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Constitucion


Enviado por   •  23 de Febrero de 2015  •  10.560 Palabras (43 Páginas)  •  157 Visitas

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Mi Amor:

Para que entiendas todo lo que siento por ti necesito ir un poco

atrás en el tiempo, no al día que nos conocimos, más atrás, a

hace 1.8 millones de años cuando el hombre se enfrentó a su

primer dinosaurio. De los dinosaurios, sin duda, el velociraptor

era el más temido; según pude ver en la película, era bien

rápido. ¿Sabías que en latín Velociraptor significa ¨Ladrón

Veloz¨? ¿No te parece increíble? Pienso en ti y pienso en cómo

habrán sido esos primeros pasos que el hombre dio, así, como

el primer chango se levantó en dos patas por una mujer, yo me

pongo de pie por tu belleza. Imagínate esos días donde un

cavernícola y una cavernícola descubrieron el fuego, no

golpeando rocas, sino en los ojos de su amante. Entonces,

juntos, lentamente comenzaron a emigrar a las estepas de lo

desconocido. Cada vez que un hombre como yo salía a cazar,

una mujer como tú temía por su vida.

En fin, los dinosaurios se extinguieron pero lo que no se

extinguió es el amor, el deseo, la pasión de esos primeros seres

que poblaron este hermoso planeta (y no sabemos si también

otras galaxias o incluso hasta meteoritos; ya ves que dicen que

a los mayas se los llevaron los marcianos). Hablando de

meteoritos, ¿sabes dónde cayó el que hace 65 millones de años

destruyó a los dinosaurios y cambió el destino del planeta? ¡En

la Riviera Maya! ¿No te parece una tremenda coincidencia que

ese golpe mortal a la era cretácica sea en el mismo lugar donde

tantas veces soñamos con ir? Cuántas veces fantaseamos con

pasar un fin de semana en aquel hotel que vimos en esa revista

que estaba en la casa de tus padres. Si no recuerdo mal, el

hotel tenía buenas promociones, la que más recuerdo era la de

cuatro noches al precio de tres, all inclusive exceptuando las

bebidas que estaban un poco caras pero no importa, tu vales

eso y más. Ya me acordaré en el transcurso de esta carta pero

recuerdo que empezaba con Jota creo. O con L, no me acuerdo

bien. Se llame como se llame el hotel, el meteorito cayó muy

cerca creando el cráter que hoy es conocido como Chicxulub.

Un cráter tan grande como el vacío que siento en este momento

que no estoy a tu lado.

Sabes que me cuesta expresarme con las palabras, igualmente

creo que más le habrá costado al hombre del paleolítico decir

sus primeras palabras. ¿Cuál habrá sido la primera frase dicha

por el hombre? ¿Tengo frio? ¿Qué comemos? ¿Otra vez

pescado? ¿O habrá dicho “Amor”?. Tu bello e inmortal nombre.

Aunque no sé si tu nombre ya existía, a lo mejor se

pronunciaba con algún ruido gutural como “GHHH-GNNNN” o

“UNGG-BUAH”, es difícil saberlo porque tampoco había

todavía grabadoras, pero sin duda debe haberse escuchado tan

hermoso como la música que sale cuando uno pronuncia: Amor.

Bueno, el hombre, lento pero seguro, comenzó a evolucionar y

a poblar cada rincón de los confines de la tierra. Sé bien que

arrancaron su aventura en África, el continente donde está uno

de mis países favoritos: Egipto. Como escuchaste, mi amor,

llegamos a uno de mis países favoritos, llegamos al antiguo

Egipto.

Me acuerdo la vez que dije que tu tía abuela era una momia y

te enojaste, pero tienes que aceptar que tampoco es una

Cleopatra. Ahora, que si hablamos de Cleopatra, valdría la pena

especificar a cuál nos referimos, porque regularmente decimos

ese nombre y nos viene inmediatamente a la cabeza la

Cleopatra representada en el Hollywood de la época de oro, o

sea, Cleopatra VII (¿Te acuerdas? La de la señora esa que dicen

que tiene los ojos violeta en la época en la que ni siquiera se

habían inventado los pupilentes). Hablando de Cleopatra,

¿sabes que ella es protagonista de la cena más cara de la

historia? Cleopatra, reina de Egipto, intentó impresionar a

Marco Antonio, enviado de Julio César, y le apostó que era

capaz de cenarse diez millones de sestercios (con una sola de

estas monedas se cenaba y dormía en una mansión). Marco

Antonio aceptó. Era imposible gastarse ese dinero en una sola

comida. En la cena se sirvieron manjares de todo tipo, carnes,

pescados, frutas exóticas, pero nada como para alcanzar esa

cifra. Cleopatra lucía un impresionante collar con sólo dos

perlas. De pronto ella se dirigió al juez que ellos habían elegido

para controlar la apuesta y le preguntó cuánto podría valer

cada una de sus perlas. El juez miro la perla con cuidado y

calculando le dijo: «Unos cinco millones de sestercios»,

contestó. Ella asintió con una sonrisa y echó una de las perlas

en una copa con vinagre. Al estar formada por carbonato de

calcio, reaccionó al aliño y se disolvió completamente. Y ahí

nomás Cleopatra se bebió la perla. No le hizo falta tomarse la

segunda; Marco Antonio sacó su servilleta blanca y se dio por

vencido. ¡Ganó Cleopatra por goleada! Una reina tan

inteligente como tú, mi amor. Pero vale la pena tener en cuenta

que Cleopatras hay muchas, por ejemplo, Cleopatra I de Egipto,

que reinara ese país entre el año 215 a.C. y 176 a.C. y

perteneciera a la dinastía ptolemaica, es decir, la que fundara

Ptolomeo I Sóter, un general de Alejandro Magno (en esa

dinastía, por cierto, se cubren los años en los que se redactó la

Piedra de Rosetta, con la que más adelante se pudieron

descifrar los jeroglíficos egipcios… ja ja, me río porque pienso

que me encantaría que existiera una piedra de Rosetta que me

ayudara a descifrarte a ti cuando estás enojada y no me lo

quieres decir, pero aún ardiendo de coraje sabes que te ves más

hermosa que Cleopatra, la séptima, por supuesto). En fin, que

Cleopatras hay muchas, y después de la primera, viene

naturalmente la segunda, es decir, Cleopatra II, hija de la

primera y que se casara con su hermano (a mí, perdónenme,

pero eso sí me parece una cochinada, aunque haya sido hace

tanto tiempo, cuando las reglas no estaban tan claras como

ahora), solo que ahí no se acaba la intriga, es todavía peor,

porque cuando se le muere el marido

...

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