FUSILAMIENTO DE CAMILO TORRES

“El Fusilamiento de Camilo Torres” es una crónica escrita por José Belver para el diario “Papel Periódico Ilustrado” el 5 de octubre de 1881, en la cual narra las experiencias vividas por él mismo el día en que fueron ejecutados los señores Camilo Torres, Manuel Torices, José Maria Davila y el conde Pedro Felipe Casa Valencia. Cabe resaltar que en la época en que ocurrieron los hechos, el Virreinato de Nueva Granada se encontraba  asediada por el régimen de terror instaurado por el español Pablo Morillo, el cual tenía la misión de reconquistar, a como dé lugar, los terrenos españoles independizados unos años atrás. Fue así como desató una gran masacre asesinando a los “patriotas” precursores de la independencia de nuestra nación, con el objetivo de aterrorizar a las personas y someterlas al régimen de la monarquía Real, que cada vez más, perdía territorio en América.  

Con respecto a la crónica, llama la atención tres aspectos importantes, que en lo personal, marcaron mucho la lectura realizada:

• “… mi madre, la señora Josefa Bermudez, me había mandado a la plaza con la criada que debía hacer el mercado, por no ir ella a presenciar la ejecución de cuatro individuos que habían entrado a capilla dos días antes” (Belver. J, 1881, pp. 123). De la anterior cita se puede observar el descuido por parte de la madre, la señora Josefa, al mandar a su hijo a la plaza, sabiendo ella que aquel día se iban a ejecutar a cuatro personas, sin importarle el impacto psicológico que este horrible espectáculo podría dejar en el niño. Acto que en la actualidad sería violar uno de los derechos humanos, el derecho a vivir y desarrollarse en un ambiente sano, pues dejarlo observar un acto de muerte genera un trauma en la vida del menor y que es expresado en la misma lectura por el propio José Belver: “La profunda impresión que me causó tan triste y desagradable espectáculo, no se ha borrado hasta hoy de mi memoria,…” (Belver. J, 1881, pp. 125).

• Otro aspecto relevante que se evidencia en la lectura es la poca importancia o el poco valor que se le daba en esa época a la vida humana, ya que era muy común  observar asesinatos y violaciones sin causa justificada, que hoy en día serían considerados como crimen de lesa humanidad por asesinato, extorsión, tortura y persecución. Además que aquel terrible acto era presenciado, como una obra de teatro, por los habitantes (hombres, mujeres y niños) en la plaza del pueblo. “Casi toda la gente que estaba en el mercado corrió a satisfacer su curiosidad, colocándose a los lados de la infantería para presenciar aquel bárbaro espectáculo;…”   (Belver. J, 1881, pp. 124)

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