Sistema Politico Mexicano
Enviado por geepadi • 15 de Abril de 2015 • 3.016 Palabras (13 Páginas) • 169 Visitas
Sistema Político Mexicano.
Gerardo Alberto Recio Padilla.
NL: 52
13 de abril del 2015.
Entendimiento oscuro, clara originalidad
Líderes obreros que se destacaron hasta llegar a dirigir sindicatos importantes, y que, por una razón o por otra fueron expulsados de ellos. Esta experiencia les ha dado un conocimiento íntimo de un aspecto bien importante del sistema político mexicano: cómo manipula el gobierno los lazos que lo unen con las organizaciones obreras.
La otra fuente de opinión suele proceder de gente joven, en general estudiantes, que siguen con sostenida atención el juego político diario y que tienen una información sorprendente acerca de los principales actores de la política nacional.
La mayor calamidad de todas es la forma peculiar como se hace política en México. Alguna vez fue abierta, digamos durante los años que precedieron al Congreso Constituyente de 1856 y durante los diez de la República Restaurada (1867-1876).
Esta situación comenzó a cambiar con el advenimiento de Porfirio Díaz. Declinó la calidad intelectual y moral de los periodistas; la oposición parlamentaria fue debilitándose hasta desaparecer por completo desde 1888. El poder ejecutivo federal acabó por ser la mayor fuerza política y económica del país, y, por lo tanto, como todo dependía de él, sólo los suicidas desatendían la necesidad de acercársele.
De 1911 a 1928 la política es abierta, y en ocasiones tan ruidosa, que sus conflictos más escondidos llegan a dirimirse a balazo limpio.
A partir de 1928 esta política abierta, ruidosa hasta la violencia, comienza a modificarse, en parte porque un buen número de los líderes sobresalientes de la Revolución ha sido eliminado de un modo o de otro, y en parte por la creación del partido único de la Revolución, cuyo fin inmediato fue el de confiar a la lucha cívica y no a las armas la solución de los conflictos políticos.
Se dice que el candidato ha de ser un hombre lo menos objetable posible, sin pensar que siendo válida esa observación para el caso de México, lo es también en cualquier país, puesto que iría al fracaso un personaje generalmente impopular, y al éxito seguro el que es querido y admirado por todo el mundo. Señalan asimismo el requisito de que sus ideas sean, no ya alejadas de todo extremo, pero ni siquiera muy definidas.
México, que vive en frecuentes convulsiones durante los primeros sesenta años de su vida independiente, goza de treinta y tres de paz y de estabilidad durante el régimen porfiriano; pero en 1910 vuelve a las andadas del levantamiento militar y de la revolución, que sólo concluyen en 1929. De entonces acá, ha dado un espectáculo sorprendente de siete sucesiones presidenciales hechas pacíficamente, y una vida pública en que no ha habido una conmoción perceptible hasta 1968 y después en 1971, en ocasión de la rebeldía estudiantil.
Es también comprobable que la independencia de los poderes legislativo y judicial respecto del ejecutivo es mucho menor que en una verdadera democracia. Y es asimismo signo de una organización democrática impura o sui generis, la existencia de un partido político oficial o semioficial, no único, pero sí abrumadoramente predominante.
Las dos piezas centrales
La Presidencia de la República
Es un hecho histórico notable, y hasta ahora insuficientemente explicado, que de la Constitución revolucionaria de 1917 salió un régimen de gobierno en que el poder ejecutivo tiene facultades visiblemente superiores a las de los otros dos poderes, sobre todo el legislativo. Los constituyentes del 56 hicieron de éste el poder principal por dos motivos: primero, porque les obsedía el recuerdo de los cincuenta años anteriores, en que repetidamente el jefe del ejecutivo se transformaba en dictador; y segundo, porque considerando inconclusa la obra de la Reforma, quisieron confiar su prosecución a una cámara única de diputados con cierto aire de asamblea nacional revolucionaria a la francesa.
Lo cierto es que la Constitución de 17 creó un ejecutivo extraordinariamente poderoso, y que de allí emana muchas de las facultades amplias de que goza en México el presidente de la República (la Constitución pensó convertir al Congreso en toda una secretaría de Educación Pública y Bellas Artes).
El amplísimo poder del Presidente proviene no sólo de las facultades que acertada o desacertadamente le dan las leyes, sino de otras fuentes. Desde luego una de carácter geográfico: el asiento de los poderes federales está en la Ciudad de México, que se halla más o menos en el centro del país, pero, en todo caso, y como ocurre con París, en una posición 'radial".
El Distrito Federal es, pues, el órgano director del país; en él están los poderes federales, que son, a su vez, el foco de poder y de actividad de esa pequeña zona geográfica, y en la cima de todo se encuentra el presidente de la República.
Teóricamente, la subordinación del poder legislativo al Presidente es explicable, pues la mayoría parlamentaria está compuesta de miembros del partido oficial, cuyo jefe supremo es el presidente de la República, aun cuando formal o abiertamente no aparezca como tal.
El Partido Oficial
En 1929 nace en México el Partido Nacional Revolucionario (PNR), estuvo diseñado para cumplir tres funciones trascendentales y necesarias, su creación fue pensada entorno a la necesidad de contener el desmembramiento de lo que comenzaba a llamarse la "Familia Revolucionaria", implementar un sistema que civilizara y tratara de ayudar en las riñas que se daban por la lucha del poder y alcanzar las metas en un entorno político y administrativo de la revolución mexicana.
Desde su fundación, el partido no ha sufrido una crisis irreparable dentro de su organización, ni ha sufrido bajas en relación a sus miembros, sino todo lo contrario ha alcanzado más número de simpatizantes.
Se pretendía, que el partido tuviera una presencia de nivel nacional, y no solo un conjunto de fracciones políticas pequeñas, dispersas por todo el país; sus pretensiones eran ser un partido revolucionario con un amplio programa político, ser menos radical o menos comprometido.
Sus características eran indudables, y se fueron inclinando hacia un nacionalismo y un populismo visible, que pretendía una mejor situación económica, social y política, de los sectores más marginados de la población y menos favorecida, o sea los campesinos y los obreros. Otra de sus funciones era la de legitimar las votaciones de todos los postulantes a puestos de elección popular.
De aquí una de las grandes ventajas del Partido: si conseguía asegurarse como base suya a esos dos grandes sectores de la sociedad mexicana,
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