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Tesina: Segunda Vuelta Electoral en México


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2020  •  Tesina  •  8.081 Palabras (33 Páginas)  •  85 Visitas

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Primer Capítulo: Discusión en torno a la implementación de la segunda vuelta electoral en México a partir de antecedentes históricos recientes

En México existe una grave problemática de legitimidad en cuanto a los perfiles ganadores de elecciones presidenciales. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala en su Artículo 35 que, es un derecho del ciudadano votar en las elecciones populares, mas no se plantea como una obligación. Esto ocasiona que haya libertad de abstención por parte de los ciudadanos a la hora de ejercer su derecho al sufragio.

La constitución también señala que nuestro país es una república de presidencialismo pleno que se rige bajo los principios de la democracia representativa; en otras palabras, el Jefe de Estado es a quien elijan la mayoría de los votantes. Eso es algo que no está pasando actualmente, ningún Presidente ha sido elegido por la mayoría de los ciudadanos. En México tenemos una democracia joven.

En los sistemas políticos democráticos, existen diversos mecanismos de participación democrática, estos mecanismos son los siguientes: voto, plebiscito, referéndum, cabildo abierto, iniciativa popular o legislativa y revocación de mandato.

No puede imaginarse que el pueblo permanezca constantemente reunido para ocuparse de asuntos públicos,” debido a que para esto, se requieren de muchas condiciones difíciles de reunir: “En primer lugar, un Estado muy pequeño en que sea fácil congregar al pueblo y en el que cada ciudadano pueda conocer fácilmente a todos los demás; en segundo lugar, una gran sencillez de costumbres, que evite multitud de cuestiones y discusiones espinosas; además, mucha igualdad en las categorías y en las fortunas sin lo cual no podría subsistir mucho tiempo la igualdad en los derechos y en la autoridad; por último, poco o nada de lujo,” y, concluye: “Si hubiera un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente, pero no conviene a los hombres un gobierno tan perfecto. (Rousseau, 2000).

A la hora de analizar la historia electoral reciente, se puede ver en cifras la gravedad del problema.

En 2006, votaron un total de 41 millones 792 mil 322 ciudadanos; el ganador fue el candidato del Partido Acción Nacional, Felipe Calderón Hinojosa, siendo votado por 15 millones 284, o sea, 35.89% de los ciudadanos que asistieron a las urnas (ver gráfica 1.1). Sin embargo, dicho porcentaje no representa la legitimidad del expresidente, ya que en la lista nominal habían 71 millones 374 mil 373 ciudadanos inscritos. Si se divide el número de votos que obtuvo el panista entre el número de electores que se supone debían votar, nos da un porcentaje de 21%, es decir, el Presidente Calderón fue elegido por menos de una cuarta parte de los mexicanos en ese entonces (ver gráfica 1.2).

Si los más de 29 millones que no acudieron a las urnas aquel 2 de julio de 2006 lo hubieran hecho, el resultado de la elección podría haber sido distinto. Pudo haber ganado cualquier otro candidato incluso Roberto Campa, el candidato de Nueva Alianza, que obtuvo apenas 401 mil 804 sufragios. Pero no fue así, el 42% no salió a votar aquel día y Calderón ganó sin el apoyo de tres cuartas partes del electorado.

Para comprender mejor la información, se muestran las siguientes gráficas:[pic 1][pic 2][pic 3]

[pic 4]

Vayamos ahora seis años atrás. En 2012, votaron un total de 50 millones 323 mil 153 ciudadanos; el ganador fue el candidato de la alianza “Compromiso por México”, conformada por los partidos PRI y PVEM, Enrique Peña Nieto, siendo votado por 19 millones 226 mil 784, o sea, 38.20% de los ciudadanos que asistieron a las urnas (ver gráfica 2.1). Sin embargo, dicho porcentaje tampoco representa la legitimidad del actual presidente, ya que en la lista nominal habían 79 millones 454 mil 802 ciudadanos inscritos. Si se divide el número de votos que obtuvo el priista entre el número de electores que se supone debían votar, nos da un porcentaje de 24.1%, es decir, el Presidente Peña, como el Presidente Calderón, también fue elegido por menos de una cuarta parte de los ciudadanos mexicanos en ese entonces (ver gráfica 2.2)

Como en el 2006, más de 29 millones no acudieron a las urnas aquel 1 de julio de 2012. Si lo hubieran hecho, el resultado de la elección podría haber sido distinto. Pudo haber ganado cualquier otro candidato incluso Gabriel Quadri, el candidato de Nueva Alianza, que obtuvo 1 millón 150 mil 662 sufragios. Pero no fue así, el 37% no salió a votar aquel día y Peña Nieto ganó sin el apoyo de tres cuartas partes del electorado.

Para comprender mejor la información, se muestran las siguientes gráficas:

 [pic 5][pic 6]

[pic 7][pic 8]

 

La historia reciente nos ha enseñado la inconveniencia de contar con gobernantes debilitados y sin legitimidad, por causa de un triunfo electoral sin mayoría absoluta y que no resulta satisfactorio para la mayoría, provocando desintegración y conflictos en muchas ocasiones.

El problema es que de los resultados electorales, con el voto dividido en distintas fuerzas, emanan ejecutivos estatales sin mayorías claras y con debilidad en su mandato. La realidad es que en los últimos años, nuestro sistema de competencia electoral, en vez de darle certidumbre y unidad a México, genera equilibrios muy frágiles.

Como ya se mencionó anteriormente, en México existe una democracia joven. Los mexicanos subestiman el poder de su voto cuando en realidad es el arma más valiosa que tienen en términos electorales. Ya quedó demostrado; si los que se abstuvieron no lo hubieran hecho, es muy probable que nuestros últimos presidentes hubiesen sido otros.

Tener presidentes elegidos por una minoría ocasiona problemas de gobernabilidad, impugnaciones de elecciones, judicialización de procesos electorales, gobiernos no respaldados, etc., que a la larga ocasionan un mayor costo económico.

Sin duda es necesario revisar nuestro método de votación, sobre todo si partimos de la base que desde 1997 el partido en el poder no ha contado con mayoría en el Congreso, el porcentaje de votación de los ganadores de las últimas dos elecciones presidenciales ha estado por debajo de los 40 puntos, y se estima que quien obtenga el triunfo en 2018 lo hará con menos de un tercio de los votos, lo que impactaría en su legitimidad y márgenes de gobernabilidad.

A todo esto, la solución que se propone es la implementación de la segunda vuelta electoral o “balotaje”. La segunda vuelta es un mecanismo electoral que permite asegurar que quien se alce con el triunfo sea el candidato que reúna un porcentaje mínimo de votos  establecido de antemano. En algunos casos el porcentaje mínimo es 50% más un voto, es decir una mayoría absoluta. Si no se cumplen estas condiciones, se lleva a cabo una segunda jornada electoral en la que compiten sólo los dos candidatos o fórmulas que obtuvieron más votos, de esta forma, invariablemente habrá una opción que se lleve la mayoría.

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