LA JUANA MORO
Enviado por Yesica Tissera • 5 de Junio de 2016 • Biografía • 2.437 Palabras (10 Páginas) • 389 Visitas
Clase 1 Tema: Biografía Tiempo: dos módulos
Situaciones de enseñanza
Se iniciará la clase presentando a los alumnos un afiche con la canción “LA JUANA MORO”. Además se les repartirá una fotocopia con la letra de la misma. Luego escucharemos un audio con la misma.
LA JUANA MORO
Era la Juan Moro
criolla de Salta;
del fondo de la historia
trae su memoria la Zamba.
Cuando fue sometida
la tierra gaucha
llevaba los mensajes
al paisanaje en batalla.
Llegando al río Arias
desde Quebrada del Toro
con un parte guerrero
la sorprendieron los godos,
pero guardó el secreto
a los nuestros la Juana Moro.
El 20 de febrero
del año ’13
recuperaban Salta
las fuerzas gauchas de Güemes.
La libertad fue el grito
bravo y sonoro,
y en la prisión se oía
el “¡viva!” de Juana Moro.
Llegando al río Arias
desde Quebrada del Toro
con un parte guerrero
la sorprendieron los godos.
Fue mujer y leona
entre todas la Juana Moro.
Se les pedirá a los alumnos que a medida que vayamos escuchando ellos vayan siguiendo la misma con la letra. Una vez escuchada y leída la canción, la cantaremos una vez más entre todos.
Luego se les preguntará:
¿Qué nos cuenta la canción?
¿De quién nos está hablando?
¿Qué nos dice de la protagonista?
Para continuar y luego de interpretar la letra, responder las preguntas de los alumnos e intercambiar ideas volveremos a escuchar y a cantar la canción una última vez.
Para continuar se repartirá una biografía de Juana Moro, protagonista de la canción escuchada anteriormente junto a una imagen en grande de la misma. Luego la docente residente comenzará con la lectura de la misma para que luego los alumnos continúen con la lectura en vos alta.
[pic 1]
Juana Moro nació el 26 de mayo de 1785 en San Salvador de Jujuy, hija Juan Antonio Moro Díaz y de Faustina Rosa de Aguirre Pondal
Juana se casó en octubre de 1802 con el coronel Jerónimo López, estableciéndose en la ciudad de Salta. Al iniciarse la guerra de la independencia adhirió fervientemente a la causa patriota.
Ocupada su ciudad por las fuerzas realistas, en 1813 ante el avance de los ejércitos patriotas al mando de Manuel Belgrano, y en concurso con otras damas salteñas enamoró para la causa patriota a algunos oficiales realistas.
Batalla de Salta
En los prolegómenos de la batalla de Salta Juana consiguió que Juan José Feliciano Alejo Fernández Campero, marqués de Yavi, y varios de sus compañeros se comprometieran a abandonar las filas realistas el día de la batalla y a regresar a Perú y trabajar por la causa de la emancipación. Su casa, ubicada en la actual calle España 782 cerca de la de Martín Miguel de Güemes, fue el punto de reunión de los fugados, siendo adecuada por su extensión (una cuadra) y por contar con dos frentes.
El 20 de febrero de 1813, durante la batalla de Salta, el marqués comandaba un ala del ejército de Pío Tristán y cumpliendo su compromiso decidió retirarse sin atacar huyendo por las lomas de Medeiros, el "movimiento retrógrado que hizo la caballería enemiga" que relata en su parte Belgrano que y que contribuyó en mucho al triunfo de las armas patriotas.
Tras vencer en Vilcapugio y Ayohuma el general realista Joaquín de la Pezuela ocupó la ciudad de Salta. Juana y María Loreto Sánchez Peón constituyeron una eficaz red de espionaje a la que contribuyeron mujeres de todos los rangos sociales, entre las cuales se encontraban Gertrudis Medeiros, Celedonia Pacheco y Melo, Magdalena Güemes, Juana Torino, María Petrona Arias, Martina Silva de Gurruchaga y Andrea Zenarrusa.
El mismo Pezuela informaría al virrey del Perú en una comunicación interceptada por los patriotas que "Los gauchos nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial. A todo esto se agrega otra no menos perjudicial que es la de ser avisados por horas de nuestros movimientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias y principalmente de las mujeres, cada una de ellas es una espía vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas de este Ejército."
Juana, humildemente vestida, se trasladaba a caballo espiando recursos y movimientos del enemigo. Sólo en una oportunidad fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas que no consiguieron que confesara o delatara a sus compañeros.
Pezuela, conociendo la actividad de Juana Moro, resolvió castigarla con la muerte para lo cual ordenó encerrarla en su casa y tapiar las aberturas. Su vecina, aunque realista, se compadeció y efectuó un boquete en la pared y le proveyó agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados, salvándola de morir de inanición. Desde ese momento le quedó el mote de la emparedada.
Durante las siguientes invasiones, Juana Moro continuó actuando en apoyo de la Guerra gaucha pudiendo jactarse después de la guerra de la habilidad que supo emplear y de no haber sido jamás descubierta. Al igual que su amiga Loreto Sánchez Peón, disfrazada de gaucho o de viajera pasaba a caballo desde Salta a Oran o a Jujuy, ciudad ocupada por los españoles, llevando partes y trayendo noticias.
En una ocasión se disfrazó de coya y marchó por las quebradas en busca del general Juan Antonio Álvarez de Arenales para conocer la posición de su ejército ante las informaciones contradictorias que llegaban del frente. Pocos días después regresaba y se reunía con la esposa del general, la patriota Serafina de González Hoyos, informando a los patriotas que Arenales estaría en Salta al día siguiente desalojando a la guarnición española. En esa oportunidad, la población entusiasmada pasearía a Juana por las calles de Salta.
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