Sarmiento
Enviado por alejandro1534 • 12 de Agosto de 2013 • 5.259 Palabras (22 Páginas) • 208 Visitas
sus casas
por Gustavo A. Brandariz
Conferencia pronunciada el 5 de noviembre de 1997
en un acto organizado por la Asociación Sarmientina.
La Asociación Sarmientina ha tenido la feliz idea de convocarnos a este acto cultural, en un año en que hasta el Presidente de los Estados Unidos ha recordado la personalidad de Sarmiento. Más de un siglo después de su fallecimiento, los estudios sarmientinos se multiplican y demuestran un renovado interés por las múltiples facetas de su pensamiento y de su acción, porque siguen brindando claves esenciales para construir un futuro mejor.
En ese contexto, el título de esta breve disertación-"Sarmiento en sus casas"-puede parecer casi doméstico, biográfico o anecdótico. Procuraré demostrar que no es así, y que esta aproximación a Sarmiento también es capaz de dejarnos una valiosa reflexión.
La casa natal
No siempre podemos elegir las casas en las que hemos de vivir. Pero es indudable que, como "estuches" de la vida, ellas nos moldean a la vez que nosotros las moldeamos. Y en el caso de Sarmiento, sus casas tuvieron tanta significación, que a partir de ellas podemos reconstruir, en gran medida, su personalidad, sus preferencias y sus ideales.
Nació Domingo Faustino Sarmiento el 15 de Febrero de 1811 en su casa paterna, en el Barrio del Carrascal, de la ciudad de San Juan. O quizás, mejor fuera llamarla "su casa materna", porque fue levantada por su madre. "En 1801 doña Paula Albarracín (...) joven de veintitrés años, emprendía una obra muy superior, no tanto a las fuerzas, cuanto a la concepción de una niña soltera-leemos en "Recuerdos de Provincia". Había habido el año anterior una grande escasez de anascote, género de mucho consumo para el hábito de las diversas órdenes religiosas, y del producto de sus tejidos había reunido mi madre una pequeña suma de dinero. Con ella y dos esclavos de sus tías Irrazábales, echó los cimientos de la casa que debía ocupar en el mundo al formar una nueva familia. Como aquellos escasos materiales eran pocos para obra tan costosa, debajo de una de las higueras que había heredado en su sitio, estableció su telar, y desde allí, yendo y viniendo la lanzadera, asistía a los peones y maestros que edificaban la casita, y el sábado, vendida la tela hecha en la semana, pagaba a los artífices con el fruto de su trabajo." Poco tiempo después de terminada la casa, Doña Paula contrajo matrimonio con José Clemente Sarmiento, guerrero de la Independencia.
Con sus paredes blancas, despojadas de ornamentos y celosas guardianas de la intimidad, y con su patio hospitalario, lleno de luz y de verde, la casa natal de Sarmiento es un exacto ejemplo de nuestra arquitectura doméstica virreinal. Construcciones pobres pero no carentes del sentido del espacio apto para la vida familiar. Pobreza de capitales pero no de ideas ni de sentimientos.
En 1801, nuestro Virreinato era todavía como un retazo de Andalucía. La casa del Carrascal podría estar en Sevilla o en Granada. Sólo nos sorprende el telar: este sencillo aparato todavía se encuadra en la técnica anterior a la Revolución Industrial, pero la preanuncia. En 1801 aún no habían llegado a San Juan la máquina de vapor, pero Doña Paula, tan metódica, ya era una tejedora de los tiempos que estaban por venir.
Esa fue la casa de la infancia de Sarmiento, y en su ambiente se moldearon su espíritu y su sensibilidad. "La casa de mi madre, la obra de su industria, cuyos adobes y tapias pudieran computarse en varas de lienzo tejidas por sus manos para pagar su construcción, ha recibido en el transcurso de estos últimos años algunas adiciones que la confunden hoy con las demás casas de cierta medianía. Su forma original, empero, es aquella a que se apega la poesía del corazón, la imagen indeleble que se presenta porfiadamente a mi espíritu, cuando recuerdo los placeres y pasatiempos infantiles, las horas de recreo después de vuelto de la escuela, los lugares apartados donde he pasado horas enteras y semanas sucesivas en inefable beatitud, haciendo santos de barro para rendirles culto en seguida, o ejércitos de soldados de la misma pasta para engreírme de ejercer tanto poder".
Felizmente, la casa se conserva como un fiel documento de época: no sólo es la casa natal del prócer, sino también un ejemplo de que una casa amigable puede ayudar a que la felicidad de la infancia nos alcance para soportar todos los azares posteriores de la vida. Y también es el monumento a un ejemplo: el esfuerzo industrioso de la madre enseñó al hijo los beneficios de la industria, y el hijo quiso que su pueblo, con las herramientas del conocimiento aplicado a la industria, fuera laborioso para mejorar de condición. La casa de su madre le enseñó a Sarmiento la idea del progreso, quizás mejor que los escritos filosóficos que después leyó.
Desde esta casa, Sarmiento partió para sus exilios, y estando en Chile, don Manuel Montt le brindó esa formidable beca que lo llevó por Europa, África y los Estados Unidos, en un itinerario que podemos seguir a través de su libro "Viajes" o, a través de la cordial guía de Javier Fernández, en el número más reciente de la revista "Todo es Historia".
La casa de Buenos Aires
A lo largo de su dilatada existencia, Sarmiento residió en muchas ciudades y habitó en numerosas residencias. No obstante, sólo en dos de sus casas, vivió durante un lapso prolongado: la casa de San Juan, la casa de su niñez, y la casa de Buenos Aires, la de sus altos años.
La "casa de Sarmiento en Buenos Aires" está ubicada en la calle Sarmiento Nº 1251, y fue adquirida por el prócer después de terminar su mandato como Presidente de la Nación Argentina. Fue la casa de su fecunda vejez y el lugar en que pudo gozar, después de una larga trayectoria pública, de una vida familiar apacible y de una vida intelectual intensa.
Sanjuanino de nacimiento, "porteño en las Provincias y provinciano en Buenos Aires"-como se llamó a sí mismo-, Sarmiento-hombre universal-se radicó en forma estable en Buenos Aires cuando asumió la Presidencia de la República en 1868, pero careció de una casa propia hasta 1875.
En ese año, Sarmiento adquirió, por primera y única vez, una casa en Buenos Aires. Precisamente, como lo señaló Antonio Requeni, "Sarmiento adquirió esta casa (...) por intermedio de su amigo Manuel Ocampo. El propietario, Emilio Duportal, pretendía 28.000 pesos y Ocampo le pidió una rebaja arguyendo que iba a vivir allí quien hasta un año antes
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