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Sor Juana


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2012  •  2.749 Palabras (11 Páginas)  •  342 Visitas

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SOBRE EL HUMANISMO DE SOR JUANA:

A MODO DE INTERPRETACI~N.

Nuestra tesis es simple: Sor Juana Inés de la Cruz,

sustentando argumentaciones de estilo medieval, repre-

senta el humanismo más avanzado de su época, pero su

ejercicio se pierde en el compromiso de la fe; no por su

voluntad, sino por mandato oficial, por amenazas exis-

tenciales y porque su discurso no podía deslindarse de

tales requerimientos, por cuanto hubiera estado aún más

relegado a la marginalidad.9

7 Se utiliza el concepto hombre y no el de ser humano, con el único objetivo de ser fiel con el momento histórico al que se hace referencia.

8 Es válido señalar que los esfuerzos en este sentido se evidencian también en el siglo XIII, por ejemplo, cuando el Dr. AngElico "cristianiza

n

a

Arislóteles, lográndose cierto auge del quehacer científico.

9 Paz: 1985, dedica un extenso análisis sobre "El asedio" (Pág. 566-581) sufrido por Sor Juana, también es importante realizar la lectura de este

apartado para comprender las presiones y situaciones que debió vivir ella. 46 Revista Pensamiento Actual, Vol. 5. N."6.2005. Universidad de Costa Rica

Queda claro en la respuesta que le brinda Sor Juana

a Filotea que la intención ulterior consistía en alcanzar

la cumbre de la sagrada teología, lo que coincide con la

expectativa del medievo, pero la novedad radica no en

el fin, sino en el medio. La aproximación la lograría por

medio de las ciencias y las artes humanas. He aquí un

primer rasgo de humanismo. Se refiere a él haciendo cita

explícita a: La lógica, la retórica, la física, la música, la

aritmética, la geometría, la arquitectura, la historia, la

erudición y la astrología.

Atrás había quedado el pensamiento feudal unilineal

y teologizante. Se atisba la necesidad de la visión enci-

clopédica, hoy llamada holística. Sor Juana comprendía

la necesidad del desarrollo científico integral, solo así se

podrían alcanzar las alturas teológicas, o sea, desde el

sustrato material e histórico, partiendo del juego coti-

diano y de la experimentación sensorial. En este sentido

indica lo siguiente:

"... aunque no estudiaba en libros, estudiaba en to-

das las cosas que Dios crió, sirviéndome ellas de las

letras, y el de libro de toda esta máquina universal.

Nada veía sin refleja; nada oía sin consideración, aun

en las cosas más menudas y materiales: porque como

una hay criatura, por baja que sea, en que no se co-

nozca el me fecit Deus, no hay alguna que no pasme

el entendimiento, si se considera como se debe".

De alguna manera, nuestra autora retoma, interdis-

cursivamente, las enseñanzas del humanismo naturalis-

ta y mecanicista de su época, en especial el representado

por Descartes, quien a la letra señala asuntos profunda-

mente análogos, al escribir en el Discurso del Método, I,

lo siguiente:

" ... abandoné el estudio de los libros, y decidido a no

buscar más ciencia que la que en mí mismo o en el

gran libro del mundo pudiera encontrar (...) DespuCs

de algunos años de estudio en el libro del mundo,

adopté un día la resolución de estudiar en mí mismo

y de emplear todas mis fuerzas espirituales en elegir

los caminos que debía seguir".

También, este autor francés, insiste en subrayar el

mecanicismo naturalista cuando, por ejemplo, se refie-

re al cuerpo del ser humano describiéndolo como una

"máquina compuesta" (Meditaciones, VI); calificativo

que también se utiliza cuando hace referencia al mundo

exterior nombrado como res extensa.

Sor Juana, en la adquisición de su conocimiento,

también resultó sustentada en ella misma, toda vez que

confiesa haber sido autodidacta, quizás para no perjudi-

car a pensadores contemporáneos a ella:

"Volví (mal dije pues nunca cesé): proseguí, digo, a la

estudiosa tarea (que para mí era descanso en todos

los ratos que sobraban a mi obligación) de leer y más

leer, de estudiar y más estudiar, sin más maestro que

los mismos libros".

Científico y naturalista son dos rasgos del humanis-

mo implícito en la obra de la religiosa y, según se advirtió

en el apartado anterior, dichas cualidades, así como el

mecanicismo, eran propias del humanismo contextual de

aquel momento.

El sustento filosófico de tales posiciones humanísti-

cas se apoya en un antropocentrismo intelectual. Al ser

humano se lo ha re-descubierto en el renacimiento y se lo

entiende como una res cogitans, como una cosa pensante,

ubicada en medio de la res extensa. La confluencia de am-

bos niveles sustanciales permite que la cosa pensante se

aproxime metódicamente a la cosa extensa, al mundo de la

extensión. Tal aproximación, que implica una aprehensión

epistemológica por parte del sujeto pensante, es certera,

toda vez que parte del sentido común (o buen sentido) y

éste se lo entiende, con Montaigne y Descartes, como "la

cosa mejor distribuida (por Dios) en el mundo".lo

Existe certeza absoluta en la posibilidad científica de

comprender y estudiar racionalmente la naturaleza. Con-

fianza en la posibilidad de extraer la sabiduría del mundo

mismo, con base en los dotes intelectuales de la huma-

nidad, ya que los secretos más importantes y las verda-

des más significativas estaban contenidas en lo natural

y resultaban inteligibles. Con Aristóteles, por medio de

la cristianización efectuada por Tomás de Aquino, se su-

pera las tesis agustinianas neoplatónicas, profesadas por

la oficialidad eclesial, pero insuficientes para responder a

las inquietudes científicas de los espíritus más inquietos

de aquel momento, entre los que se encontraba el de Sor

Juana Inés.

El marco epistemológico que sustenta este huma-

nismo es novedoso en doble vía: se parte de supuestos

teóricos y filosóficos que rompen con lo inmediato me-

dieval, y se ejercita desde un genuino y autóctono

...

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