Capitulo Cazadores De Microbios
Enviado por priincesa • 6 de Enero de 2013 • 748 Palabras (3 Páginas) • 1.190 Visitas
CAPITULO IANTONIO VAN LEEUWENHOEKEL PRIMER CAZADOR DE
MICROBIOS
Leewenhoek fue el primero en asomarse a un mundo nuevo, poblado de millares de especies de seres pequeñísimos, ningún poeta ni historiador alguno evoca la figura de Leewenhoek, porque su vida fue una lucha única, tenaz, contra las mayores dificultades. Cuando en Leeuwenhoek nació el deseo de hacer investigaciones, la investigación científica aún no había llegado a ser una profesión, era aquel un mundo en que la ciencia empezaba a ensayar sus primeros pasos, la ciencia que no es otra cosa sino el intento de aproximarse a la verdad mediante la observación cuidadosa y el pensar despejado, poco sabemos de la vida de Leewenhoek entre los 20 y 40 años, pero es indudable que durante esa época paso por ser un hombre ignorante, no sabía hablar más que el holandés, dialecto despreciado por el mundo culto, por considerar lengua de tenderos, pescadores y cavadores de zanjas, su ignorancia fue una gran suerte para él porque aislado de toda la charlatanería docta de su tiempo, no tuvo otro guía que sus propios ojos, sus propias reflexiones y su propio criterio. ¡Que divertido debía ser mirar a través de una lente y ver cosas de tamaño mayor a simple vista! Pero, ¿comprar lentes? ¡No sería Leewenhoek quien tal hiciera! ¡Jamás se dio hombre más desconfiado! ¿Comprar lentes? ¡No; él se las fabricaría! Hoy día los investigadores compran con unos cuántos pesos un microscopio nuevo y reluciente, da vueltas a un tornillo micrométrico y hacen observaciones, muchos de ellos sin saber ni preocuparse como está construido el aparatos, pero en cuanto a Leewenhoek olvidando a su familia, sin preocuparse de sus amigos, trabajaba a altas horas de la noche, inclinado sobre sus lentes acrisoles, y él mismo decía de sus convecinos: hay que perdonarles vista su ignorancia, vivía satisfecho, no tenía otro deseo que examinar con sus lentes cuanto caía en sus manos, paso horas enteras mirando la lana de oveja y los pelos de castor y liebre que de finos filamentos se trasformaban por virtud de su pedacito de cristal, en troncos gruesos, diseco cuidadosamente la cabeza de una mosca, ensarto la masa encefálica en la finísima aguja de su microscopio, miro y quedo asombrado, era Leewenhoek como un cachorro que olfatea todo lo que tiene a su alrededor sin asco, sin tino ni respeto. Nunca se habrá conocido hombre más difícil de convencer que Leewenhoek, jamás escribió palabras acercada lo que observaba, jamás hizo un dibujo hasta que después de mirar cientos de veces la misma cosa en idénticas condiciones, estaba seguro de que no había variación alguna, aun así no quedaba del todo satisfecho solía decir: la gente que por primera vez mira por un cristal de aumento dice: ahora ve una cosa luego ve otra; es que el observador más experto puede equivocarse, pero las he hecho con satisfacción sin hacer caso de quienes le preguntaban, más yo no
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