La Industria de los Abonos
xxtsratxxxEnsayo11 de Noviembre de 2012
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A pesar de la fertilidad natural de nuestros suelos, el reiterado cultivo y explotación con la correspondiente extracción de materias fertilizantes representadas por las cosechas ha originado, desde hace algunos años, la necesidad de utilizar abonos artificiales, además de estiércol y otros elementas orgánicos naturales. La aplicación de abonos químicos exige un conocimiento completo, tanto del suelo como del consumo y necesidad de la planta o especie que se desea abonar.
La industria de los abonos en nuestro país está en pleno desarrollo. Existen muchos productos utilizables como abono que hasta ahora carecían de valor económico, llamados a tener suma importancia en un futuro próximo. Los cultivos como el de la batata, de las hortalizas, del algodón, etc.… debido a su rápido crecimiento, muestran claramente en pocas semanas el efecto de un buen abono químico, dejando al agricultor plenamente convencido de su necesidad.
En los frutales, sin embargo, ese efecto se manifiesta mucho más lentamente. Además, y tal vez por eso mismo, no siempre es tan visible en la misma vegetación y en la fructificación.
Son considerables las cantidades de elementos nutritivos que los frutales extraen de la tierra y ésta se halla por otra parte sujeta a otras causas de enormes pérdidas de ese elemento, algunas veces todavía mayores que las ocasionadas por las cosechas y por el desarrollo de las mismas plantas. En estas mismas condiciones aun plantadas en tierra inicialmente fértil, con el tiempo no pueden producir en abundancia si no se les proporciona, en forma fácilmente utilizable, los elementos nutritivos que les son necesarios y que la tierra ya no les puede dar en el momento oportuno.
MODOS DE APLICARLO
Como en las plantaciones en plena producción las raíces generalmente se cruzan en todos los sentidos y prácticamente ocupan todo el terreno, puede hacerse, por lo menos en los terrenos horizontales o levemente inclinados, el abono en toda la superficie de la plantación, excepto en un pequeño círculo alrededor del tronco. Esparcido el abono, se pasa en seguida una grada, un cultivador de discos o cosa semejante, a fin de que quede bien mezclada la tierra.
Por lo general, los fruticultores prefieren hacer el abono individual dándole a cada planta la dosis que le corresponde. En este caso se procede en la siguiente forma, en los terrenos horizontales o ligeramente inclinados:
a) Lo más fácil es esparcir la dosis alrededor de cada planta, acompañando siempre la proyección de la copa y dejando libre un pequeño círculo alrededor del tronco.
En seguida se mezcla el abono con la tierra dándola vuelta ligeramente con una azada. La figura 1 muestra esquemáticamente cómo se procede y da al mismo tiempo una idea de las proporciones de la corona que ha abonarse y del círculo que hay que dejar sin abono, alrededor riel árbol. (El abono está representado por puntitos).
b) Mejor es, sin embargo, cavar en cada planta un surco ancho, poner en él el abono y cubrirlo en seguida (fig. 2).
c) Donde sea posible el uso de las máquinas es más práctico hacer de cada lado de la planta dos o tres surcos continua; y paralelos, aplicando el abono en una extensión correspondiente al diámetro de la proyección de la copa, como lo muestra la figura 3. Conviene al año siguiente o en la segunda aplicación, hacer esos surcos cruzándose con los de la aplicación anterior y así sucesivamente.
En los terrenos fuertemente inclinados:
d) En vez de hacer un surco como se recomienda en b), basta que, en la parte más elevada del terreno, se abra ese surco en forma de medía luna, como se indica en la fig. 4.
e) Donde se puede hacer uso de máquinas deben abrirse surcos continuos como en el. ya de los dos lados, va solamente del lado más elevado del terreno pero siempre cortando las aguas.
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