Miguel de Unamuno y Jugo
Enviado por eaag • 4 de Noviembre de 2012 • 3.850 Palabras (16 Páginas) • 695 Visitas
Miguel de Unamuno y Jugo
Nació en Bilbao el 29 de septiembre de 1864. Permaneció allí hasta 1880, cuando partió a
Madrid a estudiar Letras. Fue un alumno brillante, consiguió el doctorado a la edad de 20 años.
Regresa a Bilbao donde escribe para periódicos locales y enseña. Posteriormente, vuelve a Madrid
para preparar oposiciones y en 1891 las aprueba al conseguir la cátedra de griego de la universidad
de Salamanca, donde pasará la mayor parte de su vida. En 1900 es nombrado rector de la
universidad y se transforma a partir de entonces en una figura pública de creciente importancia. Pero
lo que lo consagra fue su arbitraria destitución del rectorado en 1914, según Maeztu “por una
cuestión electoral”. Apareció entonces como el mártir de la oposición liberal. En 1920 fue
condenado a dieciséis años de cárcel, acusado de haber insultado al rey. La sentencia no se llevó a
cabo, pero su prestigio como líder intelectual de la oposición aumentó. Su hostilidad contra la
monarquía aumentó durante la dictadura de Primo de Rivera, por lo que el 20 de febrero de 1924,
fue despedido de su cátedra y se le exilió a Fuerteventura. El 9 de julio, sin saber que había sido
perdonado, abandonó secretamente la isla y se exilió voluntariamente en Francia. Al regresar en
1930, después de la caída del dictador, se sumó a las voces que pedían la abdicación del rey Alfonso
XIII. Devuelto a su rectorado, fue nombrado presidente del Consejo Nacional de Educación Pública,
pero se desilusionó pronto y volvió a su trabajo en Salamanca. En 1934 fue nombrado ciudadano de
honor de la nación; Oxford le concedió el doctorado y se hablaba de él para el premio Nobel. Sin
embargo, disgustado por la anarquía parlamentaria al comienzo de la Guerra Civil, apoyó durante un
breve periodo a los rebeldes, pero después los rechazó (Venceréis pero no convenceréis). El 31 de
diciembre de 1936 murió repentinamente en su casa de Salamanca bajo arresto domiciliario.
Su evolución y la crisis de 1897
Hubo dos hechos importantes en su formación: su aceptación temporal del socialismo marxista
y la pérdida de su fe religiosa, siempre con altibajos, cuando estudiaba en Madrid (1881-1895).
La importancia de esta fase en la evolución intelectual de Unamuno, reside en el hecho de que
fue en un intervalo entre sus escritos para un periódico marxista cuando escribió su primera obra
importante, En torno al casticismo. En este ensayo ofrece una visión alejada del socialismo. Lo
mismo que Ganivet, opina que cualquier método económico-social de regenerar España sólo
podría triunfar si se adaptara a la “personalidad nacional”. Según él, el auténtico espíritu
nacional se encuentra en Castilla, pero socialmente se manifiesta en una comunidad de
individualistas exacerbados, restringida por leyes y costumbres autoritarias, anarquismo moral bajo
el peso de absolutismo social, aunque Unamuno llega a esa conclusión por la lectura de obras
literarias del Siglo de Oro. Con la derrota de la política imperial española y la decadencia
nacional, el viejo espíritu castellano se ha fosilizado. Sobrevive en el tradicionalismo reaccionario
que, erróneamente, se considera castizo. “Se ha transformado en la plataforma de una casta histórica
nacionalista, que no solamente resiste al progreso y la europeización, sino que perpetúa todas las
características negativas del espíritu castellano”1. Aunque reconoce que entre la gente sencilla (el
pueblo rural) de España, continúa viva la intrahistoria, la tradición eterna que es la sustancia
del progreso”.
En 1897 Unamuno adquiere (su hijo Raimundo había contraído la meningitis) la conciencia de
que su vida está “al borde de la nada”; se desarrolla en él el temor de “la muerte y total
acabamiento” y un irreprimible deseo de inmortalidad. Su posición ante la fe desde entonces no fue
muy ortodoxa: si no pudo creer en la existencia de Dios o en la vida eterna, tampoco rechazó
plenamente esas creencias, y se desarrolló en él una desesperada voluntad de creer. En el prólogo
a su novela Niebla escribió que “si su alma no es inmortal, y no lo son las almas de los demás
hombres y aún de todas las cosas… si no es así, nada vale, ni hay esfuerzo que merezca la pena”
Esta forma de pensar hizo que se apartara del movimiento regeneracionista. A partir de este
momento considera que la condición necesaria para el progreso es la finalidad trascendental
intemporal; lo importante, pues, es la salvación personal más que la regeneración colectiva,
porque ayuda a luchar contra la nada.
Pensamiento y sentimiento trágico de la vida
1 Donald Shaw, La generación del 98, ed. Cátedra
El pensamiento «existencial» cobra en Unamuno acentos muy personales dentro de su
generación, a la vez que lo sitúa en la primera línea de la filosofía española contemporánea. Pero
advirtamos, ante todo, que Unamuno no es un pensador sistemático: sus reflexiones, sus vaivenes y
sus contradicciones, se esparcen en ensayos, poemas, novelas o dramas. Tal dispersión corresponde,
sin duda, a su orientación filosófica: su pensamiento está en la línea de un vitalismo influido sobre
todo por Kierkegaard. Éste opina que el objeto de la angustia vital es la nada, y relaciona la
angustia con la muerte, pero no es el temor a la muerte en sí, sino el sentimiento de su
continua posibilidad lo que angustia al hombre. Además, el hombre percibe en su interior, no su
yo, sino su existir, y eso le hace ser consciente de su finitud. La constitutiva imperfección del
hombre, su finitud, que se muestra en su caducidad, provoca congoja, dice Unamuno. Sin embargo,
el escritor puntualiza y afirma que el hombre es tanto más hombre, más divino, cuanto más
capacidad tiene para el sufrimiento, para la congoja. La costumbre, lo “cotidiano”, lo trivial, es
el comienzo del no ser del hombre, de su anonadamiento (este pensamiento se ve magníficamente
reflejado en San Manuel Bueno, mártir, pues el pueblo no sufre por estas cuestiones metafísicas, por
lo tanto, está alejado del verdadero ser; mientras que don Manuel sufre lo indecible porque no
puede llevar a cabo su querer ser que no es otro que gozar de una fe verdadera). Dice literalmente:
“El dolor es la sustancia de la vida y la raíz de la personalidad, pues sólo sufriendo se es
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