Sobre los “Millenials”, en Argentina

Sobre los “Millenials”, en Argentina

 El autor ingles, Simon Sinek introduce a través de cuatro ejes fundantes, el concepto de Millenials, para caracterizar a las juventudes surgidas a partir de la segunda mitad de la década del ’80, y poner en cuestión el funcionamiento de las mismas.

Es entonces cuando la malversación de la crianza, la impericia ante el uso de la tecnología, la indebida impaciencia, y el ambiente corporativo –explica Sinek- dan lugar a la baja autoestima y, por ende, queda delimitada la sensación de “felicidad” o realización que atraviesa los Millenials.

Por supuesto, las adolescencias argentinas no logran escapar a la lógica, y lejos de mantenerse aisladas de estos fenómenos parecen agudizar su situación frente al mismo: Las consecuencias de políticas socioeconómicas orientadas a atenuar la capacidad de consumo (paradójicamente, en un mundo basado en el consumo) generan desaires y desazón.

Inestabilidad laboral, propuestas ineficaces a la hora de construir lazos, y la no renovación de líderes capaces de interpretar el clamor de los mismos, golpean de lleno en las identidades multiplicadas exponencialmente por medios de comunicación y redes sociales.

Quizá sea este el escenario ideal para los placeres efímeros, pasajeros, y hasta errantes, si los sumamos a las exigencias del sistema que pondera al “compre ya”, “tenga ya”, y en simultáneo, los reprime.

Pensar en el estado como garante de realización colectivo, pareciera ser un eje transversal para dar inicio a una cuenta pendiente de la sociedad  argentina: No omitamos que a la desaparición sistemática de personas como política de estado, la sucedió la reorganización social cimentada exclusivamente en materia de mercado.

Por ello, la implementación de políticas integrales capaces de sostener proyectos creativos, educativos y formativos a mediano y largo plazo, acompañadas de un grado de concientización suficiente como para seguir ampliando horizontes, y actualizando desafíos, serán necesarias para encarar tiempos venideros.

Puesto que los puentes vinculares y de interacción no son unilaterales, será necesario no solo abarcar a las aristas sociales en su conjunto, sino también, ir ganando terreno en los sectores de mayor reticencia e impermeabilidad a las nuevas propuestas, tales como las franjas etarias más avanzadas, signadas por dogmatismos y mandatos culturales inexpugnables. Por su parte, el sector privado también deberá hacerse eco.

Mientras que unos pocos dispongan de las condiciones de los muchos otros que pujan por ingresar a la red de estabilidad.

En síntesis, la transición hacia una nueva generación deberá comprender al total de los actores sociales, a la vez que facilitar su desarrollo

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