Cazadores de microbios Capítulo 1

Cazadores de microbios

Capítulo 1

En este capítulo aparece el primer cazador de microbios que es Antón Van Leeuwenhoek fue el primer hombre que descubrió seres diminutos, tan mortíferos y feroces como necesarios y útiles para el hombre, y ha sido el descubrimiento más importante en la historia para el beneficio de la humanidad.

Anton se enfrentó a la muerte al ponerse en contacto con los peligrosos seres y aun así la gente se burlaba porque pensaba que él estaba loco porque afirmaba que había visto los pequeñísimos microorganismo que los demás no eran capaces de percibir a simple vista.

Leeuwenhoek pudo llevar acabo su grande descubrimiento a pesar de que no era un científico reconocido como los de su época.

Él trabajaba en una tienda de telas, se casó y tiempo más tarde tuvo varios hijos.

Algunos años después fue nombrado jefe de la casa consistorial de Delft cuando es nombrado así se vuelve fanático de tallar lentes ya que sabía que los lentes fabricados de cristal transparente hacían posible una visión más detallada de objetos que imposiblemente pudieran ser observados a mayor escala.

Él se fabricó sus propios lentes, después de haber visitado varias ópticas y haber aprendido varias cosas para poder lograrlo después se volvió fanático y empezó a fabricar cientos de lentes y los monto luego en marcos de oro y plata que el mismo había hecho extrayéndolos de estos minerales por medio del fuego, sin importarle que sufría quemaduras y sus manos se llenaron de ampollas, nada lo detenía cuando se trataba de hacer sus microscopios más eficaces y detallados que le permitieran ver las cosas pequeñas en un tamaño sorprendente que le mostraron un mundo lleno de curiosidades desconocidas para todas las demás personas.

Observaba todo le caía en sus manos y quedo maravillado con todo lo que le fue posible admirar, las cosas más extrañas y que incluso pudieran parecer repulsivas a Leeuwenhoek le resultaron magnificas: Lana, semillas, pelos de animales, fibras musculares de una ballena y hasta una cabeza de mosca con todo y sus diminutas partes. Aferrado siempre a sus amados microscopios hasta los 80 años observa algo que probablemente es una de las cosas que más le impresiono, el ver los embriones de mejillones atacados y devorados ferozmente por los microbios, comprende así que esto tiene una razón de ser ya que de no ser por los microbios que atacan a los embriones el mar estaría repleto de mejillones que se reproducen a gran prisa.

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