Creación
Enviado por Jambap • 15 de Junio de 2015 • Práctica o problema • 3.568 Palabras (15 Páginas) • 159 Visitas
¿Qué cree usted?
Muchos fundamentalistas religiosos, profesores, compañeros de clase creen que la Tierra y todo cuanto hay en ella fue creado en seis días de veinticuatro horas, apenas unos milenios atrás. Los ateos, por su parte, sostienen que Dios no existe .Y lo que se han olvidado es lo maravilloso que es nuestro mundo, lo hermoso que es nuestro planeta, el universo
Existen dos teorías la creacionista y la evolucionista, y la mayoría de nosotros siempre se basa en la lógica, en lo real como dice el dicho “ver para creer “es por eso que espero que al leer la presente monografía disfruten la lectura, ya que esta basada en fundamentos científicos, y puedan reconsiderar el pensamiento que usted nuestro querido lector tiene ya sea cualquier teoría que usted apoye. Veamos LAS MARAVILLAS DE NUESTRO PLANETA y analizar los hechos.
Jamin Baptista
AUTOR
DESARROLLO:
UN PLANETA PERFECTO
La vida en la tierra jamás habría existido de no ser por una serie de coincidencias, muchas de estas desconocidas hasta el siglo XX por ejemplo:
La ubicación de la tierra en la galaxia, via láctea y en el sistema solar
Un campo magnético y una atmosfera que sirven como escudos
Ciclos naturales que reabastecen y purifican las resevas naturales
Al examinar a fondo cada uno de esos puntos pregúntese “ ¿ son las maravillas de nuestro planeta producto del azar o de un diseño?
El domicilio perfecto
Cuando escribimos nuestro domicilio, ¿que datos ponemos? Entre otros, el país, la ciudad y la calle. A modo de comparación, la galaxia Vía Láctea seria el “país” de la Tierra, el sistema solar (formado por el Sol y sus planetas) seria la “ciudad”, y la orbita que la Tierra describe dentro del sistema solar serıa la “calle”. Gracias a los adelantos de la astronomía y la física, los científicos han aprendido muchísimo sobre las ventajas de nuestra ubicación especial en el universo.
Para empezar, nuestra “ciudad” —el sistema solar— se halla situada en la región ideal de la Vía Láctea, ni muy cerca ni muy lejos del centro. Esta “zona de habitabilidad”, como la denominan los astrónomos posee la concentración adecuada de los elementos químicos necesarios para la vida. Más allá, dichos elementos escasean;
Más acá, el vecindario es sumamente peligroso debido a la abundancia de radiación letal y otros factores. Como dice la revista Scientific American, “vivimos en un sector exclusivo”.
La calle ideal
No menos exclusiva es la “calle”, es decir, la orbita o trayectoria que sigue la Tierra dentro de nuestra “ciudad”, el sistema solar. Dista del Sol 150.000.000 de kilómetros (93.000.000 de millas) y se encuentra dentro de los lımites de una zona idónea para el desarrollo de la vida, porque allí los organismos ni se congelan ni se chamuscan. Además, por ser casi circular, nos mantiene más o menos a la misma distancia del astro rey todo el año.
El Sol, por su parte, es la “central eléctrica” perfecta: es estable, tiene el tamaño ideal y libera la cantidad exacta de energía. Con razón se dice que es “una estrella muy especial”.
El vecino perfecto
Si tuviéramos que escoger un “vecino” para la Tierra, no hallaríamos uno mejor que la Luna. Su diámetro mide algo más de la cuarta parte del de la Tierra. Por lo tanto, comparada con otras lunas de nuestro sistema solar, la nuestra es excepcionalmente grande respecto a su planeta anfitrión. ¿Mera coincidencia? No parece.
En primer lugar, la Luna es la principal causa de las mareas oceánicas, tan vitales para la ecología del planeta. Además, su presencia estabiliza la orientación del eje terrestre. Sin su satélite hecho a la medida, nuestro planeta se bambolearía como un trompo y quizás hasta se volcara y girara acostado. Los cambios que se producirían en el clima y las mareas, entre otros, serıan catastróficos.
Escudos protectores
El espacio es un lugar peligroso a causa de la radiación letal y de los meteoroides que lo surcan constantemente. Pese a ello, nuestro planeta azul viaja por esta “caseta galáctica de tiro al blanco” sin sufrir apenas daño. ¿Como lo logra? Gracias a que esta blindado por un potente campo magnético y una atmosfera hecha a la medida.
El campo magnético
El núcleo de la Tierra es una esfera giratoria de hierro fundido, lo que crea un enorme y potente campo magnético que se extiende muchos kilómetros en el espacio. Dicho campo actúa como un escudo que nos protege del impacto directo de la radiación cósmica y de las fuerzas potencialmente letales que emanan del Sol. Entre estas figuran el viento solar, que consiste en un flujo constante de partículas de energía; las erupciones solares, que en minutos liberan una energía equivalente a la que produciría la detonación de miles de millones de bombas de hidrogeno, y las explosiones en la corona, o capa mas externa del Sol, que expulsan al espacio miles de millones de toneladas de materia. Hay señales visibles que nos recuerdan la protección que nos brinda el campo magnético terrestre. Por ejemplo, las erupciones solares y las explosiones en la corona del Sol producen intensas auroras polares, fenómenos luminosos de gran colorido que se observan en la atmosfera superior cerca de los polos magnéticos de la Tierra.
La Atmosfera
Esta envoltura gaseosa no solo nos permite respirar, sino que también nos ofrece protección extra. Una de sus capas, la estratosfera, se caracteriza por la presencia de una variante del oxıgeno llamada ozono, que absorbe hasta el 99% de los rayos ultravioleta. Así pues, la capa de ozono protege de la radiación nociva a las múltiples formas de vida que hay en la Tierra, desde el plancton —del que dependemos para la producción de gran parte de nuestro oxıgeno— hasta nosotros los seres humanos. El nivel del ozono estratosférico no es fijo, sino que varıa en función de la intensidad de la radiación ultravioleta. En efecto, la capa de ozono constituye un escudo eficaz y dina´ mico. La atmosfera también nos defiende del bombardeo diario de millones de objetos procedentes del espacio, que van desde partículas muy finas hasta rocas gigantescas. La gran mayoría se incendia al penetrar en ella, provocando destellos luminosos conocidos como meteoros. Los escudos de la Tierra, sin embargo, no bloquean el paso de la radiación necesaria para la vida, como el calor y la luz visible. La atmosfera contribuye incluso
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