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Una Gran Mujer


Enviado por   •  30 de Abril de 2013  •  477 Palabras (2 Páginas)  •  297 Visitas

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Esa persona que es muy importante en mi vida tenía el pelo blanco como el algodón, el cual era uno de sus más grandes orgullos. Te miraba con unos ojos color café, adornados con largas pestañas. Con voz suave, nunca alterada, era un consuelo para cualquier eventualidad. Sus facciones expresivas dejaban gran impresión por donde se paseaba. Esta persona, de compleción mediana, no tenía rasgos de vejez en su sonrisa constante. Su cuerpo no reflejaba gran fuerza, pero relucía la elegancia. Las manos, aunque trabajo mucho, no tenían señales de desgasto ni heridas. Y sus pies bien cuidados y nunca descalzos. Esta persona se llama Natividad Irma Pérez y es mi abuela. Nació el 24 de diciembre del 1941 en La Habana, Cuba. Y desde el 26 de septiembre del 2010, nos cuida desde el cielo.

Una persona de carácter fuerte. Su palabra, muy difícil de contradecir. Una mujer recta pero cariñosa, por eso la querían tanto. Esto la ayudó a convertirse en una gran maestra. Era tan buena, que recibió una medalla del gobierno por su gran labor de alfabetización de ancianos. Mi abuela tenía cuatro grandes amores en su vida; la cocina, coser, dibujar y su numerosa familia. Cocinaba con este gusto que sólo una abuela puede dar. Se sentaba a coser ropa para sus nietos. Como a mí, le encantaba dibujar y sin coger ni una sola clase. Y a su familia, a la que tanto quería, la defendía con pasión. Le encantaban los animales y siempre tuvo en su casa desde perros, hasta gansos. Una mujer muy trabajadora, que supo cómo mantener a sus hijos cuando mi abuelo se vio obligado a irse a trabajar a los campos de caña. Supo sentarse a hacer ropa interior para poder conseguir algún dinero y sustentar las necesidades básicas. Era devota a Santa Rita y San Lázaro, y cada domingo salía de la casa y caminaba ocho cuadras para llegar a la iglesia. Siempre muy femenina y vestía con mucha elegancia. Era, y sigue siendo, un gran ejemplo de lo que es ser mujer.

Yo fui una de las afortunadas, yo tuve el honor de tener en mi vida a Irma Pérez. Y aunque la tuve por sólo siete años, ella supo dejar una huella en mi vida que es muy difícil de borrar. Según mi mamá, de las nietas, yo soy la más parecida a ella. Desde mis gustos, expresiones y carácter, hasta mi forma de pensar. Es un honor ser comparada con una mujer tan fuerte como para luchar contra una dura enfermedad. Es un orgullo tener un parecido a una mujer que toco la vida de tantos, y que a dos años de su muerte todavía vive en cada uno de nosotros.

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