KAPUSCINSKI, UN HERÓDOTO CONTEMPORÁNEO
Enviado por marcospages • 23 de Octubre de 2012 • 953 Palabras (4 Páginas) • 422 Visitas
Frente al periodismo del espectáculo que transforma la información en un escaparate de desgracias y que antepone la exhibición a la solución de los problemas, se alza la voz del periodista polaco Ryszard Kapuscinski con la pretensión de dar la vuelta a este modelo.
Su voz ya se ha apagado pero sus escritos siguen clamando con fuerza en la conciencia del periodismo contemporáneo. Con 74 años de edad, Kapuscinski no logró superar una complicada operación el pasado mes de enero. Había sido condenado cuatro veces a muerte por fusilamiento, vivió veintisiete revoluciones y cubrió doce frentes de guerra. Vivió con la muerte en los talones.
Se hizo periodista para conocer el mundo y conocer a su gente. En palabras de Lluís Foix: “un periodista humanista, culto, comprensivo con los más débiles, crítico siempre con los que no utilizan la razón sino la fuerza”.
En otras palabras, un periodista que sabía hablar de personas siendo él mismo persona. Su objetivo no era encontrar una noticia con que manchar páginas al día siguiente. Al contrario, pretendía dar voz a aquellos que no la tenían, para ayudarles. Y mostrar al mundo la realidad, con transparencia, para despertarlo.
Margaret Bourke-White, quien retrató los campos de exterminio nazis, dijo una vez: “a veces me alejo con dolor de lo que estoy fotografiando. Los rostros de la gente que sufre están grabados tan agudamente en mi mente como en mis negativos. Pero vuelvo porque mi sitio está ahí, haciendo esas fotos”.
Así fue Kapuscinski. Dice de él Javier Armada que “se quedaba cuando ya no quedaba nadie, que es cuando de verdad empiezan las historias, cuando los crímenes ocurren sin testigos, cuando las víctimas mueren en silencio, en ese olvido que está urdido por nuestra comodidad, entretenido en el asunto que más nos interesa: nosotros mismos.”
Y era éste, además, el motivo de sus libros: “allí [en la agencia de noticias polaca] era fundamental escribir con brevedad y concisión, lo que significaba utilizar un lenguaje muy pobre. Lo importante era la rapidez y la capacidad de resumen. Para enviar mis crónicas, tenía que pagar, por ejemplo, un dólar por cada dos palabras. Si tenía un presupuesto de cien dólares, podía usar como máximo doscientas palabras para describir un golpe de Estado. Era imposible. No podía reflejar las realidades de países tan distintos en tan poco espacio. Había un mundo mucho más rico, mucho más interesante y complicado, y yo tenía la necesidad de mostrarlo. Entonces busqué otras vías. Y ésas eran mis libros”.
Kapuscinski estudió Historia en la Universidad de Varsovia. Y definía el periodismo como la historia en presente. Pero la historia no puede escribirse en un titular o, a lo más, en una sola página. Es, posiblemente, éste uno de los problemas de hoy: dependemos demasiado de la versión de la historia que ofrece la televisión – por lo general ficticia y no verdadera–,
...