LOS HOMBRES SIEMPRE VUELVEN
Enviado por fgaleano14 • 26 de Febrero de 2014 • 361 Palabras (2 Páginas) • 184 Visitas
La primera vez que vi a Penelope Parker estaba sentada sobre un taburete en un
mercadillo de Shanghai. Rodeada de una nube de vendedores chinos, regateaba
animadamente sobre el precio de un par de qipaos de seda. Nos presentamos en
seguida, dos mujeres occidentales prácticamente de la misma edad. Más tarde supe
que estaba en China recopilando información para un libro, el mismo que ahora
tengo la satisfacción de presentar.
Poco después de ese primer encuentro me tropecé con ella en París. Todavía
recuerdo el enorme esfuerzo de cortesía que tuve que hacer para aceptar su
invitación de visitarla en su hotel. Mi marido acababa de abandonarme tras seis años
de matrimonio y aunque acudí a la cita decidida a no hablar de ello, aquella noche
terminé confesándome con ella. Le hablé de mi frustración por no haber tenido el
valor de decirle a mi marido todo lo que pensaba de él. Le dije también que seguía
queriéndole y que no sabía cómo podría volver a ser feliz. «No te preocupes —me
dijo mientras revolvía un martini con una rama de eneldo— estoy segura de que
volverás a verlo. Volverá a ti aunque no quie
La primera vez que vi a Penelope Parker estaba sentada sobre un taburete en un
mercadillo de Shanghai. Rodeada de una nube de vendedores chinos, regateaba
animadamente sobre el precio de un par de qipaos de seda. Nos presentamos en
seguida, dos mujeres occidentales prácticamente de la misma edad. Más tarde supe
que estaba en China recopilando información para un libro, el mismo que ahora
tengo la satisfacción de presentar.
Poco después de ese primer encuentro me tropecé con ella en París. Todavía
recuerdo el enorme esfuerzo de cortesía que tuve que hacer para aceptar su
invitación de visitarla en su hotel. Mi marido acababa de abandonarme tras seis años
de matrimonio y aunque acudí a la cita decidida a no hablar de ello, aquella noche
terminé confesándome con ella. Le hablé de mi frustración por no haber tenido el
valor de decirle a mi marido todo lo que pensaba de él. Le dije también que seguía
queriéndole y que no sabía cómo podría volver a ser feliz. «No te preocupes —me
dijo mientras revolvía un martini con una rama de eneldo— estoy segura de que
volverás a verlo. Volverá a ti aunque no quie
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