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Biografia De Camilo Torres


Enviado por   •  26 de Octubre de 2013  •  2.102 Palabras (9 Páginas)  •  481 Visitas

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BIOGRAFÍA DE CAMILO TORRES

(Camilo Torres Tenorio; Popayán, 1766 - Santafé de Bogotá, 1816) Abogado, político y patriota colombiano. Cuarto hijo (primer varón) de una familia de nueve hermanos, fue su padre el español Francisco Jerónimo de Torres, comerciante, minero y propietario de vastas extensiones territoriales al sur de Neiva, en la costa del Pacífico y en Popayán, casado con la payanesa María Teresa Tenorio.

Camilo Torres estudió en el Seminario de Popayán, en el que era rector el presbítero ecuatoriano Juan Mariano Grijalva y ejercía la docencia José Félix Restrepo. En aquellos tiempos se estaban revolucionando los métodos de enseñanza, de acuerdo con la reforma educativa propuesta por el fiscal Francisco Antonio Moreno y Escandón. Allí tomó clases de griego, latín, retórica, matemáticas, filosofía y teología, preparación ésta, especialmente la de lenguas clásicas, que le permitió dominar varios idiomas: italiano, francés, inglés y alemán.

Una vez que terminó el ciclo de estudios en Popayán, se trasladó a Santafé de Bogotá, donde obtuvo los títulos de bachiller y doctor en Derecho Canónico y Filosofía en el Colegio Mayor del Rosario, donde fue pasante, conciliario segundo y vicerrector. A los 28 años se recibió como abogado de la Real Audiencia y lo fue también de los Reales Consejos. Torres fue el más eminente de los abogados de su época, pues además de cumplir con todos los requisitos, recibió de la Corte española la facultad de litigar en todas las audiencias de América. De él opinó Humboldt que era "un coloso de la inteligencia".

Camilo Torres había estudiado en Popayán con Francisco Antonio Zea, Joaquín de Cay cedo y Cuero, Francisco Antonio Ulloa, José María Cabal, así como con su primo Francisco José de Caldas. Con algunos de ellos volvió a encontrarse en Santafé y, al igual que la mayoría de los criollos cultos de la época, se vinculó a la actividad intelectual que por los primeros años de la última década del siglo XVIII distinguió la capital.

Participó, entonces, en la Tertulia del Buen Gusto, organizada por doña Manuela Sanz de Santamaría y Prieto, quien tenía un gabinete de historia natural ordenado y clasificado por ella misma. En dicha tertulia se hablaba de literatura y cuestiones científicas, se improvisaban versos y se trataban temas frívolos al calor de un tradicional chocolate santafereño; en ella participaron el cartagenero José Fernández Madrid, el payanés Francisco Antonio Ulloa (viejo amigo de Torres), el timaneyo José Miguel Gutiérrez de Cabiedes, el cartagenero Manuel Rodríguez Torices y el bumangués Custodio García Rovira, personajes que desempeñaron un papel importante en la primera independencia, todos ellos egresados del Colegio Mayor del Rosario o del San Bartolomé, los dos centros docentes más importantes de la capital.

En 1794, Camilo Torres se vio involucrado en el llamado "Motín de los pasquines": las paredes de Santafé amanecieron cubiertas de pliegos manuscritos que contenían protestas contra la opresión del gobierno español. Dicho movimiento, el primero que se presentaba después de los Comuneros, fue promovido por los estudiantes del Rosario y estaba íntimamente ligado a la publicación de Los derechos del hombre y del ciudadano que realizó Antonio Nariño; se acusó entonces a Torres por ser catedrático del Rosario y amigo de Francisco Antonio Zea; las autoridades allanaron su biblioteca y encontraron gran cantidad de libros en francés que fueron llevados para que la Inquisición los analizara, pero el dictamen favoreció a Torres y salió absuelto de toda culpa.

Frente a sus amigos implicados en estos hechos, Torres asumió una posición ambivalente: adelantó una de sus más importantes intervenciones judiciales cuando actuó en defensa de Francisco Antonio Zea, quien finalmente fue desterrado a Cádiz, junto con otros conspiradores, el 3 de noviembre de 1795. Sin embargo, se negó a defender al Precursor Nariño, pese a ser su amigo personal.

En 1795 asumió la defensa de los estudiantes payaneses sindicados de sedición, Nicolás y Juan José Hurtado, en sociedad con el abogado Luis de Ovalle. En 1797 defendió al cura Eloy de Valenzuela, antiguo subdirector de la Real Expedición Botánica y en ese momento párroco de Girón, quien había sido acusado de pronunciar un sermón revolucionario.

Torres también actuó como abogado de pobres, cargo desde el cual defendió ocasionalmente a algunas personas de escasos recursos económicos. Por lo general, se distinguió como defensor de los privilegios institucionales del sector criollo residenciado en Santafé. También se ocupó de consolidar una importante fortuna, para lo cual recurrió con frecuencia a sus conocimientos jurídicos. Fue así como adelantó una brillante defensa en favor de su hermano Miguel y asociados sobre el bergantín inglés El Vigilante, apresado por ellos y cuya propiedad les correspondía, a pesar del desconocimiento por parte del presidente de Quito, barón de Corondelet. En 1802 Camilo Torres contrajo matrimonio con Francisca Prieto Ricaurte, con quien tuvo seis hijos.

El Memorial de agravios

En 1808, Napoleón Bonaparte invadió España y colocó a su hermano José en el trono español; como consecuencia, la política colonial de las Cortes españolas cambió. Se constituyó la Junta Suprema de España e Indias, que se erigió en gobierno general del reino.

En esa coyuntura surgió la figura política de Camilo Torres, que se declaró antirregentista y partidario de Fernando VII; se opuso a las determinaciones tomadas en la metrópoli, ya que, pese a estar ésta ocupada, continuaba exigiendo obediencia a las colonias. Propuso seguir el ejemplo de las provincias españolas que se proclamaron soberanas para apoyar irrestrictamente al rey de España, lo que significaba crear juntas provinciales de gobierno, a la manera de las de la Península, en la Nueva Granada, desconociendo la de Sevilla.

Pese a la protesta de Torres y de muchas otras voces en las diferentes colonias, la Junta sevillana, aún bajo el dominio de José Bonaparte, declaró que las propiedades allende el mar eran prioridad de la monarquía española y autorizó la presencia de sus representantes en la Junta Central, pero en un número inferior al de los españoles. El ambiente político de las colonias se caldeó cada

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