Biobrafia Oscar Wilda
Enviado por cocot • 27 de Noviembre de 2013 • 445 Palabras (2 Páginas) • 477 Visitas
Oscar Wilde es el puente perfecto entre el siglo XIX y el XX. Ciudadano de un imperio al que su sangre irlandesa no deseaba pertenecer, burgués de la clase más alta y tratado como paria al final de su vida, uno de los primeros personajes europeos que fue perseguido por sus relaciones homosexuales y que se atrevió a posar y a escribir sobre ello.
Stephen Fry (Oscar Wilde) y Jude Law (Alfred Douglas, Bosie)
La película Wilde de 1999 muestra buena parte de esas experiencias. Aunque, como cualquier película, se le pueda echar en cara que no sea totalmente biográfica, en términos generales es bastante fiel a la vida del autor de El retrato de Dorian Gray; algunos diálogos —como el discurso que da Wilde al público tras la obra de teatro— son idénticos a como fueron en su día. La elección de Stephen Fry como Oscar Wilde es tan rotunda que siempre que imagine a Wilde tendrá la cara, más que similar, del actor británico. Jude Law representa a Alfred Douglas, Bosie, el amante más importante de Wilde. Los dos actores actúan de manera extraordinaria, por ejemplo en la escena del vaso de agua. Tom Wilkinson, Jennifer Ehle, Michael Sheen (Tony Blair en varias películas), Ioan Gruffudd (Mr. Fantástico) y una cortísima aparición de Orlando Bloom forman el resto de los personajes.
El libro, más que una novela, es más una guía de gustos literarios, pictóricos, sobre moda o flores de la época. En pintura habla de Goya, el Greco, Rembrandt y, principalmente, Gustave Moreau, del que el protagonista posee dos cuadros descritos en el capítulo sexto, cuadros que se reproducen en este post. En cuanto a literatura subraya la importancia principalmente de Poe y Baudelaire, así como también la de Dickens, Marques de Sade, Verlaine o Mallarmé.
Las bofetadas contra instituciones tradicionales recuerdan a las de Henry. “Seguía considerando la religión como una leyenda soberbia, un fraude magnífico”, “si un Dios hizo este mundo, no quiero ser ese Dios” o “durante un tiempo estuvo más obsesionado, no tanto con la religión en sí, sino con los actos y pecados que prohíbe” podrían encontrarse perfectamente en la obra de Wilde.
Difícilmente podremos aceptar esta obra hoy en día como una guía de “pecados del mundo” ni nos satisfará como obra literaria. La práctica inacción, las descripciones sobre obras filosóficas-religiosas de los primeros siglos de nuestra era, las interminables argumentaciones de por qué pinta su casa de los colores que la pinta y no de otros —argumento todos y cada uno de los colores descartados— dificultan su lectura. Pero resulta muy interesante para profundizar en las fuentes y gustos de Wilde o para investigar los lujos y placeres decimonónicos franceses.
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