Un liberalismo rampante
Enviado por prueba1 • 6 de Junio de 2012 • Monografía • 2.032 Palabras (9 Páginas) • 392 Visitas
Introducción
Antes de iniciar esta resumida presentación de la Enciclíca Rerum Novarum, del Sumo Pontífice leon XIII, publicada por el Vaticano el 15 de Mayo del año 1891, base principal de la doctrina de la Iglesia sobre justicia social, fundamentada principalmente en las palabras de Jesús:”Amaos unos a otros como yo os he amado”, demos una breve mirada al ambiente politico-social de la segunda mitad del siglo XIX, tiempo en que surge a la luz este maravilloso escrito papal en plena revolución industrial.
Europa había sido sacudida decenios atrás por varias guerras con sus inevitables secuelas de horror, de hambre y de conmoción social, mientras la revolución industrial avanzaba dinámica pero -a veces- despiadadamente. La miseria era bastante generalizada y, como siempre, parte de la clase pobre esperaba por los “mesías” salvadores de la sociedad con ideas nuevas y esperanzadoras. Nos quejamos ahora de tiempos difíciles, de falsos líderes demagogos y absolutistas, de materialismo rampante, de deserciones de cristianos, etc, pero aquellos no eran tiempos mejores que éstos.
Un liberalismo rampante preconizaba ideas socializantes y autoritarias bajo el lema de “proteger el derecho de los trabajadores, en una visión utópica - no necesariamente mal intencionada en muchos- de paz, hermandad y de propiedad perteneciente a todos por igual, lo cual evitaría, pregonaban ellos, la fuente de la avaricia, de la envidia, de la injusticia social y de la pobreza”; siempre la utopia de un cielo material en la tierra.
Era un ambicioso intento explícito o implícito de suplantar la religión, basándolo todo más en la ciencia que en la revelación. Se proyectaba aquel esfuerzo liberal extremista en ignorar todo lo que oliera a espiritualidad y leyes divinas, ofreciendo, como gratificación, la dicha material. (Perdonen la irrupción en la política actual, pero esto me parece como un anticipo arcaico de la aseveración, maliciosa e ignorante a la vez, del actual presidente de Venezuela hace unos años cuando se refirió a la Cuba actual como “el mar de la felicidad”).
Recordemos que el siglo XIX contó con la presencia de los dos grandes ideólogos estrellas del socialismo moderno. Como es de suponer me refiero a Karl Marx, quien murió en el año 1883 y a Federico Engels, contemporáneo del anterior, fallecido sólo cuatro años después de Rerum Novarum. Ambos filósofos alemanes, el primero emigrado a Francia por serias discrepancias con las autoridades prusianas, donde desarrolló su carrera y el segundo trasladado por su padre, un industrial alemán, a Inglaterra para que “aprendiera” el capitalismo como accionista de una compañía alemana en Londres.
Esto solamente sirvió para exaxcerbar las ideas de Engels ante los abusos que presenció debido a interminables horas de trabajo, a niños incorporados inmisericordemente a trabajos de adultos y a atropellos por parte de algunos patronos, cuadro que posteriormente se vino a llamar “capitalismo salvaje”, causa y pretexto en aquel tiempo -y aún hoy día -, como todos sabemos, de ideas inaplicables y falsos mesías politicos que batallan por un inoperante socialismo para perpetuarse en el poder. Posteriormente Engels se trasladó a París donde mantuvo una estrecha amistad con Carl Marx el resto de su vida. Su obra “maestra” fue el famoso libro “El Capital”.
Incidentalmente recordemos que, para esa época, era muy activo también el movimiento laboral en los EEUU. Ya en Septiembre del 1878 se celebra en Boston el primer Labor Day, organizado por la Labor Central Union de Nueva York. En Junio de 1894 se desencadena la famosa huelga Pullman (sí los trenes Pullman) donde mueren trabajadores al tratar la autoridad de refrenar la misma.
Claro, es más bien la situación europea de su tiempo lo que decide a León XIII a definir la doctrina social de la Iglesia pero la basa, como ya dijimos, en la misma enseñanza de Cristo. Cristo es inspiración para la inter-relación justa, racional y juridica entre patrón y obrero, entre empleado y capital, entre pobre y rico, entre dueño y subordinado; relación que no tiene que ser antagónica para ser conveniente para ambas partes.
Por extensión, de los enunciados de la encíclica pueden perfectamente derivarse guías justas para las relaciones económicas entre naciones o entre negocios, donde los dumpings, los subsidios desproporcionados y el mantenimiento de tazas de cambio monetarias artificialmente bajas originan un proteccionismo casi nunca justificado, causa de desempleo en otras naciones. Ojalá estos interesantes temas, que implican distintas formas de justicia social (internacional en estos casos, pero que no deja de ser humana) puedan ser incluídos por especialistas en las conferencias venideras.
Aunque en la década de los 1970 casi un 60% de los habitantes de la tierra tenían regímenes más o menos socialistas, debido a su “alta ineficiencia” queda muy poco de aquello, Y ese poco, confiamos, desaparecerá por su propio peso. Parece que, como una muestra más de la sabiduría de nuestra milenaria Iglesia, en buena parte basado en los principios de la Rerum Novarum y otras directivas, el mundo va entendiendo que la armonía entre las clases no requiere la implantación de sistemas utópicos y abusivos sino un verdadero pacto social, fundamentado en la justicia que surge de la PALABRA.
Después de estos breves antecedentes históricos, y como muestra de la especial preocupación de la Madre Iglesia por los desposeídos, por la justa relación entre capital y trabajo y por la estabilidad social requerida para mejorar el bienestar de las naciones, como si León XIII estuviera hablando en pleno siglo XXI, pasamos a exponer algunos artículos de la Encíclica, que comienza así:
A nuestros venerables hermanos los Patriarcas,
Los Primados, los Arzobispos, Obispos y otros
Ordinaries de lugares que mantienen la Paz y la
Comunión con la Santa Sede.
Derechos y Obligaciones de Capital y Trabajo
#1- “Una vez que la pasión revolucionaria por los cambios tomó forma, ha perturbado por largo tiempo a los gobiernos y presionado para que pasara más allá de la esfera política y hacerse sentir en la esfera económica, lo cual no sorprende. Los elementos del conflicto actual son inconfundibles. De hecho, los nuevos desarrollos de la industria y los maravillosos descubrimientos de la ciencia, cambiaron las relaciones obrero-patronales. La riqueza de unos pocos y la pobreza de las masas ha provocado una mayor cohesión entre los trabajadores,
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