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DESARROLLO HISTÓRICO DE LA ECOLOGÍA Una definición preliminar de la ecología


Enviado por   •  25 de Abril de 2017  •  Resumen  •  1.781 Palabras (8 Páginas)  •  234 Visitas

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Desarrollo histórico de la ecología.

-Alba Morales Samantha.                  -Gonzalez Jocelyn   -Maldonado Garces Eduardo Efraín.            -Pérez Comi Verónica Lucero.                        -Rivas Lima Guillermo.                         -Oseguera Carrasco Sergio Eduardo.

Grupo: 612   Equipo: 1


INTRODUCCIÓN.[pic 2][pic 3][pic 4][pic 5]


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Una definición preliminar de la ecología.

La palabra “ecología” proviene de los vocablos griegos oikos “casa” y logos “estudio, tratado”) Es decir la palabra ecología es el estudio de los organismos vivos, “en su propia casa” en el medio ambiente en el que habitan y en el que desempeñan todas sus funciones vitales. Hay un conjunto de factores físicos que determinan las características del entorno, como la temperatura, la salinidad, la humedad o la cantidad de luz. Además cualquier ser vivo se encuentra en contacto con muchos otros organismos ya sea de su propia especie o de otras especies. Algunas especies constituyen su alimento; otras, son sus parásitos o depredadores. La ecología estudia precisamente estos aspectos de la biología, las relaciones de los seres vivos unos con otros y con su medio ambiente. Con esto, la ecología trata de comprender la manera en la que estas interacciones determinan, entre otras cosas, las adaptaciones morfológicas y fisiológicas, así como la abundancia, distribución y diversidad,  de los organismos de la naturaleza.

Historia de la ecología.

-El inicio de la civilización.
Desde que los seres humanos aparecieron en nuestro planeta hace cientos de miles de años, comenzaron a acumular conocimientos empíricos sobre los ambientes en donde vivían y las relaciones que establecían con los organismos que convivían y de los que dependía su vida. Por ejemplo para ellos era fundamental saber en qué sitios eran más abundantes ciertas clases de plantas comestibles, así como observar los hábitos, los patrones de movilidad y los gustos alimenticios de algunos animales, ya que ello les permitía encontrarlos y cazarlos con más facilidad. Seguramente a un joven miembro de las tribus que existieron en los albores de la humanidad no le sorprendía el cambio de las estaciones, como tampoco estos sucesos sorprenden hoy a los habitantes del mundo moderno.
Con el paso de los años, las sociedades humanas adquirieron mayor complejidad y apareció la división del trabajo. En los clanes y tribus comenzaron a surgir personas que tenían una especial habilidad para acumular información referente de la distribución, la abundancia y las propiedades de las plantas y animales que aprovechaban en su grupo. Hasta nuestros días, en las sociedades humanas más ligadas a la naturaleza, estas personas, conocidas como varias maneras (brujos, chamanes, curanderos, etcétera), suelen ser poseedoras de vastos conocimientos ecológicos empíricos relacionados con los números organismos con los que seres humanos han coexistido a lo largo de su historia.
A partir de la invención de la agricultura, se perfeccionó el conocimiento de las propiedades de algunos componentes del ambiente, en especial las características del suelo, pero también  la temporalidad de los sucesos biológicos (como la llegada de aves migratorias, aparición de ciertos insectos, fructificación de algunas plantas, etcétera) y las señales ambientales que marcaban su inicio y término. A finales del siglo XX surgió una nueva rama de la ecología, la etnoecología, cuya meta es rescatar, documentar y catalogar los conocimientos, de las relaciones de la especie humana con la naturaleza, acumulado por los grupos étnicos con el paso de cientos e incluso miles de años de evolución cultural.

-La         época        clásica.

Fue en la Grecia clásica, en el siglo IV antes de nuestra era (a.n.e), cuando Aristóteles (384-322 a.n.e) escribió sobre la distribución de los organismos en el mundo conocido por él. Los cambios repentinos en los tamaños poblacionales de animales silvestres también ocuparon la atención de Herodoto (484-425 a.n.e) y Platón (429-347 a.n.e) quienes contribuyeron al desarrollo de la idea de un mundo en equilibrio o armonía, en el que las poblaciones de las especies permanecían constantes a través del tiempo.
A pesar de la importancia de los trabajos de estos pensadores de la antigüedad, posiblemente quien merezca el reconocimiento de haber escrito los primeros textos de ecología se Teofrasto (372-287 a.n.e). Este botánico griego reunió observaciones cuidadosas muy especificas acerca de la distribución y abundancia de las plantas y la relación de estos dos atributos con la variabilidad de los factores climáticos y edáficos de la región donde vivía. La precisión de sus observaciones todavía asombra a los ecólogos modernos que tienen la curiosidad de leerlo, sobre todo si se piensa que carecía de instrumentos para evaluar con exactitud los factores ambientales y su variación en el espacio y tiempo.

-Los        naturalistas.

Durante más de 15 siglos las ideas ecológicas no avanzaron mucho. El Renacimiento trajo consigo una efervescencia en la actividad intelectual de la humanidad y, si bien con cierto retraso respecto a otras disciplinas. No obstante, en esa época ningún estudioso se hubiera llamado a sí mismo ecólogo, pues ni siquiera se había inventado el término mismo que definiría a la nueva disciplina, ¿Qué personas estudiaban entonces los temas que ahora son objeto de la ecología? En general se trataba de los llamados “naturalistas”, que contaban con estudios universitarios en muy diversas disciplinas pero que tenían en común una gran atracción por la naturaleza y por los fenómenos naturales, a cuya observación dedicaban buena parte de su tiempo. Muchos naturalistas fueron geógrafos, pero había quienes se habían especializado en el estudio de la botánica y la zoología y otros más eran geólogos y paleontólogos.
Casi medio siglo más tarde en 1798, Tomás R. Malthus (1766-1834) publicó el
Ensayo sobre la población, con el que causaría gran polémica al predecir grandes hambrunas para la población humana debido a las diferencias entre los índices de crecimiento demográfico y las tasas de producción de alimentos. Indudablemente una de las más grandes aportaciones  fue hecha por el estudioso alemán Alejandro de Humboldt (1769-1859). Geólogo de formación pero con estudios en ciencias naturales, botánica, matematicas y química. Humboldt realizó en compañía del botánico francés Amado Bonpland (1773-1858) un prolongado viaje por la América española, recorriendo territorios casi desconocidos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Perú y México.  El resultado de este viaje constituye en gran parte un enorme tratado de ecología en que se describe con precisión y abundancia de detalles la distribución de la vegetación y de las plantas a través de gradientes ambientales[1], que había medido con los mejores equipos de su época. Humboldt fue el primero en notar los efectos combinados de dos factores
ambientales, lo que ahora conocemos como sinergismos.

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