Los Hijos Del Conquistador

"Los hijos del Conquistador ;

entre el pensamiento criollo y la conciencia mestiza"

Se trataba de muy señor, y con tanta

gravedad y cordura, que no daba pesadumbre ni parecía nuevo.

Cuentan que le dijeron, siendo muchacho,

que había de ganar muchas tierras y ser grandísimo señor.

(López de Gómara)[1]

“Los hijos del Conquistador” es uno de los relatos que podremos encontrar en la obra del mexicano Carlos Fuentes, El naranjo. Sin duda, es éste uno de los relatos más logrados del autor, teniendo en cuenta su amplísima obra narrativa, donde todo cabe.

En este caso, nos interesa el valor histórico que encierra esta creación literaria, puesto que los protagonistas-narradores del relato serán los dos hijos de Hernán Cortés, llamados de igual manera por su padre: por un lado, Martín Cortés, segundo marqués del Valle de Oaxaca, hijo de Juana de Zúñiga, española de alcurnia y la última esposa de Cortés; por otro lado, el “otro” Martín, el primogénito segundón, hijo bastardo de Cortés y doña Marina, la india, mejor conocida como Malinche y que tuvo una importancia sobresaliente en la Conquista de México, ya que le otorgó a Hernán Cortés el arma más poderosa para dominar a los indígenas, el habla de su propia lengua.

El relato se construye a partir de la alternancia de los hermanos mientras elaboran un diálogo-confesión con distintos referentes, primero a sí mismos, a continuación de un hermano al otro y, por fin, como justificación a una tercera persona-lectora, de manera que los referentes no sigan ningún orden y se vayan cambiando sin aviso previo. El juego de referencias es complicado y Fuentes lo convierte en algo totalmente moderno.

En esta alternancia, impregnada por las semejanzas y diferencias entre los hermanos, Fuentes intenta recuperar, de una forma increíblemente minuciosa a la vez que sencilla, un interesantísimo capítulo de la Historia de la Nueva España cuando estaba perfectamente establecida; el intento de rebelión contra la corona española por la Independencia de México, reclamada por los criollos encabezados, por voluntad del azar, por el segundo marqués del valle de Oaxaca, Martín Cortés, quien fracasará y cumplirá con el mismo destino de su padre quien viejo y acabado en Valladolid escribió su última carta a Carlos V, “en volviendo las espaldas, quitóseme lo que tenía, todo, y no se me cumplió la merced que Vuestra Majestad me hizo (…) no sé por qué no se me cumple la promesa de las mercedes ofrecidas, y se me quitan las hechas”[2].

...