Torrente Y La Clase Politica
Enviado por bonesito • 23 de Enero de 2014 • 1.676 Palabras (7 Páginas) • 666 Visitas
Torrente y la clase politica
[Cualquiera de los enunciados del tema es correcto pero, como todo en la vida, seguro que es mejorable. Vosotros decidís cuál pondríais en el examen.]
El tema es la hipocresía del pueblo, que se muestra muy crítico con sus políticos, pero acude en masa a espectáculos degradantes.
El tema es el bajo nivel cultural de los españoles y el mal concepto que tienen de sus políticos [éste sería un enunciado a mejorar, aunque está bastante bien.]
El tema es la injusta crítica que reciben los políticos españoles por parte de un pueblo analfabeto y retrógrado [o que aplaude productos como Torrente].
El tema es el lamentable estatus cultural de los españoles, como se demuestra en la extraordinaria acogida dispensada a Torrente y en su incapacidad para reconocer el valor de sus dirigentes políticos. [Algo pedante y extenso, pero recoge bien lo fundamental]
Un resumen del contenido esencial del texto podría ser el siguiente:
La idea, extendida entre la gente, de que los políticos no están a la misma altura de sus electores es insostenible si analizamos el éxito popular de un personaje tan zafio como Torrente. Su creador se escuda en oscuras argumentaciones sociológicas o filosóficas para defender sus películas. Así que el pueblo no puede pretender exigir en los demás lo que no se exige a sí mismo.
O:
No es justo el desprecio que los españoles sienten por sus actuales políticos. Un pueblo que acude en tropel a aplaudir las groserías de un personaje como Torrente no está legitimado para criticar el nivel de sus gobernantes. Y no sirven pretextos vacuos como los que esgrime Santiago Segura para defender sus películas. Nuestros políticos no son tan malos como la gente cree.
O:
No sirven oscuras teorías para justificar la presencia en nuestras pantallas de un personajillo como Torrente, tan aplaudido por los españoles cada vez que se estrena una de sus películas. Es un claro ejemplo del escaso nivel cultural de la gente, así como su manifiesta incapacidad para reconocer la valía de sus representantes políticos.
La estructura u organización general de las ideas responde a una disposición de tipo inductivo puesto que la tesis final explícita está claramente definida: son los ciudadanos y no los políticos quienes deben reflexionar sobre el grado de degradación moral y cultural a que hemos llegado. Pero para llegar a tal conclusión la autora ha confeccionado un texto en cinco párrafos con una coherencia lógica que seguidamente describimos.
En el primer párrafo, a modo de introducción expositiva, se nos informa de una idea generalizada (la incompetencia de los políticos españoles), en boca de la gente –citas ajenas encubiertas y ejemplos, línea 3-, idea que es cuestionada por la autora (línea 4), lo que podríamos considerar un avance de la tesis final. A través de un argumento de actualidad y estadístico (línea 5), Lucía Méndez nos informa de la popularidad de Torrente y mediante una cita ajena directa (líneas 7-8) de este personaje caracteriza su ideología fascista y su bajo nivel cultural.
El segundo párrafo continúa la exposición cruda de cómo es Torrente –que contrasta con el prestigio del actor que lo encarna-, pero también añade otros ejemplos de personajes negativos como Belén Esteban o Paquirrín, figuras que encandilan al público. Mediante un argumento de analogía (líneas 12-13), la autora incide en lo pueril de este tipo de cine.
El tercer párrafo expone las ideas de S. Segura para justificar la existencia de su personaje por medio de una extensa cita ajena indirecta (líneas 16-19) que incluye un argumento de autoridad desmesurado a este propósito, por lo que sus palabras son tomadas con escepticismo por la autora.
La respuesta en forma de contraargumentación aparece en el cuarto párrafo, precisamente encabezado por el conector “Sin embargo”. Se rechazan interpretaciones extrañas, es decir, falacias esgrimidas por su creador para defender a Torrente y se opta por una visión más realista: estamos afectados por una crisis de valores muy grave.
Finalmente, el quinto párrafo en cierta manera responde al interrogante lanzado en el primer párrafo y, defendiendo a la clase política española a través de una generalización presentada como indiscutible (línea 24), insiste en la irresponsabilidad de la ciudadanía cuando exige a sus representantes lo que no se exige a sí misma.
I.2.) Lucía Méndez muestra una firmeza encomiable a la hora de defender a los políticos, últimamente objeto de airadas críticas como las de los manifestantes del 15-M. También se muestra valiente cuando achaca a los ciudadanos una formación cultural escasa. Utiliza bien el caso reciente de las películas de Torrente como ejemplo elocuente de zafiedad extendida a toda la sociedad española, desmontando la rebuscada justificación que hace Santiago Segura de su personaje. También podría haber traído a colación numerosos programas de televisión emitidos por cadenas privadas como Tele cinco.
Ahora bien, ¿no tendrán los políticos alguna responsabilidad en el lamentable estatus cultural de los españoles? Si nuestros gobernantes nos hubieran educado con esmero, no estaríamos haciendo cola para reír las bromas escatológicas de Torrente. Tal vez acudiríamos a ver las películas de Isabel Coixet o de Amenábar. ¿No será que a los políticos les interesa una ciudadanía adocenada y con una mente atrofiada?
La cohesión es la propiedad textual que opera en el nivel superficial y se manifiesta mediante
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