Snowden Y Periodismo

Vigilancia y control social

Cada vez que navegamos en internet creemos que lo hacemos de forma inocente y privada. Nos aparecen avisos o políticas de privacidad en los que, quieras o no, siempre deberás clickearlas en la opción “aceptar” para acceder a algún programa o contenido. Cuando nos creamos un correo electrónico por ejemplo, entregamos datos de residencia, teléfono, nombres, edad, entro otros, pensando en que sólo pueden ser vistos por ti y por la compañía tecnológica que presta dicho servicio. En lo que respecta a las redes sociales, a través de ellas se compartes emociones y sentimientos, se hacen comentarios, se señalan gustos, se organizan eventos, etc. Y se vuelve a la pregunta ¿Qué tan público o privado es internet?

A mediados del presente año, el nombre de Edward Snowden se hizo conocido al filtrar información de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y del programa de vigilancia llamado PRISM de los Estados Unidos. Posteriormente y sobre la base de la información difundida por Snowden, periódicos como The Guardian y The Washington Post informaron que la NSA y el FBI habían intervenido los servidores de importantes empresas tecnológicas como Gmail y Yahoo, accediendo a datos de millones de personas en el mundo.

Una vez revelados los documentos que demostraban el espionaje masivo que realiza Estados Unidos, Snowden se estableció en Honk Kong y actualmente está en Rusia esperando la oportunidad de que un país latinoamericano le ofrezca asilo.

Así entonces, podemos apreciar que la tónica de ver conspiraciones en todas partes no es algo que esté alejado de la realidad o una característica de cualquier charlatán de la televisión. La “información privada” lo es cada vez menos en internet y la vigilancia en las comunicaciones por parte de los gobiernos es un hecho real. Trayéndolo al plano nacional, hace unos años causo polémica el plan que tenía el actual gobierno de Chile para monitorear los comentarios de Twitter y otras redes sociales. Por medio de una herramienta informática se podía saber incluso la ubicación geográfica de alguien que emitiría una opinión.

Por otro lado, los mismos avances tecnológicos facilitan el acceso y la vigilancia de las comunicaciones y no resulta difícil intervenir la red o los soportes tecnológicos que las personas utilizan. Como lo señala un informe de la ONU, elaborado a principios de este año “Los argumentos de la seguridad nacional y la lucha contra el crimen son los más recurrentes para justificar cambios en las legislaciones que permitan la vigilancia. El documento de la ONU reconoce la importancia que pueden tener estas comunicaciones para los propósitos anteriores. Pero las leyes que regulan la intervención de los estados en el control de Internet suelen ser inadecuadas o inexistentes” (rescatado de http://elcomercio.pe/actualidad/1588533/noticia-edward-snowden-bradley-manning-tres-cuestionamientos-eeuu-raiz-sus-revelaciones)

Por lo tanto, la vigilancia y el control social coartan derechos fundamentales del ser humano como lo son la libertad de expresión y de opinión. Si hay condicionantes al momento de decir lo que se piensa o al lanzar una información que afecte a “los poderosos” se corre el riesgo de ser perseguido, acusado de traición, encarcelado e incluso asesinado.

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