La Mujer Sunamita
Enviado por eddy_gonal • 22 de Octubre de 2014 • 706 Palabras (3 Páginas) • 614 Visitas
Soy una mujer que vivía en Sunem, estaba casada con un hombre de edad avanzada y gracias a Dios vivía en una casa amplia y tenía posesiones, cierto día un varón de Dios llamado Eliseo paso por mi casa en Sunem, él se veía cansado y hambriento, así que lo invite a comer, el al principio no quería aceptar pero finalmente aceptó y nos hicimos amigos, así que cada vez que el pasaba por Sunem llegaba a mi casa, yo le dije a mi marido que sería bueno construirle un aposento en el cual el pudiera pasar la noche cada vez que viniera a visitarnos, mi marido aceptó con gusto porque sabía que era un varón santo de Dios, así que acondicionamos el aposento con una cama, una silla, una mesa y un candelero. Cierto día el pasó una vez más por mi casa y durmió en el aposento, el varón de Dios estaba agradecido así que le pidió a su criado Giezi que me llamara, cuando me presente delante de él, me preguntó ¿Qué quieres que haga por ti?, ¿Necesitas que yo hablé por ti al Rey o al General del ejército?, a lo cual respondí yo habito en medio de mi pueblo y me gusta lo que hago. Sin embargo Eliseo quería de alguna manera agradecerme, así que le pregunto a su criado Giezi que me hacía falta, Giezi le dijo que en la familia no había hijos y que mi esposo era muy viejo, así que el varón de Dios me dijo que un año después yo estaría abrazando a mi hijo y esta promesa se cumplió.
Mi hijo creció, pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores, y el niño le dijo ¡Ay mi cabeza, mi cabeza!, mi marido inmediatamente le pidió a su criado que lo llevará conmigo, y mi niño estuvo sentado en mis rodillas hasta el mediodía y murió. Yo lo lleve hasta el aposento del varón de Dios y lo acosté sobre su cama y salí en busca del varón de Dios, cuando estaba aún lejos Eliseo mando a su criado a preguntarme ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido y a tu hijo? A lo cual respondí “bien” ya que estaba segura en quien confiaba. (ya que tenía fe en la capacidad de Dios para ayudarme).
Cuando por fin llegue hasta el lugar donde estaba Eliseo y le conté lo que estaba ocurriendo, el envío a su criado con la instrucción de que pusiera su báculo sobre el rostro del niño, más tarde cuando Eliseo y una servidora llegamos, el sirviente nos informó que el niño no había vuelto en sí.
Entonces Eliseo cerró la puerta del aposento y oró a Jehová, después se acostó sobre el niño, poniendo su boca sobre la de él y sus ojos sobre sus ojos y sus manos sobre las manos suyas, así se tendió sobre él y el cuerpo del niño entro en calor, después se paseo por toda la casa y volvió a acostarse sobre el niño nuevamente y mi hijo estornudo siete veces y abrió su ojos.
Pasado el tiempo el varón de Dios me dijo: Levantate, vete tu y toda tu casa a vivir donde puedas, porque Jehová ha llamado el hambre la cual vendra sobre la tierra por siete
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