El Primer Cazador De Microbios
Enviado por Necroxz • 14 de Agosto de 2011 • 1.323 Palabras (6 Páginas) • 1.511 Visitas
De La Lupa Al Microscopio
Paul De Kruif; “Los Cazadores De Microbios”; México, DF.; Editorial Porrúa, S.A. de C.V.; Año De Edición: 2000; 355 Páginas.
Antonio Van Leeuwenhoek fue el primero en asomarse a un mundo nuevo, poblado de millares de especies de seres pequeñísimos. Un mundo cuyo conocimiento es más importante para el bienestar de la humanidad que cualquier continente o archipiélago que aquel holandés hubiese podido descubrir.
Desde su nacimiento el deseo de hacer investigaciones, l investigación científica aun no había llegado a ser una “profesión”. Hoy en día los hombres de ciencia constituyen un prestigioso elemento de la sociedad.
Pero remontémonos a los tiempos de Leeuwenhoek. Doscientos cincuenta años atrás e imaginémonos que el joven Leeuwenhoek, sediento de sabiduría, acaba de salir del colegio y tiene que elegir carrera. El hombre europeo apenas empezaba a sacudirse las supersticiones más obscuras: ni si quiera se había percatado de su ignorancia.
El padre de Antonio murió joven; la madre lo envió a una escuela preparatoria para que fuera empleado del estado; pero a los 16 años arrimo los libros y entro de aprendiz a una tienda de Ámsterdam. Esta fue su universidad.
A la edad de 21 años, Antonio se despidió de su jefe y volvió a Delft; se caso en segundas nupcias y tuvo varios hijos que casi todos murieron a tierna edad. Poco se sabe de los 20 años siguientes, pero durante este periodo fue nombrado conserje de la Casa Consistorial de Delft, y se le despertó una extraña afición a tallar lentes, había oído decir que fabricando lentes de un trozo de cristal transparente, se podían ver las cosas, atreves de tales lupas, mucho mayores de lo que parecen a simple vista.
Visito las tiendas de óptica y aprendió los rudimentos necesarios para tallar lentes; frecuento el trado del alquimista y boticarios, curioseo sus métodos secretos de obtener metales de los minerales, y se inicio el arte de los orfebres. Era un hombre de lo mas meticuloso; no se contentaba con que las lentes hechas por el fueran tan buenas como las mejores trabajadas en Holanda, sino que había de superar a las mejores, y aun después de ábrelo conseguido se pasaba horas dándole mil vueltas.
Los cuerdos vecinos se reían para sus adentros, mientras nuestro hombre encontraba la manera de fabricar una lente minúscula, de un diámetro inferior a 3 milímetros, tan simétrica, tan perfecto, que le permitía ver las cosas más pequeñas enormemente agrandadas y con una nitidez fantástica.
Nunca se habrá conocido hombre más difícil de convencer que Antonio. Miraba y remiraba este aguijón de abeja o aquella pata de escarabajo una y cien veces; dejaba clavadas las preparaciones en la aguja de su extraño microscopio durante meses enteros, y con el fin de observar otras cosas, se fabrico cientos de microscopios.
En este aislamiento trabajo durante 20 años. Por aquel tiempo, En la segunda mitad del siglo XVII, hubo un gran movimiento entre las gentes doctas. En Inglaterra, en Francia y en Italia, los hombres extraordinarios miraban con recelo todo lo que tenía visos de ciencia nueva.
En Inglaterra unos cuantos revolucionarios fundaron una sociedad llamada “The Invisible College”, que tuvo que ser “invisible” por que Cromwell los hubiera ahorcado por conspiradores y herejes si llegaba a enterarse de los extraños asuntos que intentaban diluir. Así era “Invisible College”, y poco después, cuando Carlos II subió al trono, el “College” salió de la penumbra y ascendió a la dignidad de la Real Sociedad de Inglaterra. ¡Sus miembros fueron el primer público que tuvo Antonio! Había en Delft un hombre que no ser reía de Antonio Van Leeuwenhoek: era Regnier de Graaf.
Aun que Leeuwenhoek por aquellos años ya era muy arisco y desconfiaba de todo el mundo,
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