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La Influencia Negativa De Flaubert


Enviado por   •  28 de Junio de 2012  •  1.711 Palabras (7 Páginas)  •  839 Visitas

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Gustave Flaubert tomó a su cargo a Maupassant porque era amigo de la infancia de su madre y su difunto tío Alfred Le Poittevin.

Al principio dudo mucho que al solitario de Croisset, como así llamaban a Flaubert por su aversión a las relaciones mundanas, le entusiasmase tener por compañero a un joven que le gustaba la actividad al aire libre y la compañía de mujeres de dudosa reputación. ¿Qué hacer con un muchacho cuyos gustos, vida y aficiones divergían tanto del autor de Madame Bovary?

Pero Flaubert, en su compromiso con la madre y el difunto tío del joven Guy, se vio en la obligación de acoger en su casa a ese chico que tenía ínfulas de grandeza y vocación de poeta. Cuánta mediocridad y vocaciones se quedan en el camino… Y Flaubert no estaba entusiasmado con el talento que veía despertarse en el joven Maupassant. Menos mal que al principio esta relación se limitaba a una visita dominical a almorzar. Era ese día cuando el aspirante a escritor presentaba a examen sus trabajos realizados con duro esfuerzo durante la semana, aprovechando los pocos momentos que su trabajo de funcionario en el Ministerio de Marina se lo permitía. El maestro los leía, los tachaba, los rompía y le conminaba a volver a empezar de nuevo.

Gustave Flaubert

Maupassant padeció los rigores de la severidad extrema de Flaubert por ser este un perfeccionista y meticuloso autor que para escribir una página que le satisficiera necesitaba días e incluso semanas de arduo trabajo y fatigas. De ahí se desprende su escasa producción. Flaubert leía en voz alta lo que escribía y si alguna palabra alteraba el ritmo fluido de la prosa, rompía la cuartilla y recomenzaba de nuevo. Alejandro Dumas decía que Flaubert tenía que talar un bosque entero para construir un cajón. Era una metáfora muy afortunada.

Este método de trabajo fue el que Flaubert inculcó a Maupassant y que provocó en este último múltiples accesos de desesperación al ver como sus esfuerzos eran vanos cuando el maestro los juzgaba y los arrojaba con desdén a la papelera.

Pero Flaubert no solamente frenó la actividad literaria del joven Maupassant, sino que lo empapó de su ideología pesimista, misógina y antiburguesa. El alegre remero, siempre de juerga y amante de las bromas, se fue convirtiendo progresivamente en un hombre taciturno, melancólico, temeroso, desconfiado y repleto de prejuicios hacia los burgueses, los funcionarios, los políticos, los aristócratas, los académicos, el matrimonio. Su misoginia fue en aumento. Schopenhauer y Flaubert fueron sus mentores filosóficos y la mujer, según estos prohombres, solamente tenían la cabeza para adornarla con un sombrero.

Los honores deshonran y el cargo embota, decía Flaubert a Maupassant que, deslumbrado ante la magnificencia del gran escritor, creía a pies juntillas todo lo que su prócer postulaba. Esta máxima le hizo renunciar a la Legión de Honor y a su ingreso en la Academia Francesa.

Una relación tan especial dio lugar a una numerosa rumorología. Se llegó a afirmar que Flaubert era padre biológico de Maupassant. Esta revelación publicada en un periódico en vida de Guy, jamás llegó a ser desmentida. Tal vez el propio Maupassant se lo tomase a broma y no creyó conveniente entrar a rebatir ese tema, o a lo mejor era un rumor que le convenía e incluso le honraba. En cualquier caso es extraño que no saliese en defensa de la honorabilidad de su madre a la que tanto amaba.

Pierre et Jean es una novela que trata del descubrimiento por parte de un hijo, del adulterio de su madre. Es una novela tan profunda en su psicología y tan vívida que pareciera que contuviese algo de autobiográfico. Este último argumento lo sustentan los defensores de esa paternidad espuria de Flaubert.

Uno de los más importantes biógrafos de Maupassant, Armand Lanoux, llega a decir en su biografía, Maupassant, le bel ami:

La cantidad de semejanzas entre Flaubert y Maupassant, morales, físicas, de carácter, ideológicas, artísticas, es impresionante. La misma robustez normanda, mismo terreno hereditario, idéntico gusto por las muchachas de burdel, mismo amor al arte, idéntico nihilismo, igual anticlericalismo, mismo antimilitarismo, mismo odio hacia la estupidez, igual desprecio hacia el burgués, misma repulsión por el Orden, igual alejamiento respecto de «la masa», en definitiva, igual concepción del mundo. ¡Es demasiado!

Pese a dejar caer ese párrafo, Lanoux no se manifiesta a favor de esa paternidad tal vez por temor, ante la duda, a caer en una falta de rigor histórico.

Los vínculos familiares falsos entre uno y otro se dejaron deslizar por muchos periódicos de la época. Desde tío, padrino y pariente en general, hasta afirmar que Alfred Le Poittevin era primo de Flaubert. Unos vínculos familiares inexactos que también se trasladan a la prensa de otros países haciéndose eco de los rotativos franceses, más en contacto directo con ambos personajes.

En casi todas las biografías, glosas, artículos o reseñas sobre Maupassant parece ser que la influencia de Flaubert fue positiva. De justicia es reconocer que Flaubert le enseñó el oficio, aunque Maupassant tuvo su propia personalidad y con el tiempo y ya célebre se fue alejando cada vez más del maestro en el ámbito literario y de la escuela naturalista a la que al principio fue afecto. Muchas veces se les ha comparado. Creo que es un error. La calidad

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