Alesia y el limbo

Una fortaleza inexpugnable se alzaba sobre los ojos de los legionarios. Un foso alrededor, una gran colina, veintitrés baluartes fortificados de día y noche, donde los vigías no descansaban ni un segundo ante el inminente peligro. Allí en el lado opuesto de Alesia, nombre de aquella hermosa obra de infraestructura, yacía, absorto en sus pensamientos, Cayo Julio César, quien sería luego conocido como el gran conquistador de la Galia.

Para lograr sacar a los Galos atrincherados, Cesar deviene con una estrategia excepcional. Primero construye un muro alrededor de la colina llamado circunvalación, y otro, con una extensión mucho más grande, llamado contravalación. La idea era contener a los sitiados y esperar la llegada de los refuerzos, que ya se contaban en unos doscientos mil efectivos en su contra.

Los recursos quedaron bloqueados para los galos, la inanición estaba en la vuelta de la esquina. La preocupación y la desesperanza comenzaban a perturbar la fortaleza que debía alimentar a mujeres, niños y ancianos traídos consigo desde las últimas escaramuzas. Las propuestas eran difíciles de sobrellevar, y mucho más complicadas de ejecutar, pero Vercingetorix, jefe al mando de la defensa, decidió expulsar a los más débiles del recinto para no morir todos en la misma condición.

César ve aquellas caras zombificadas dirigirse a su empalizada, sin embargo, el costo de mantenimiento diario se haría trabajoso y su ejército comenzaría a tener problemas, así que decide no dejarles entrar.

En medio de una inminente batalla, yacen los cuerpos desnutridos de los inocentes, acampando en el limbo solo a espera de la muerte. Vercingetorix luchaba por sus familiares y su libertad, pero dejó que murieran en el intento. Cesar, por su parte, combatió por el honor y la gloria, pero fueron opacados por los llantos y lamentos apostados en lo más bajo de sus murallas. Esa es la guerra, se lucha por nobles causas, pero en el transcurso, es donde se devela la verdadera naturaleza humana, cruel y deseosa de fuego, conquista y muerte.

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