Derecho Familiar
Enviado por alexcapiro • 29 de Agosto de 2013 • 1.742 Palabras (7 Páginas) • 272 Visitas
Belisario Domínguez, una voz apagada con balas, por Elsa Aguilar Casas
La última vez que se le vio con vida fue el 7 de octubre de 1913. Después, nadie entendía por qué Belisario Domínguez, senador por Chiapas, había faltado a sus actividades cotidianas en el Congreso; ¿qué pasaba que nadie tenía noticias de él?
Ese día 7, todo transcurrió de forma normal. Su hijo Ricardo, estudiante de preparatoria, lo visitó por la noche en su lugar de residencia en la Ciudad de México, el Hotel Jardín, ubicado en la calle San Juan de Letrán. Pasaron juntos un rato y el muchacho salió del hotel después de las 10 de la noche. Nunca más volvería a hablar con su padre.
Durante todo el día siguiente, buscaron al senador. Los empleados del hotel informaron que en la madrugada habían visto a unos hombres irrumpir en la habitación de Domínguez, la número 16, y que lo habían obligado a subir a un automóvil. Nadie más vio nada. La incertidumbre se convirtió en sospecha de que algo grave hubiera ocurrido con el senador, pues no había rastro de él. Su ausencia no tenía explicación lógica, pero sí resultaba razonable sospechar que hubiera sido víctima de algún atentado.
¿Quién era Belisario Domínguez? ¿Por qué era peligroso para el gobierno del general Victoriano Huerta? En Comitán, Chiapas, su tierra natal, era un hombre muy popular por su calidad humana y por su generosidad como médico que atendía a todo paciente que llegara a su consultorio, pudiera pagar o no. Titulado en París como médico cirujano y partero, en 1889 se instaló en Comitán, donde tuvo la posibilidad de conocer la problemática realidad del pueblo chiapaneco y de crear un fuerte vínculo con la gente.
Hombre de cultura y de ideas democráticas, su incursión en asuntos públicos ocurrió entre 1902 y 1904, durante una temporada que pasó en la Ciudad de México para dar a su esposa, Delina Zebadúa, la atención médica especializada que necesitaba. En esa época, imprimió unos volantes en los que hacía notar el abandono en el que el gobierno de Chiapas tenía a los habitantes de aquel estado.
Congruente con sus ideas democráticas, Domínguez se adhirió al movimiento de Francisco I. Madero, que si bien no tuvo una presencia fuerte en Chiapas, sí consiguió ganar adeptos de ideas progresistas. Así, en enero de 1910, tomó posesión como presidente municipal de Comitán, pero pronto cambiaría la política local por la nacional. Después de ocupar ese cargo, Domínguez se convirtió en senador de la República en marzo de 1913, al morir Leopoldo Gout, de quien era suplente.
La proclamación del Plan de Guadalupe, que desconocía al gobierno de Huerta, hizo eco en el Congreso de la Unión, y varios legisladores habían manifestado su decisión de viajar al norte, pero Venustiano Carranza, el líder del constitucionalismo, les sugirió permanecer firmes en su curul, ya que desde allí podrían atacar en el momento adecuado. Conforme pasaba el tiempo, la situación del país se tornaba más compleja, tanto por la negativa de Estados Unidos a reconocer al gobierno huertista, como por el inminente avance del Ejército Constitucionalista desde el norte del país.
En este contexto, el senador Domínguez destacó por su férrea oposición al régimen impuesto y por su actitud abiertamente crítica y contestataria. Prácticamente desde que se incorporó a la Legislatura, se había dedicado a criticar a Huerta y a su gente por el absoluto desprecio que expresaban hacia los derechos de los mexicanos. En varias ocasiones, se opuso a iniciativas propuestas por el Ejecutivo, como la que buscaba promover a tres jefes militares al grado de generales de brigada —Manuel M. Velázquez, Manuel Mondragón y Félix Díaz—, porque consideraba que no habían prestado verdaderos servicios útiles a la nación; o cuando se pretendía nombrar al general Juvencio Robles como gobernador provisional de Morelos. En septiembre, cuando Victoriano Huerta presentó un informe ante el Congreso, el chiapaneco lanzó entonces sus más severas palabras.
En dicho informe, presentado el día 16, Huerta destacó dos temas: la política exterior y la pacificación del territorio nacional. En cuanto al primero, se mostraba muy seguro y retador, pues afirmó que si Estados Unidos no lo reconocía como presidente, consideraría a su representante en México como no grato, y respecto al segundo, aseguraba que había grandes avances, lo cual era falso a todas luces.
Las críticas no se hicieron esperar, pero nadie tuvo el atrevimiento ni la decisión del senador Domínguez para responder a Huerta lo que realmente pensaba. Ya días antes, en una reunión a puerta cerrada, el chiapaneco había espetado en la cara de Francisco León de la Barra, secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de Huerta, que “¿cómo podrían Estados Unidos reconocer al gobierno […] manchado con la sangre del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez?”.
El 23 de septiembre, el senador Domínguez pidió la palabra para leer un discurso que había redactado; pero ya se había corrido el rumor de que era otro de sus duros ataques al régimen, por lo que el senador presidente negó la solicitud. Sin embargo, el chiapaneco logró que su discurso se imprimiera y que circulara de mano en mano, de manera que muchos conocieron lo que decía, por ejemplo, que “[…] la situación actual de la República es infinitamente peor que antes […] don Victoriano
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