Terremoto 2017 en el Istmo de Tehuantepec

El pasado viernes 7 de septiembre de 2018, en la región del Istmo de Tehuantepec se sintió un clima de incertidumbre al cumplirse un año de que la tierra se cimbrara, ocasionando una tragedia de gran magnitud, dejando al descubierto la incapacidad de los diferentes niveles de gobierno en materia de protección civil.

Faltaban algunos minutos para terminar el 7 de septiembre de 2017, cuando la tierra empezó a sacudirse, dejando ver su enorme poderío. Esa noche que se convirtió en una eternidad para muchas familias, las calles estaban llenas de escombros, árboles y casas caídas, sin energía eléctrica, llantos y gritos por todos lados. Nadie podía dormir, vecinos apoyando para rescatar a personas atrapadas entre los escombros, gentes buscando a sus familiares, las líneas telefónicas colapsadas.

No fue sino hasta la llegada de la aurora que muchos pudieron apreciar la magnitud de la tragedia. El panorama era desolador, las malas noticias empezaron a correr, personas heridas, muertas, gente con crisis nerviosa y traumas porque la tierra seguía moviéndose.

Pocos imaginaban que eso era el inicio de la verdadera tragedia para nuestra región zapoteca. Después de la tormenta viene la calma dicen por ahí, pero la calma es lenta y desesperante.

Gobiernos de diferentes niveles llegaron a la zona de desastre, muchos con promesas y falsas esperanzas para la gente que en ese momento necesitaban apoyo moral y sobre todo económico. Fotos y videos empezaron a salir por todas las cadenas de televisión y apoyos internacionales empezaron a anunciarse.

Hoy, a más de un año de la tragedia, los estragos todavía se dejan ver, la poca ayuda gubernamental, gente durmiendo aún bajo lonas, techo y casas improvisadas, sin un sustento más que su fe y esperanza. Pero, aún en el peor de los casos, la generosidad, la solidaridad y el corazón de los oaxaqueños es más grande que cualquier adversidad.

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