Soberanía, discurso para incumplir compromisos internacionales
Enviado por vvalverth • 23 de Abril de 2019 • Ensayo • 1.447 Palabras (6 Páginas) • 106 Visitas
DE LA SOBERANÍA NACIONAL (A PROPÓSITO DE LA CICIG)
La soberanía es al Estado como la dignidad es a la persona humana. No puede concebirse uno sin la otra.
Es una discusión frecuente en el ámbito nacional y más habitual entre personas ajenas a la ciencia y a la academia, sobre si la participación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG- responde o no a los intereses soberanos de Guatemala. Es decir, hay quienes creen que viola la soberanía nacional y otros que aseguran lo contrario.
Sobre el concepto de soberanía se pueden escribir tratados completos pero podemos resumir para efectos de la presente posición tres posturas: 1. Hay quienes creen que el concepto no ha variado desde su “invención” con Jean Bodin según el cual Soberanía es un poder absoluto y perpetuo, limitado únicamente por las restricciones de los gobernantes. Thomas Hobbes decía al respecto que la soberanía la tenía el rey pero no era otorgada por Dios sino por los hombres, en contraposición con la posición medioeval que le daba origen divino. Fue Juan Jacobo Rousseau quien postuló que la soberanía reside originalmente en el pueblo, tal como se sostiene hoy en día.
Las características del poder soberano son la supremacía del poder y la postestad para definir su propia competencia. Como sea, es hoy de interés general desentrañar el significado actual del concepto cuyo estudio es de relevante complejidad toda vez que fenómenos como la globalización y la irrupción de organismos internacionales que ejercen competencias soberanas delegadas por los Estados le agregan elementos que hace unos siglos, cuando se configuró como atributo del Estado, no existían con la amplitud y la intensidad actual.
Cada vez que el Estado suscribe convenios y tratados internacionales en que delega en Organismos multilaterales funciones propias de los Estados, está haciendo una transferencia de competencias y la discusión se centra si esa transferencia significa una disminución de la soberanía del Estado, por una parte, o si, por lo contrario, la sola suscripción y ratificación del tratado se hace en ejercicio de su soberanía y, por tanto, se habrá de entender que no hay disminución alguna ni mucho menos transferencia porque los Organismo internacionales no gozan del atributo de la Soberanía que es exclusivo de los Estados. De ahí que se infiere que la soberanía no puede fraccionarse como para que se pueda ceder parte de ella y conservar otra parte.
No se trata de una materia en que se pueda arribar a conclusiones terminantes, invariables, eternas, inamovibles, absolutas. Aquí Se trata de un concepto definido provisionalmente o, mejor dicho, sus manifestaciones, su volumen, su peso, su permanencia no puede sostenerse. Es como bañarse dos veces en el mismo río. No se puede –desde Heráclito-. Por eso no podemos asegurar que la soberanía sea un concepto fijo invariable en el tiempo y absoluto porque siempre aparecen interrogantes que nos obligan a dudar de ello: ¿Hay Estados más soberanos que otros? ¿Se puede medir la soberanía? ¿Se puede, acaso, fragmentar como para afirmar que un Estado “cedió” parte de su soberanía para poder entrar en un organismo internacional? O, vale preguntarse si el peso específico de la soberanía (¿pesa?) de un Estado es mayor que la de otro; o, acaso depende del poder bélico o del poder económico de un Estado?
Al respecto debemos establecer que ni el poder económico o la capacidad coercitiva derivada de su fuerza militar hace que un Estado sea “más soberano” que otro pues de lo contrario tendríamos soberanías de primero, segundo, tercero, etc. grados. (Que en la práctica haya Estados que tienen preeminencias especiales en Naciones Unidas, como por ejemplo el poder de veto en el Consejo de Seguridad, es cuestión ajena a esta lucubración filosófica).
Todas esas preguntas son válidas y muy probablemente según sea el enfoque la respuesta resulte ser distinta. En ese sentido podemos intuir desde ya que las respuestas que los investigadores han encontrado a estos problemas, son todas válidas, siempre y cuando las sepan argumentar apropiadamente y estén revestidas de datos que les den sustento o, al menos, de sentido común o de razonamientos persuasivos.
Desde los orígenes del concepto Soberanía hasta nuestros días podemos apreciar cambios en las relaciones entre Estados y entre éstos y los organismos internacionales, así como, en lo interno, entre los Estados y los grupos de interés que tienen incidencia en las decisiones políticas que otrora se reservaban únicamente al “Soberano”.
La definición de Soberanía, no corresponde a lo que significó en sus orígenes debido, no solo al paso del tiempo sino a la irrupción de otros actores en el contexto internacional (los organismos internacionales, básicamente) y la disputa de espacios políticos, a nivel interno entre sectores que compiten con el Estado en acumulación de poder y pretenden dictar, en su beneficio, las políticas de los poderes públicos.
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