Memorias De Un Saqueo

En octubre del 2001 la Argentina vivía una crisis económica en la cual se profundizaba la recesión, el pueblo se empobrecía, había una fuga masiva de capitales y los bancos bloqueaban los depósitos. El 19 de diciembre de ese mismo año, De la Rúa declara estado de sitio, lo que provoca el levantamiento del pueblo que protesta golpeando sus cacerolas, pidiendo la renuncia del gobierno. Y a pesar de la represión, el pueblo no abandona la lucha hasta conseguir que el presidente huyera, abandonando el mando del país.

Y como victima de toda esta crisis tenemos como siempre al pueblo que ha soportado dictaduras, ajustes y en democracia, “traición”.

Una de las causas de esta crisis viene horrorizándonos desde 1824, es la famosa deuda externa y es la principal causante del empobrecimiento y la corrupción. La deuda fortaleció a los socios argentinos, controlo finanzas y transfirió recursos a las metrópolis. La deuda externa ligaba a casi todos los negocios y gobiernos (desde Mitre y Quintana a Menem y De la Rúa). Gestó a generaciones de tecnócratas y funcionarios mas dispuestos a servir a entidades internacionales que a defender su país.

La deuda nace en la dictadura militar de la década del 70 y de forma ilegitima, condicionando al gobierno y enajenando el patrimonio público. Nace como el resultado de varios acontecimientos, como la derrota americana en Vietnam, la restauración conservadora, la crisis y el alza del petróleo, el excedente mundial de dólares, los créditos ofrecidos al 3%, etc. En ese momento el nuevo poder que lideraba en la Argentina era una alianza entre los bancos extranjeros y las corporaciones.

El gobierno de la dictadura había dejado un país hipotecado, y con el gobierno de Alfonsin vuelve la democracia al poder. Para entonces la deuda ya era de unos 45 mil millones de dólares de los cuales el 50% era deuda privada. En ese momento se pone en práctica el “plan austral”, y millones de recursos públicos pasan a los bancos y corporaciones. Entre 1987 y 1989 se agrava la crisis, el pueblo sale a la calle desafiando a la subversión militar y se producen varios saqueos a los supermercados, lo cual lleva a la renuncia de Alfosin 6 meses antes de terminar su mandato. Se realizan las elecciones y asume Carlos Menem al mando del poder quien le promete al pueblo una revolución productiva para luego traicionar a sus votantes y adoptar a la minoría liberal conservadora liderada por Alzogarai. Abandona el antiimperialismo popular y la política de no alineamiento de Perón y Evita para aliarse con los Estados Unidos, y así armar su programa junto al banco mundial y el fondo monetario. Y como siempre, funcionarios y políticos se unieron a esta política buscando favorecerse mediante las privatizaciones y las indemnizaciones.

El nuevo presidente impone como modelo económico el “plan de convertibilidad”, por el cual el valor del peso y el dólar se igualaba y por

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