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Sujetos silenciados en el ámbito hospitalario


Enviado por   •  10 de Mayo de 2017  •  Ensayo  •  4.072 Palabras (17 Páginas)  •  229 Visitas

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Sujetos silenciados en el ámbito hospitalario

Propuesta desde un enfoque narrativo

Yanina Roslan Angeloni

canyros@yahoo.com.ar

Residente de Trabajo Social en Salud Pública

Hospital Luis Lagomaggiore

Mendoza. Argentina

Resumen: En el presente artículo se analiza la ausencia de la voz de los sujetos desde el origen mismo de la institución hospitalaria y su profundización con el desarrollo del discurso biologista, el cual se ha constituido como modelo médico hegemónico en el ámbito de la salud. Ante esto, el modelo de la medicina basada en la narrativa rescata el relato de la experiencia vivida como parte constitutiva del abordaje del sufrimiento, erigiendo al paciente como protagonista del mismo. El trabajo social no puede permanecer ajeno a esta realidad, sino que debe acompañar este proceso, problematizando sus registros y modos de albergar la palabra de los sujetos.

Palabras clave: modelo médico hegemónico, narrativa, historia clínica

Keywords: hegemonic medical model, narrative, clinic history

Muchos enfermos se curan solamente con la satisfacción de un médico que los escucha.

Hipócrates

  1. Introducción

Transitando una institución hospitalaria se comienza a visualizar el modo en que los discursos circulan, se tensan y se anudan, tomando cuerpo en los diversos profesionales que componen el equipo de salud. Se instala y naturaliza una forma de ver, sentir y pensar al otro. Con todo, suele aparecer alguna excepción a la regla, cierta resistencia que se aspira a lo diferente, a lo alternativo, aunque, lamentablemente, éste no es el perfil del común de los profesionales de un hospital general.

El discurso médico arraiga y se extiende adquiriendo centralidad y protagonismo a la hora de interpretar el dolor del paciente, realizar un diagnóstico e intervenir posteriormente. Por lo general, el sujeto, junto con su relato, resulta anulado, pasando a constituir un “órgano enfermo”, objeto de intervención, aislado de su contexto y sin posibilidad de asumir la palabra.

Ahora, ¿siempre esto fue así? ¿Desde cuándo el discurso médico se torna hegemónico en el ámbito de un hospital? ¿Quiénes lo sostienen? ¿Es posible incorporar otras miradas al campo de la salud? ¿Desde dónde construir la alternativa? A lo largo de este trabajo se intentará abordar estas preguntas, entre otras. No con el propósito de hallar las respuestas, sino más bien con la intención de cuestionar las prácticas del trabajo social en vistas de esbozar escenarios posibles de transformación.  

Para esto, se analizarán los discursos y saberes que circulan por el campo de la salud, particularmente en el ámbito hospitalario. En función de ello se desarrollarán nociones teóricas vinculadas al modelo médico hegemónico y al enfoque de la medicina basada en la narrativa, intentando luego reflexionar sobre la intervención del trabajo social y su relación con los discursos predominantes.

  1. Aproximación al surgimiento de los hospitales y su función social

Recién a fines del s. XVIII comenzó a programarse el hospital que hoy se conoce, como un instrumento terapéutico y de cura. Tal como lo plantea Foucault (1996), el hospital que funcionaba en Europa en la Edad Media, no era en absoluto un medio de cura, no había sido creado para tal fin. Por el contrario, previo al s. XVIII el hospital era básicamente una institución de asistencia, pero también de exclusión y segregación.

El pobre era considerado un miembro a tutelar de la sociedad. Por un lado brindándole asistencia para que no incurriera en vagabundeo ni en prácticas inmorales; pero por otro lado, separándolo del resto, ya que, por su condición, era portador de enfermedades y posible propagador de las mismas. En resumen, era peligroso. De ahí la necesidad de la existencia del hospital, dirá el autor, tanto para contenerlo como para proteger a los demás contra el peligro que implicaba. De este modo la institución hospitalaria, lejos de constituir un servicio de orden médico, se erigía como un mecanismo de asistencia que, paradójicamente, segregaba a locos, enfermos y prostitutas. En consonancia con esto, el personal hospitalario tampoco estaba destinado a la curación de los enfermos, más bien era un personal caritativo, que aspiraba, con su tarea, a conseguir la salvación eterna (Foucault, 1996).

Es así como hasta ese momento el saber médico era una profesión no hospitalaria. Hasta mediados del s. XVIII quien ejercía el poder en el hospital era, por lo general, el personal religioso. Dicho personal estaba encargado no sólo de la vida diaria del hospital, sino también de la salvación de los enfermos. En esos momentos se llamaba al médico para la atención de los pacientes moribundos, que se encontraran en grave estado. Esto más como práctica de garantía que de curación. De hecho, la visita médica era una práctica bastante irregular en el ámbito hospitalario. Por añadidura, el médico dependía laboral y económicamente del personal religioso, quien tenía la facultad de contratarlo o despedirlo si fuese necesario. Asimismo, el médico que acudía a los hospitales por demanda de las comunidades religiosas no era el más distinguido de su profesión, sino más bien todo lo contrario. Los grandes médicos no aparecían por el hospital, sino que se circunscribían al ámbito de la consulta particular. Eran profesionales que habían adquirido prestigio y reconocimiento por el descubrimiento de la cura de diversas enfermedades. Tal como expresa Foucault: “El gran médico de hospital, más preparado cuanto mayor sea su experiencia en esas instituciones, es un invento de fines del siglo XVIII.” (Foucault, 1996: 77).

En términos de Foucault, el hospital comienza a “medicalizarse” cuando se introducen los mecanismos de “disciplinamiento” de los cuerpos, los que son colocados en un espacio individualizado que permita su clasificación (Foucault, 1996: 75). El autor retoma esta idea en El nacimiento de la clínica, al sostener que:

Para que la experiencia clínica fuera posible como forma de conocimiento, ha sido necesaria toda una reorganización del campo hospitalario, una definición nueva del estatuto del enfermo en la sociedad y la instauración de una cierta relación entre la asistencia y la experiencia, el auxilio y el saber; se ha debido envolver al enfermo en un espacio colectivo y homogéneo (Foucault, 2011: 256).

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