CLEMENTE VIZCARRA

CLEMENTE VIZCARRA

A 29 años de su muerte

Al alba de un 11 de mayo de 1983, dejó de latir el octogenario corazón del Lic. Clemente Vizcarra Franco.

Su natal Concordia fue el escenario de la partida sin retorno y con su muerte se extinguió la lámpara votiva de constante arder ante los símbolos de la sabiduría al servicio de los más nobles destinos del hombre. Se extinguió también la antorcha de las musas a quienes supo cantar en las noches de plenilunio.

Se fue Clemente en el mes del sol ardiente, cuando los trigos encañan, cuando canta la calandria y suspira el ruiseñor; en el mes de los días claros y de lejanos ocasos. Fue Clemente, rosalino de pura cepa, de esa fina cepa liberal que fue tallo enhiesto en Rafael Buelna.

Legislador o catedrático, funcionario público o escritor, se conservó en armonioso equilibrio y ni el poder político lo obnubiló, ni su sapiencia fue pregón de vanidades. Fue Clemente un hombre que en el hondón de su conciencia se sentía desolado, ávido de querencias femeninas. Su blondo corazón vivió alentado por quimeras y añoranzas vespertinas. Con sus íntimos, en ocasiones manifestaba: “Se han ido las canoras del mustio jardín de mis recuerdos. Desde entonces ya no hay flores ni rosas en el alma, solo brumas perpetuas, sólo invierno.

Al presentir la llegada del adiós sin retorno, Clemente pidió qie sobre su tumba se plasmara el siguiente mensaje: “para salvar el recuerdo del olvido que deja el tiempo”.

No fue casual este mensaje, Clemente lo presentía; la historia hoy le da vigencia.

Ayer 11 de mayo se cumplieron 29 años de la muerte de uno de los mejores hijos de Sinaloa. Seguramente que su espíritu triste y quejumbroso, recorrerá cabizbajo el cielo concordense.

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