Orozco Y Jiménez
Enviado por yolandaCatalina • 9 de Octubre de 2011 • 512 Palabras (3 Páginas) • 645 Visitas
Orozco y Jiménez nacido en Zamora, Michoacán en 1864 fue uno de los brillantes grupos de seminaristas mexicanos formado en el Colegio Pío Latino de Roma, de orientación jesuita, en donde se refugiaron los adolescentes zamoranos que huían de la persecución del presidente Sebastián Lerdo de Tejada, que ocupó la primera magistratura de la nación a la muerte de Benito Juárez en 1872.
El que después sería arzobispo de Guadalajara, se ordenó en la ciudad eterna, amén de que se doctoró en filosofía. Posteriormente, a su regreso a México obtendría la otra borla de las órdenes mayores, la de teología en la antigua Universidad Pontificia de México.
Después de ejercer su ministerio en Zamora y otros puntos cercanos, como el rancho paterno "La Noria", Orozco y Jiménez pasó a la Ciudad de México, donde hizo una brillante carrera como catedrático y maestro, lo que le valió en 1902 ser designado trigésimo tercer obispo de Chiapas, con sede en San Cristóbal de las Casas, entonces como hoy de tanta importancia como la capital, Tuxtla Gutiérrez.
La década que pasó el entonces joven prelado al frente de esa diócesis vio la acción por primera vez de un obispo a favor de las numerosas etnias indígenas, y en especial hacia chamulas, tzotiles, lacandones, etcétera, y es esta obra social la que empieza a acarrear odios e inquinas contra la figura de aquel obispo que trataba de emular la obra humanitaria y cristiana del apóstol Fray Bartolomé de las Casas, primer obispo de Chiapas en el siglo XVI.
Si a Orozco y Jiménez lo había elevado a obispo de Chiapas el papa León XIII, fue su sucesor Pío X el que nombró arzobispo de Orozco y Jiménez quien fue consagrado en plena dictadura huertista, siendo gobernador José López Portillo y Rojas, abuelo paterno del fallecido ex presiente José López Portillo Pacheco.
El entonces canónigo Manuel Palomar Azpeitia, maquinó una serie de intrigas contra Orozco y Jiménez para evitar que tomara posesión de la arquidiócesis y al fracasar obtuvo de la magnificencia del zamorano, la de ser obispo de Tepic.
A partir de 1913, Orozco y Jiménez sufrió cinco destierros y el ejercicio de su ministerio casi en la clandestinidad. Además, sufrió una serie de atentados que felizmente no fructificaron. Fueron famosas sus confrontaciones contra Manuel M. Diéguez, gobernador de Jalisco al triunfo de la Revolución, quien solicitó a Venustiano Carranza destituyera el obispo, a lo cual el Varón de Cuatro Ciénegas respondió negativamente.
También fueron famosas sus desavenencias con José Guadalupe Zuno, que como gobernador de Jalisco mandaba llamar a curas y párrocos para regañarlos, pero con quien tuvo mayores problemas fue con Plutarco Elías Calles, perseguidor de la Iglesia a la que jamás pudo derrotar.
Precisamente Orozco y Jiménez nada tuvo
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