Decálogo: 10 pasos para un futuro de agua dulce
Enviado por estrella127020 • 17 de Mayo de 2014 • Trabajo • 2.719 Palabras (11 Páginas) • 286 Visitas
Decálogo: 10 PASOS PARA UN FUTURO DE AGUA DULCE
El agua dulce es la sustancia básica que alimenta los ciclos metabólicos de los ecosistemas y de los seres vivientes. Nuestras sociedades humanas y nuestra calidad de vida dependen, primordialmente de este bien tan esencial, de su sabia y racional gestión. Para asegurar el tener agua para el futuro, aquí y en el resto del mundo, debemos guiarnos por los importantes principios y objetivos de la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea, que ha de ser la piedra angular de la política europea de agua, a pesar de su escaso cumplimiento hasta ahora. Los tres principios básicos de esta legislación europea son: el Principio de No-Deterioro de los Ecosistemas Acuáticos, el Principio de Participación Social y Transparencia en las Políticas del Agua, y el Principio de Plena Recuperación de Costes.
1. EL PRECIO JUSTO: PAGAR LO QUE REALMENTE CUESTA.
Actualmente se paga tan solo una pequeña fracción del coste económico real, lo que crea una falsa impresión de abundancia aunque realmente el agua es un valioso bien escaso. Unos precios más altos en el consumo de agua fomentarían más inversiones en tecnologías eficientes en los procesos industriales y agrícolas que dependieran de este recurso, y con ello además se reduciría el despilfarro doméstico. Urge recuperar en el precio todos los costes económicos incorporados a lo largo de todo el ciclo del agua, desde la captación, el bombeo, el transporte, la depuración y los costes y daños medioambientales colaterales. También es necesario para el ahorro y la eficiencia un canon general sobre los consumos de agua, recuperando mediante tasas económicas aplicadas a todos los tipos de consumos de agua los gastos e inversiones hidráulicas reales como son los trasvases y la desalinización. Solo deben hacerse excepciones mediante la modulación y reducción de precios dirigidos a la ciudadanía más necesitada económicamente.
2. LA "ECO-CONDICIONALIDAD": SUBVENCIONAR LAS BUENAS PRÁCTICAS, NO LAS MALAS.
Actualmente se subvencionan, directa o indirectamente muchas prácticas de la agricultura y ganadería químico-intensivas, de la minería y de la industria que despilfarran y/o contaminan los recursos hídricos. Hay que aplicar el principio de la Unión Europeo de "ecocondicionalidad" por el cual se condiciona la recepción de ayudas públicas a la aplicación estricta de la protección de todas las normas ambientales de protección de los recursos hídricos. En España muchas ayudas públicas fomentan perversamente el daño ambiental al ser indirectamente subvencionadas actividades como son la explotación de pozos ilegales, los vertidos de contaminantes y residuos a cauces hídricos por parte de la ganadería intensiva, la contaminación de ríos y acuíferos por la actividad minería, y la grave afección a los frágiles ecosistemas fluviales por parte de proyectos industriales y urbanizadores. Pero contrariamente, habrían de aumentarse las subvenciones públicas a todas las buenas prácticas de producción limpia que integran procesos de ahorro, reutilización y depuración como son la agricultura ecológica o como los ciclos industriales cerrados.
3. DEJEMOS QUE LOS RÍOS SEAN RÍOS.
España es uno de los países con los ríos más regulados y convertidos en canales y tuberías, y en el mundo es el país que cuenta con más hormigón por cuenca fluvial por cada millón de habitantes. Los ecosistemas fluviales y su biodiversidad que mantienen y reproducen el ciclo del agua son de enorme valor estratégico puesto que nos proveen de servicios ecológicos esenciales para la habitabilidad y supervivencia de nuestras sociedades, y por ello han de ser cuidadosamente protegidos y reparados. Los nuevos proyectos de grandes embalses son totalmente contraindicados para conservar el agua dulce para el futuro debido a que deterioran gravemente los bosques, los acuíferos y la salud de los ecosistemas fluviales. En cambio, si se deben fomentar a los pequeños proyectos hidrológicos que no alteran substancialmente las básicas funciones ambientales de los ríos.
4. LOS BOSQUES Y ZONAS HÚMEDAS SON BANCOS NATURALES DE AGUA.
Durante las últimas décadas hemos perdido muchas zonas húmedas costeras y bosques valiosos por sus servicios en filtrar, depurar y almacenar el agua. Ante los efectos desestabilizadores del cambio climático urge blindar legalmente, mediante una aplicación estricta de la Directiva Hábitat, la protección de estos ecosistemas para prevenir la invasión de agua salina del mar y el avance del desierto. También debemos extender estas prácticas protectoras fuera de las fronteras europeas como ejes y condiciones de nuestras relaciones internacionales, económicas y políticas, y especialmente con nuestros vecinos próximos del Mediterráneo.
5. LA AGRICULTURA HA DE SUBORDINARSE A LOS RECURSOS HÍDRICOS DE CUENCA, Y NO AL REVÉS.
El tipo de plantaciones y los regadíos han de adaptarse a la disponibilidad hídrica y climatológica, según las características y las posibilidades de cada cuenca hidrográfica. No se pueden seguir plantando cosechas muy sedientas en lugares con una sequía endémica. Las regiones más secas del planeta no deben seguir desertizándose mediante la exportación hacia las zonas húmedas de gran parte de sus escasos recursos hídricos. Se pueden crear marcas de calidad especial y favorecer medidas de compra preferente para promocionar la economía y los productos de las bio-regiones más secas. La limitación de ciertos fertilizantes agroquímicos voraces en el consumo de agua junto a la promoción de la agricultura ecológica pueden reducir sustancialmente el consumo de agua y dar a la vez unos ingresos suficientes a los agricultores. También se debería aumentar la fiscalidad sobre las sustancias químicas más contaminantes de la agricultura para desanimar su uso. En definitiva, el cambio hacia la alta calidad natural del producto alimenticio y las cosechas debe sustituir el principio de fomentar la producción y la cantidad a cualquier precio. Además, si se reduce el consumo de carne y de lácteos en nuestras dietas, además de aligerar las presión destructiva hacia valiosos ecosistemas, también se reduce sustancialmente el consumo de agua (un Kilo de carne consumida incorpora 9000 litros de agua).
6. HACÍA UNA INDUSTRIA RESPONSABLE Y
DE CICLOS CERRADOS.
Nos urgen acciones de disciplina legal y administrativa para acabar con la actual situación de impunidad para muchas actividades industriales que libremente usan y contaminan los aguas. A menudo la industria esquiva las normas de control público de calidad y vertidos con enorme facilidad. Hace falta más inspección, con registros
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