APRENDER A CONVIVIR ARMONICAMENTE

APRENDER A CONVIVIR ARMONICAMENTE

La convivencia escolar no depende de un decreto o reglamento prestablecido. La convivencia implica compartir, interactuar, potenciar las relaciones humanas en un clima de respeto y mutua aceptación. Afortunadamente, la forma de establecer relaciones interpersonales puede ser aprendida socialmente y desarrollada,

Para llevar adelante un cambio positivo en la convivencia escolar, en contextos escolares vulnerables, debe haber un cambio en las concepciones existentes de los equipos docentes directivo, de aula y asistentes de la educación, como también en los estudiantes de la escuela. El equipo directivo tiene en esto una gran responsabilidad. Es la dirección de la escuela, la principal responsable de generar y facilitar los cambios, si esto no ocurre, los intentos de mejoramiento se pueden diluir con el paso del tiempo y no facilitar la instalación de una cultura institucional propicia para el aprendizaje.

Las habilidades y competencias que posean docentes directivos y de aula, para mejorar la calidad educativa es fundamental. El docente, independiente de su rol específico en la escuela, no debe presentarse como un simple mediador entre el contenido y sus estudiantes, sino que es quien brinda una serie de elementos, y recursos personales y sociales, que permiten al otro desarrollarse adecuadamente en un contexto que le brinda confianza y apoyo para su desarrollo personal.

El profesor tiene la gran misión de desarrollar competencias cognitivas, como: la capacidad para crear y proponer soluciones, la capacidad de autonomía, la capacidad de reflexión, y habilidades comunicacionales; también debe desarrollar competencias y habilidades pedagógicas como: la capacidad para flexibilizar el currículo hacia el perfil de los estudiantes, la capacidad para desarrollar la motivación intrínseca en sus estudiantes, la capacidad para que niños, niñas y jóvenes, internalicen valores tendientes hacia la superación y el desarrollo personal y social. El profesor tiene que ser capaz de respetar los diversos estilos de aprendizaje y procesos afectivos de sus estudiantes, la capacidad para poder organizar didácticamente las clases a fin de favorecer la participación activa de todos. El docente debe esforzarse por desarrollar la habilidad para la resolución de conflictos y la capacidad de mediar, la capacidad para despertar y potenciar las habilidades personales innatas de sus alumnos. Además, el docente debe haber adquirido, con la experiencia, algunos aspectos afectivos como: ser un profesor cercano y contenedor, con capacidad para manejar la disciplina (que es hacer lo que a cada uno le corresponde hacer), en la perspectiva de potenciar el desarrollo socio afectivo y cognitivo de sus estudiantes.

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