EL OBITUARIO DE FLEMING

El señor Alfred Nobel, amasó una gran fortuna mediante el desarrollo de la industria del armamento, llegando a poseer más de 350 patentes relacionadas con armas, y, entre ellas, la más destacada fue la dinamita.

La historia toma un giro trascendental en la vida de Alfred el día que su hermano Ludwin murió, cuando estaba de visita en Cannes, Francia. Al conocer su muerte, los diarios franceses confundieron a Ludwin con Alfred y publicaron erróneamente el obituario del inventor de la dinamita, llegando un periódico a destacar: “Le marchand de la mort est mort” (El mercader de la muerte ha muerto). Otros diarios agregaban: “El Dr. Alfred Nobel, que se hizo rico encontrando formas de matar más gente, más rápido que nunca, murió ayer.” Cuando Nobel leyó los periódicos, quedó desconcertado pensando que el mundo lo conocería solamente por haber creado armas, de modo que tomó la decisión de cambiar el curso de su vida y firmó un testamento en el cual dejaba la mayor parte de su fortuna para el establecimiento del reconocido premio Nobel, que se otorga anualmente a aquellas personas destacadas en la ciencia, la literatura y principalmente en la búsqueda de la paz.

Ahora son mundialmente reconocidos los premios Nobel, aunque pocos conocen el origen de la fortuna de Nobel, así como ese pequeño azar del destino que permitió que el leer un obituario, cambiará una vida. Son pocos los que como Alfred Nobel, han tenido la oportunidad de leer su obituario en vida y por ende, reflexionar y cambiar sus acciones.

Como no quiero llevar este articulo a ser un mensaje oscuro, exploremos el lado positivo de la historia. ¿Qué legado estamos construyendo con nuestra vida?, y principalmente, ¿En qué estamos centrando nuestros esfuerzos diarios, en acciones transitorias, en placer momentáneo, en vivir la vida y disfrutar el momento sin importar los demás?

No importa la edad que tengamos, seamos muy jóvenes o ya mayores, el día de hoy podemos decidir cambiar el curso de nuestra vida y hacernos útiles para nosotros y para nuestra sociedad. Cada uno de nosotros ha nacido con un propósito especial. Dediquemos tiempo a determinar cuál es este propósito y esforcémonos en el desarrollo de nuestros talentos y habilidades con el fin de cumplirlo.

Y principalmente, dejemos de centrar nuestra atención en nosotros mismos y concentrémonos en pensar cómo podemos ayudar a otros. El famoso educador norteamericano Horace Man lo resume de la siguiente forma: “Avergüénzate de morir mientras no hayas alcanzado una victoria para la humanidad”.

Qué mejor legado podemos dejar que el ayudar a otros, y te aseguro que en ese camino encontrarás sorpresas muy agradables para ti mismo.

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