Utopia Y Barbaria

El pensamiento utópico impuso, desde el descubrimiento de América, múltiples proyecciones que“construyeron” e imaginaron una realidad y un espacio. De esta forma se sucedieron lasdiferentesmanifestaciones del utopismo desde el período colonial, durante las Guerras de Independencia y luegomarcando profundamente la impronta identitaria durante el período del organización de los estadosnacionalesen el siglo XIX.La indagación de lo nacional y de lo americano se suscribió desde varias ideologías dirigidas a encontrar unrumbo colectivo, tensionado al futuro, mientras se pensaba la constituciónde los estados nacionales y de susmúltiples fronteras. El género que recogió la preocupación de los intelectuales por la organización socio-política fue el ensayístico, por ser el discurso de labúsqueda y de la inquisición y por ser «antidogmático,asistemático y con alguna frecuencia herético» (O

VIEDO

M. A. 1991: 13). El proyecto político inscripto en losensayos se prefiguró como un discursotendiente a pensar un país que no existía, un país posible, un paísutópico, imaginario, tensionado y en conflicto con la realidad. Se podría decir, por ello, que se trata de undiscurso híbrido en el quela referencia extratextual se modeliza desde ficciones que buscan trasformar larealidad.En Argentina, el utopismo del

Dogma socialista

de Echeverría (1837), basado en el igualitarismo, concentrólosideales nacionales de la “Asociación de Mayo” en quince “palabras simbólicas” que definían el credodogmático y la síntesis de sus ideales. Sus principios determinaban al Progreso como objetivo de unproyectodemocrático apoyado en la fraternidad y en el humanismo cristianos, según la tradición de la revolución deMayo. El “Progreso” fue, desde entonces, el valor clave que conjugó los sucesivosproyectos políticos deorganización del estado nacional y se configuró como la fuerza propulsora que contribuyó a la definición desistemas simbólicos de valores y normas. La instauración de la ley

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