Semblanza

Cuando el profesor Hinestroza era solamente un niño, para él viajar por el mundo era caminar las cuadras entre su casa y la biblioteca pública Gabriel Turbay en Bucaramanga, esta podría ser cualquier lugar que el deseara visitar, un día podría ser Tokio, al otro Beijing o porque no, el lugar que a todo niño le gustaría conocer, Disney World. "Fini", aquel amigo imaginario para los adultos, pero tan real para él, era su compañero de viaje. No necesitaba ni de pasaporte, ni de dinero para dejar correr la imaginación que junto a su gran deseo de conocer y aprender lo llevarían a alcanzar grandes logros.

Juan Paulo Hinestroza siempre fue un soñador, apasionado por la geografía, interesado en saber cómo era el mundo que aún no había recorrido, coleccionando recuerdos de diferentes lugares del planeta, llenando uno de los tan populares álbumes de coca cola; así un niño como cualquier otro ocupaba su tiempo libre. Él empezó sus estudios en un colegio técnico donde tuvo contacto con el campo de la electricidad, todo parecía indicar que el estudiaría algo muy relacionado con lo que había aprendido, pero no, él decidió cambiar este destino al verse intrigado con cuestiones tan cotidianas como la medicación de su abuela, él se preguntaba porque algo tan pequeño podía aliviar los padecimientos que la aquejaban, como por arte de magia, por lo que haciendo lo que a él más le gusta que era curiosear, supo que lo que lo llevaría a poder obtener estos conocimientos aún inciertos era la química farmacéutica, pero no sería tan fácil acceder a ella debido a la poca oferta en Colombia en esa época y a la imposibilidad de trasladarse a la capital, por lo que decidió estudiar ingeniería química, al ser una carrera más práctica, y económicamente más rentable, es así como inicia estudios en la Universidad Industrial de Santander (UIS), en el año 1990.

Durante sus estudios, inicialmente se encontró en un terreno poco familiar, la ingeniería química no lo apasionaba, fue tan solo una elección práctica, los primeros semestres se encontraba poco motivado, no lograba entender el porqué de lo que hacía, lo que lo condujo a perder cuatro materias, pero fue una visita técnica la que le mostraría el alcance de la carrera, de ahí en adelante él empezó a florecer, sus notas cambiaron del cielo a la tierra, de tres paso a obtener calificaciones por encima de cuatro, consiguiendo su título profesional en 1995. Empezó a trabajar en Dow Chemical Colombia donde ya había realizado prácticas como opción de grado. Muchas historias podrían haber acabado aquí, con un ciudadano del común ganándose la vida sin problemas, pero él no, él era un soñador. Fabricar cosas que ya estaban hechas no lo apasionaba, él quería crear, entender el trasfondo de las cosas, su origen o en otras palabras ¿por qué? y ¿cómo? suceden todos y cada uno de los fenómenos que nos rodean; por lo que decidió ir a estudiar un posgrado en los Estados Unidos, esta fue tal vez la decisión más difícil de su vida ya que dejaba un buen porvenir por ir detrás de un sueño incierto que a los ojos de su madre parecía algo descabellado.

Poder conseguir su nueva meta no sería nada fácil. Fue rechazado de muchas de las universidades en las que trató de ingresar. Pero no se rindió, sino que buscó la razón por la cual no era admitido. Eventualmente encontró la razón del problema: el haberse graduado de una universidad desconocida a nivel internacional. E igualmente encontró la solución: presentar un examen que acreditara su título. Finalmente, consiguió superar este obstáculo, y se volvió a presentar. Fue admitido, entre otras universidades, en la que se convertiría en su nueva alma máter: la Universidad de Tulane en New Orleans. En el año 2002, Hinestroza obtuvo su Ph.D en Ingeniería Química y Biomolecular en dicha universidad.

En la universidad de Tulane en New Orleans, descubriría finalmente su verdadera pasión, su verdadero sueño: La educación. Él quería enseñar, crear conocimiento, crear país como alguna vez el mismo expreso durante una visita en la UIS “aprendí que una buena educación es la mejor o tal vez la única ruta segura hacia el éxito” (Ardila, 2010), agradeciendo el haber aprendido en esta institución más que formulas matemáticas y recetas químicas.

Al graduarse de Tulane con distinción, debido a que fue el mejor monitor de clase por tres años consecutivos y con la idea clara de quería ser educador, empezó a buscar empleo, lo cual estaba escaso por esa época, pero increíblemente a él lo empezaron a solicitar de varias empresas, debido a su gran persistencia y voluntad, decidió rechazar las ofertas ya que él había decidido enseñar, envió nada menos que 17 hojas de vida a diversas universidades sin recibir respuesta positiva de ninguna, por lo que al asesorarse con otras personas, vio que la manera más fácil de ser aceptado seria dictar las clases que casi nadie quería dar,

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