Conicet en el país.
Se expondrán las posturas desarrolladas en los textos “Puede ser arcaico o puede ser peligroso”, de la periodista, escritora y ensayista argentina Beatriz Sarlo; “El Estado impone su propia épica” del historiador e investigador del CONICET/UBA Luis Alberto Romero; “El instituto revisionista”, del historiador, docente e investigador de la UBA y la UNLaM Hugo Chumbita y “Trabajar por la pluralidad de voces”, del Secretario de Cultura de la Nación Jorge Cóscia. Se considerarán para el análisis los siguientes ejes: principal finalidad de la creación del Instituto Dorrego; Evaluación de la injerencia del Gobierno en el ámbito de las Ciencias Sociales y; caracterización y valoración de la perspectiva revisionista.
Creación del Instituto Dorrego
El gobierno Nacional, mediante decreto 1880/2011, creó el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, dirigido por el ensayista e historiador Mario Pacho O’Donell.
La escritora Beatriz Sarlo, critica la creación del Instituto denominándolo como Instituto Nacional de Doctrina Histórica y postula que la función real de este programa no es conocer más del pasado, sino, la de “poner las cosas en su lugar” y difundirlo desde un organismo público. Para sostener su postura, Sarlo critica advirtiendo que el Instituto podría convertirse en un rincón arcaico y polvoriento, pero también en un centro que inculque su “historia” a la escuela, convirtiéndose en algo más peligroso. Una postura similar es sostenida por Luis Alberto Romero quien critica que el decreto amonesta severamente a los historiadores asegurando que abandonaron su misión de reivindicar a los héroes patrios, ocultando la gesta de las grandes personalidades. Romero también critica que el nuevo Instituto se desarrollará mediante un saber científico riguroso, ausente de la investigación histórica actual.
De manera contrapuesta, Hugo Chumbita postula que el decreto presidencial encomienda al Instituto investigar y difundir la vida y obra de personalidades y acontecimientos históricos que no tienen un reconocimiento en medios académicos, reivindicar a Manuel Dorrego y a quienes sostuvieron una posición nacional, popular, federal y americanista; frente al embate liberal de adversarios e intereses que pretendieron relegarlos en la memoria colectiva. Chumbita afirma que el Instituto levanta el emblema de Dorrego, luchador por la independencia americana, liberal revolucionario y gobernante democrático. De igual manera, Jorge Cóscia señala que la creación del instituto garantiza la multiplicidad de miradas sobre un mismo tema y da visibilidad a un conjunto de autores y perspectivas que han sido silenciadas y prescriptas de los circuitos consagrados de la academia y la cultura. Cóscia asegura que en ningúna línea del decreto se afirma que el Instituto Dorrego vaya a “regir” el pensamiento de nadie.
El Gobierno y las Ciencias Sociales
Al igual que cualquier otra actividad, las Ciencias Sociales se desarrollan en el contexto de una sociedad atravesada por la política. A continuación se exponen distintos criterios acerca del rol del Gobierno en el ámbito de las Ciencias Sociales, a través de la creación del Instituto Dorrego.
De acuerdo con Sarlo, el gobierno no pasó por alto que hay historiadores universitarios de todas las tendencias ideológicas, todos responden a las reglas que definen su disciplina. Sarlo critica que el gobierno pretende que la historia argentina solo haga historia de “grandes hombres” estableciendo una tabla de posiciones y que el gobierno Kirchnerista adoptó la descendencia de los revisionistas desdeñados por Uriburú en 1930. De igual manera, Romero critica que el estado tiene la idea de que la épica debe ocupar el lugar de la historia y denomina como insólito que la finalidad del Instituto Dorrego sea asumida sin correcciones por el estado nacional a través de un decreto firmado por la presidenta, el jefe de gabinete y el ministro de Educación. Romero argumenta criticando que el decreto también se ocupa de advertir a los ciudadanos de los riesgos de las ideas que para ellos están equivocadas y que fueron sembradas por los enemigos del pueblo, para ello, se ocupará de la educación de los docentes, podrá además cambiar los nombres de las calles y las imágenes de los billetes, crear museos, establecer nuevas celebraciones y promover la difusión de estas ideas a través de cualquier medio de comunicación. En este sentido, Romero argumenta que el Estado se pronuncia y convierte el discurso militante en doctrina nacional, afirmando que la correcta visión de nuestro pasado ha sido desnaturalizada por la “historia oficial”, liberal y extrajerizante.
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