El hombre analizado fenomenológicamente según sus vivencia

Resumen Cap 1:

El hombre analizado fenomenológicamente según sus vivencia, muestra una serie de singularidades que lo hacen una especie única en la tierra, partiendo por la triple coordenada de su existencia; vida, convivencia y muerte, junto con una serie de emociones que cada etapa contiene, como ejemplo la frustración que experimenta el feto al nacer y pasar de su estado de “pasividad” fetal y llegar a afrontar el mundo, generándose así una oposición a su deseo primario y narcisista de paz (por lo que nace llorando).

Del mismo modo el solo hecho de vivir nos impone un limite insuperable que es la muerte, el cual a su vez es un privilegio de doble filo al ser el hombre el único ser viviente que sabe de ante mano que va a morir en algún minuto, cociendo y experimentando la frustración como ley única de la vida y teniendo éste la capacidad de darle un sentido a todo gracias a su conciencia o convertir su existencia en un posible absurdo gracias a su frustración resultado de la perdida de conciencia dadora del sentido.

La muerte si bien es el principal problema de la vida, para muchos puede parecer la solución del problema viéndola como la vía de escape a una monotonía, a una insatisfacción o a un vacío al sentir una desilusión de la vida muchas veces relacionado con la convivencia como principal factor, al no ser sincera o experimentar un amor desinteresado, pueden ser situaciones frustrantes que generan que la existencia resulte una experiencia penosa.

Por otra parte tenemos la egocentricidad del hombre en forma de alineación opresora como solución a la triple coordenada, puesto que éste busque alcanzar su máximo en la vida (poder, riqueza, seguridad), evitando el planteamiento de tener que morir, generando un ambiente hostil y de competencia, al desear aun mas poder del que ya tienen, poder vivir mejor, arrastrando en su camino a los que menos pueden, haciendo a los ricos y poderosos como seres “admirables” potenciados por los masivos medios de comunicación. De este modo planteando a la riqueza como un medio de apropiarse y de gozar de los bienes de la naturaleza como un signo y una causa del pecado, encerrando al rico en su propio mundo y ocultándolo de la miseria, éste contraste desemboca en la llamada al evangelio a la pobreza como punto de partida para la proclamación del reino, llamando a los ricos (que poseen pobreza espiritual) a la pobreza y a la “renuncia” a toda idolatría y engaño que son propios en la adquisición de riquezas, llevándolos a un estado de “riqueza” espiritual, denotando ésta alineación provocada por la riqueza que va mas allá todavía; puesto que ella determina en buena parte la alineación de la propia miseria, siendo estas 2 determinantes tan alineantes la una como la otra. Puesto que la miseria no es un tipo de pobreza, sino que es una situación; mientras que la pobreza es una cualidad del espíritu, una conversión alineadora de los bienes terrenos porque monopoliza la atención del hombre hacia una sola salida necesaria para lograr una liberación, pero para optar por dicha liberación el hombre debe antes superar su situación de miseria que bloquea su opción libre.

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