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Literatura


Enviado por   •  19 de Marzo de 2013  •  490 Palabras (2 Páginas)  •  258 Visitas

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Tanto esta revelación por parte de Dios como este acogimiento plantea

problemas de suma gravedad e importancia. Estas tres religiones, y más en el

cristianismo, son de comunicación entre Dios y el hombre, y toda comunicación

exige en primer lugar que los dos interlocutores posean entidad propia, que

sean diferentes. En segundo lugar, uno y otro han de tener la capacidad de

darse o manifestarse, que pueda Dios dirigirse al hombre, y el hombre a Dios.

Y en tercer lugar, que sea posible esa relación, no sólo que se desee y se

quiera.

La revelación y su acogimiento plantea problemas. Toda comunicación exige

tres elementos: primero, que sean diferentes entre sí los interlocutores,

segundo que sea posible manifestarse o comunicarse, y tercero que se dé la

comunicación, que haya un elemento común. No hay comunicación sin

comunión, la unión. Esto es lo clave.

En PLATÓN, ARISTÓTELES, EPICURO y la Biblia una de las características de Dios es

su trascendencia. Para ARISTÓTELES Dios es el acto puro, que está separado

absolutamente del mundo, que no forma parte del mundo, que se piensa a sí

mismo, que está más allá de todo saber, de toda expresión, de toda

determinación ontológica. No es un ser más entre los seres, carece de tiempo

porque indica movimiento o imperfección el tiempo, carece de lugar porque

tener lugar es estar limitado, carece de todo movimiento. Está más allá de toda

categoría humana, porque las categorías son a la medida del hombre y el

hombre es limitado. Es el totalmente Otro. Esto es común a los tres autores

griegos anteriores en líneas muy generales.

En el Antiguo testamento la trascendencia divina es una de sus constantes.

De hecho Dios es invisible (“No se puede ver a Dios sin morir.”), porque todo lo

que se ve está a la altura del hombre, porque la visión es humana (si lo vemos

es igual o inferior al hombre, y también es limitado). Por eso vemos ídolos, no

a Dios. Convertimos a nuestra medida.

En segundo lugar, carece de lugar, como de nombre (Yahweh son cuatro

consonantes sin vocales). Para la tradición hebraica no hay pensamiento sin

lenguaje, sin vocales la palabra es impronunciable, con Yahweh se dice que es

algo inaccesible, impronunciable. El lugar limita, por eso un Dios limitado no es

Dios. Carece de nombre, porque el nombre refleja la realidad de las cosas;

nombrarle es determinarle, limitarle. Decirle que no tiene nombre es afirmar

que su naturaleza es inefable (que no se puede decir, indecible).

Pero no sólo la palabra no puede expresar a Dios, incluso el concepto

tampoco, porque el concepto es humano (y por tanto limitado).

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