BIOGRAFIAS
Enviado por VALEGOMEZ12 • 3 de Octubre de 2013 • 1.628 Palabras (7 Páginas) • 188 Visitas
Entre los factores que influyeron en el éxito de las expediciones españolas estaban el espíritu aventurero de los navegantes, su ambición de gloria y riqueza, y el anhelo por encontrar esas visiones fantásticas descritas en los libros de viajes, como en el de Marco Polo.
Colón fue un navegante genovés, discípulo de los marinos portugueses, que tenía un proyecto: formar una expedición y llegar al oriente navegando por el occidente para encontrar Japón, China, la India y el archipiélago de las Molucas (Indonesia), es decir, las islas de la especiería. Cristóbal Colón, desde niño, tuvo gran curiosidad por las cosas del mar; deseaba investigar qué había más allá del océano Atlántico, quería comprobar si todas las fantasías que se contaban eran realidad.
Así mantuvo esta curiosidad toda la vida, hasta que por la necesidad de los europeos de sazonar la comida con especias y por la demanda que existía de artículos de lujo, originarios de oriente, decidió realizar un proyecto y buscó, entre hombres ricos y reyes, quien pudiera patrocinarlo.
En la época de Colón, las nociones y las creencias iban aparejadas con la fantasía.
Algunos conocimientos que hoy parecen muy simples y evidentes, en esa época muy poca gente los creía, como el de la esfericidad de la Tierra que Colón sostenía porque era base indispensable para hacer lo que se proponía. Las creencias de Colón estaban fundamentadas en los conocimientos de otros sabios como el florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli, con quien mantenía una activa correspondencia. No obstante, Colón pensaba que existían islas entre las Azores y el continente asiático, ignorando que entre ambos se encontraba un nuevo continente. Creía, como Toscanelli y muchos otros, que la Tierra era una cuarta parte más pequeña de los que en realidad es.
Toscanelli conocía el proyecto de Colón y por eso lo aconsejó sobre la organización general de la expedición, la ruta que debería tomar, la distancia que habría de recorrer, las escalas posibles, los puntos de desembarco y, además, le prestó algunos mapas que le fueron de gran utilidad.
Siempre que se presentaba la ocasión, Colón platicaba con los marineros que regresaban de largos viajes, para tener más noticias a favor de su proyecto. Entre lo que le contaban figuraba en primer término el haber visto restos extraños de plantas, árboles, maderas trabajadas y hasta cadáveres de hombres que iban a quedar entre la arena y las rocas de las costas de las Azores, las islas descubiertas por los portugueses al occidente de las costas de su país.
Para realizar un proyecto es necesario tener muchos conocimientos sobre el mismo, aprovechar las experiencias de otros hombres que hayan intentado algo similar, y reunir bastimentos, objetos e instrumentos que puedan servir en la realización, como hizo Colón.
El navegante genovés presentó su proyecto a Alfonso V, rey de Portugal, así como a su sucesor, Juan II. Este último pareció interesado y nombró una comisión; pero mientras ésta deliberaba, envió sin decir a nadie un buque hacia el oeste, el cual regresó días después trayendo una respuesta negativa: era imposible que existieran tierras hacia el oeste.
Colón, disgustado con el proceder del rey, abandonó Portugal. Se dirigió, entonces, al convento franciscano de Santa María de la Rábida, a media legua de Palos de Moguer (provincia de Huelva, en España), donde solicitó alojamiento y le fue concedido por el fraile Juan Pérez, quien lo presentó con fray Antonio de Marchena, ambos conocedores de astronomía y cosmografía.
Después, Colón se marchó a Córdoba y conoció a Pedro González de Mendoza, cardenal de España, quien lo llevó ante los Reyes Católicos.
Los reyes escucharon al almirante, se interesaron en su proyecto y nombraron una comisión que lo estudiara. Este estudio tardó cinco años y, al final, se emitió un dictamen desfavorable al navegante genovés.
Pese a lo anterior, los Reyes Católicos aceptaron financiar el viaje de Colón y firmaron, el 17 de abril de 1492, el documento conocido como las Capitulaciones de Santa Fe, que otorgaba a Colón el título de almirante de la Mar Océano, es decir, el Atlántico, y el derecho de gobernar los territorios que descubriese en su recorrido para llegar a las Indias, nombre con que se conocían los países del lejano Oriente, China e India, principalmente.
Colón, entonces, comenzó los preparativos para su viaje y se dirigió al puerto de Palos de Moguer, que suministró los navíos y la tripulación.
Colón decidió emplear la carabela como el navío más apropiado, cuadrantes, relojes de arena, sondas y mapas, además de alimentos para una travesía que no sabía cuánto había de durar.
Al fin, el 3 de agosto de 1492 salieron del puerto de Palos de Moguer tres carabelas: la Santa María, capitaneada por Colón, la Pinta y la Niña, al mando de los hermanos Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón, respectivamente.
Colón les había dicho a sus capitanes que las leyendas y mitos sobre la Mar Océano eran sólo fantasía, a pesar de esto, los marinos seguían atemorizados, especialmente
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