OM KHOULTOM: LA ESTRELLA DEL CANTO ARABE

OM KHOULTOM: LA ESTRELLA DEL CANTO ARABE

Maritza Jiménez

Amada y reverenciada, Fátima Ibrāhīm al-Baltāǧī, conocida como Om Khoultoum, es sin duda la más famosa exponente de la canción árabe de todos los tiempos. Reconocida por artistas del mundo entero, su influjo se siente todavía en cantantes contemporáneos, desde Bob Dylan hasta Shakira, que han celebrado su estilo único.

Om Khoultoum nació en 1904 en la pequeña aldea egipcia Tamay az-Zahayra, en el seno de una familia musulmana muy pobre y aprendió el canto de su padre, imán de la mezquita local, que también trabajaba cantando en matrimonios y celebraciones para llevar más dinero a su hogar.

Desde niña demostró su talento para el canto, presentándose en algunas ocasiones, vestida como niño, en shows organizados por su padre y su hermano, y donde dos famosos artistas, el cantante Abul-Ala’ Muhammad y el laudista Zakariya Ahmad, se fijaron en su particular forma de cantar y le pidieron que los acompañara a El Cairo. Pero solo será a los 19 años cuando finalmente viaje con su familia a la capital egipcia, donde la naciente industria disquera proyectaría su fama mundial.

La señora del Canto Árabe, como le decían, fue un auténtico fenómeno social entre los años 50 y 60, y sus discos todavía hoy se venden por millones en los países árabes. Con su imponente figura, de moño alto y vestida de pedrería hasta los pies, sus conciertos contaban con lleno total y se prolongaban por varias horas, convocando en su público intensas emociones con su canto profundo y desgarrado.

Los mejores poetas de su tiempo escribieron para ella canciones que hoy constituyen reto para las bailarinas de bellydance, desde Las mil y una noche (Al Leila Wa Leyla), pasando por Aun recuerdas? (Lessa Faker) , entre muchas otras. Pero ninguna supera a Enta Omri, estrenada en 1965. Con una duración original de 45 minutos, fue compuesta por Mohamed Abdel Wahab y escrita por Ahmed Shafik, constituyendo un ejemplo de la elevada lírica y riqueza metafórica de la lengua árabe.

Paralelamente a su carrera de cantante incursionó en el cine, pero pronto lo abandonó, prefiriendo el contacto personal y emocional con sus espectadores.

En 1953 se casó con su médico, Hasan al-Hafnawi, y sus comentaristas occidentales suelen recordar su apoteósico concierto en 1967 en el Olympia de París, ante centenares de emigrantes árabes llegados de toda Europa.

A fines de los años 60 le fue diagnosticado un caso severo de nefritis y falleció el 3 de febrero de 1975, luego de una grave crisis que mantuvo a Egipto entero pendiente de su salud y en su aldea natal recitaron el Corán durante todo el día.

Su muerte provocó suicidios y expresiones de histeria colectiva. El funeral contó con la asistencia de más de 4 millones de dolientes, uno de los más grandes de la historia, y desencadenó en tumulto cuando la multitud

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